El actual dilema venezolano

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La oligarquía familiar, socioeconómica e histórica que representa María Corina Machado sigue intacta en Venezuela. Ellos crearon el mundo político de ese país desde la ciudad de Valencia y desde hace siglo y medio, superando la crisis que les significó la sublevación y liberación de los esclavos en sus haciendas en el siglo XIX.

Machado y sus adláteres son parte integral de una élite de herederos de un pasado anclado en la segunda mitad del siglo XIX, así como de los sobrinos de AD y Copei del tío Sam, en la segunda mitad del siglo XX, al igual que de una economía parásita sustentada en la renta petrolera.

Seguramente, ya esa élite oligárquica ha incorporado a algunos altos oficiales en este nuevo ciclo, en espera de su momento, pero no ha logrado aglutinar. No obstante, su momento vendrá en el reordenamiento de fuerzas que trae la crisis de acumulación del capital que vive el planeta y que se expresa por todos lados y en todos los niveles.

El chavismo es lo que arrastró y unificó el espíritu igualitario y democrático de la historia de Venezuela, pero no posee raíces estructurales fuera de las que da hoy la política.

Guaidó o González son solo payasos de tramoya, personajes ridículos y sin sustancia, tristes sombras de alianzas en busca de base social, cuya sola presencia denuncia las dificultades de sumar fuerzas, en torno suyo, que tiene esa oligarquía.

No es que no exista base social opositora al gobierno y al sistema social, como lo han hecho evidente (votando con sus pies) 7 u 8 millones de emigrados de ese país.

Esos personajes (Guaidó o González y sus pantomimas), así como otros como López o Borges, no representan nada o tan poco que esa oligarquía debe ponerles a una María Corina al lado para “enseriar” la broma y poder pedir que Estados Unidos les resuelva la transición.

El problema es que una confrontación sin perspectiva de articulación solo augura, para el mediano plazo, un bonapartismo ampliado. Es decir, una boliburguesía 2, con la oligarquía tradicional nuevamente de vagón de cola, dado que la historia muy raramente retrocede.

Sin embargo, la pregunta pertinente es: ¿qué ha hecho con su tiempo útil en política la dirección revolucionaria que heredó el esfuerzo y la audacia de Hugo Chávez?

Un líder, casi a la usanza de Perón —“antiimperialista” de antes de 1950—, que lo proclamó al menos por un período. O el Fidel que rompió el equilibrio mineralizado bajo el paraguas gringo para proclamar un proyecto de unificación latinoamericana y que invirtió —al menos por una década— el anterior sentido de los procesos.

¿Qué queda de esa movilización social que, elección tras elección, permitía a Chávez tener limpiamente un 80 o 90 por ciento de los votos de las y los venezolanos?

¿Cuál es actualmente el proyecto social, nacional o político del madurismo (que ciertamente proviene de Chávez) que pudiese sustentar la difusa economía política denominada “socialismo del siglo XXI” que dicen querer construir?

Advertencia:
Con un nuevo emperador y un personaje como el cubano Rubio, encargado de América Latina para Estados Unidos, la perspectiva trazada por el bigotudo Bolton, en su su famoso cuadernillo en enero de 2019, durante una conferencia de prensa en la Casa Blanca, donde se leía la frase «5,000 troops to Colombia» ( cinco mil tropas a Colombia»), lo que generó una gran controversia sobre posibles planes de intervención militar en Venezuela, podría hacerse realidad antes de lo que imaginemos.

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Rafael Kries Chileno, economista

Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor/a

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