Migración: la tragedia venezolana en tiempos de Trump

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El bien más estimable para una nación es su población. Sin embargo, bajo la sombría luz de la crisis migratoria provocada por las decisiones políticas de Donald Trump, este precepto se convierte en un cruel episodio de una telenovela de terror. La aporofobia, ese desprecio que nos lleva a marginar y deshumanizar al otro, se manifiesta de forma explícita en los discursos del presidente de Estados Unidos, quien ha hecho del insulto y la vejación su particular retórica política. En cada declaración, se revela una cosmovisión distorsionada que percibe a los Estados Unidos no como un país, sino como una empresa manejada por intereses particulares y egoístas, donde los seres humanos son recursos desechables.

Particularmente crudo es el caso de los venezolanos residentes en Estados Unidos, quienes han enfrentado una serie de embates por parte de una administración que no oculta su desprecio hacia ellos. Cada día que pasa, se sienten más vulnerables ante el temor de ser deportados, y la más reciente orden ejecutiva de Trump, que exige una investigación exhaustiva sobre todos los casos de asilo solicitados por venezolanos desde 2012, es prueba irrefutable de esta hostilidad. Con sus palabras, Trump no solo niega la realidad de una crisis humanitaria, sino que rebaja a los migrantes a la categoría de mentirosos, afirmando cínicamente que «el 90% de los venezolanos han mentido sobre su riesgo de vida en Venezuela». Esta deshumanización es peligrosa y puede llevar a un desenlace traumatizante.

La anulación del Estado de Protección Temporal (TPS) también resulta un golpe directo y devastador. Los aproximadamente 600 mil venezolanos que residen en ese país se ven ahora forzados a abandonar “gringolandia”, a enfrentar la posibilidad de ser sometidos a un proceso de deportación que ya ha mostrado su cara más cruda. Al final, la dignidad humana se convierte en una moneda más en el juego político del magnate, donde cada decisión está guiada por cálculos impredecibles, dejando en el camino un reguero de sufrimiento y desesperanza.

Lo que sí está claro que la situación de los migrantes venezolanos en Estados Unidos es una consecuencia de la campaña que hicieron los coyotes: Juan Guaidó, Julio Borges, Carlos Vecchio, Leopoldo López, Carlos Paparoni, Antonio Ledezma, María Corina Machado, Miguel Pizarro, David Smolansky, este último comisionado de la Organización de Estados Americanos para los Migrantes y Refugiados Venezolanos, quien ha recaudado para su propio beneficio, más de mil 500 millones de dólares, los cuales son repartidos entre los miembros de ese grupo hamponil, incluyendo Edmundo González Urrutia, quienes  son los autores de la frase de que todos los venezolanos son del Tren de Aragua, para que se fueran del país e  impulsar sanciones contra Venezuela.

Por ello, Edmundo González Urrutia, al ver el giro que dará la revocatoria del TPS, a través de la orden ejecutiva que exige la investigación exhaustiva de todos los casos de asilo de ciudadanos venezolanos, por órdenes de los coyotes, está pidiendo al presidente Donald Trump “no negociar” con el Gobierno legítimo de Venezuela, presidido por Nicolás Maduro, la protección y repatriación de los migrantes venezolanos. En lugar de buscar soluciones viables para los venezolanos que han huido de su país, propone expulsarlos a terceros países. Esta visión refleja una mentalidad que solo ve la inmigración como un negocio.

Lo que está en juego va más allá de simples políticas migratorias; se trata de vidas humanas que han encontrado en Estados Unidos un refugio, aunque temporal. La violación a las normativas internacionales sobre derechos de migrantes quedó expuesta con la propuesta de González Urrutia de no enviar a los venezolanos de vuelta a nuestro país. De nuevo, el ciclo de violencia se reinicia, y aquellos que han sido víctimas de un sistema fallido se convierten en chivos expiatorios de una agenda política que no los consideran dignos.

Mientras tanto, el excandidato Edmundo González Urrutia, sostiene que la salida de Nicolás Maduro del poder es vital para la supervivencia de estos ciudadanos. Una visión que parece ignorar el sufrimiento inmediato de aquellos que ya están atrapados en una trampa mortal. ¿Qué vale más: la lucha política o la vida de millares de migrantes que solo buscan salir adelante? La respuesta a esta gran pregunta aún permanece en un limbo, arrastrada por la marea de intereses personales y estrategias políticas que parecen ignorar, deliberadamente, el impacto humano de sus decisiones.

A medida que la situación se agrava, y las órdenes ejecutivas continúan cayendo como espadas sobre la cabeza de los migrantes, la promesa de un futuro aceptable parece desvanecerse. El tema de los migrantes venezolanos en Estados Unidos no es solo un asunto de políticas y cifras; es una tragedia que se despliega diariamente en la forma de familias separadas, sueños rotos y esperanzas marchitas. En este contexto, el verdadero desafío reside en recordar que detrás de cada historia existe un ser humano, que al igual que nosotros, busca un lugar donde pueda florecer en lugar de simplemente sobrevivir.

La posición antivenezolana de Edmundo González Urrutia, demuestra que los migrantes de ser enviados a la República Bolivariana de Venezuela, los coyotes perderán el privilegio que se  les vayan de las manos la inmensa fortuna que han amasado, producto de los aportes que reciben de aquellos países  como Perú, Ecuador, Argentina, Brasil Uruguay, Paraguay, Colombia, Chile, entre otros, donde los venezolanos son víctimas de xenofobia. Por ejemplo, en Perú los venezolanos son calificados de delincuentes y son sometidos a fuertes persecuciones y agresión, principalmente las mujeres. El excandidato de María Corina Machado, ha reiterado que a Estados Unidos le conviene seguir una estrategia que ayude a garantizar que Nicolás Maduro ya no esté en el poder. De esa forma ellos seguirán  recibiendo cada dólar por cada ciudadano connacional que deambulan por los caminos de la incertidumbre.

Si hay algo claro, es que el camino hacia la dignidad y la justicia para los migrantes venezolanos será arduo y plagado de obstáculos. Sin embargo, la historia de la migración está llena de resistencia y resiliencia. A medida que se delinean las líneas de batalla, es imperativo no perder de vista el bien más estimable de una nación: su gente. Queda en manos de una sociedad más justa y solidaria cambiar la narrativa, humanizando a los migrantes y recordando que su valor no reside en su utilidad económica, sino en su derecho a vivir en paz.

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William Gómez García Venezolano, periodista

Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor/a

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