Nicolás Maduro, presidente legítimo de Venezuela

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El 10 de enero de este año, se llevó a cabo el ritual constitucional de la toma de posesión del presidente electo de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro. Conforme a lo estipulado en el artículo 231 de la Constitución venezolana. Sin embargo, a pesar de este acto solemnemente constitucional, el país se encuentra sumido en un ambiente de polarización y deslegitimación, avivado por la ultraderecha, encabezada por María Corina Machado. Esta facción mantiene que  Edmundo González Urrutia es el verdadero presidente electo, sosteniendo que es él quien ganó las elecciones del 28 de julio. Sin embargo, esta afirmación carece de fundamento legal y se basa en actas forjadas, publicadas en un sitio web completamente ajeno al Consejo Nacional Electoral (CNE), que es el único órgano constitucionalmente autorizado para proclamar al ganador presidencial.

González Urrutia, había declarado que el 10 de enero regresaría a Venezuela para asumir la presidencia de la República Bolivariana. sin embargo, ese anuncio se disipó. En una reveladora manifestación de acobardamiento, acusó al gobierno de pretender atacar la aeronave en la que viajaría a Venezuela con aviones militares, un episodio que nunca tuvo lugar más allá de su propia retórica. Acompañado por expresidentes como Andrés Pastrana, autor de la teoría del avión, la figura del excandidato presidencial, emergió como una caricatura en un escenario dramático que, lejos de parecerse a una lucha política legítima, se asemeja a una telenovela mal escrita por Leonardo Padrón.

Ese mismo viernes 10 de enero, en otro mensaje grabado con inteligencia artificial, González Urrutia dijo que está preparando su pronto regreso  a Venezuela y terminar con el gobierno de Nicolás Maduro, al que calificó de tragedia, ordenándole  a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana obediencia y lealtad a su condición de presidente electo y que como comandante en jefe, deben preparar  las condiciones para asumir la presidencia. Dentro de su situación psicológica, producto del contagio que ha contraído con María Corina Machado, está en condiciones de colocársele una camisa de fuerza.

En su discurso insultante, acusa a Maduro de cometer un golpe de Estado, autoproclamándose dictador sin validación popular, sin respaldo internacional. Solo con el apoyo de Cuba, Nicaragua y el Congo. Acaso este reyezuelo septuagenario no recuerda que tanto Rusia como China, dos potencias mundiales, reconocieron el triunfo de Nicolás Maduro y asistieron a su acto de proclamación. Pero eso sí, se siente orgulloso del respaldo que le ha dado Israel a su bufónico triunfo. González, de esta forma, se pone al lado del estado sionista  representado por  Benjamin Netanyahu, genocida del pueblo de Palestina, Líbano, Siria, entre otros, y quien tiene orden de captura emitida por la Corte Penal Internacional.

Lo que debe presentar Edmundo González Urrutia es el acta de proclamación emitida por el Consejo Nacional Electoral y certificada por la Asamblea Nacional, únicos organismos legitimados por la Constitución para tomar el juramento al presidente electo. Hasta este momento, Nicolás Maduro ha sido proclamado por el CNE, el Tribunal Supremo de Justicia y la Asamblea Nacional, consolidándose, así como el presidente de la República. La alegación de una página web manipulada por Súmate que sugiere falsedades sobre la proclamación resulta ridícula e insostenible.

Mientras tanto, María Corina Machado perpetúa la narrativa de golpe de Estado mediante un espectáculo montado alrededor de su detención, que se asemeja más a una teatralización que a un hecho real. Después de participar en una manifestación en el este de Caracas el nueve de enero, su equipo difundió la noticia de que había sido detenida de manera violenta, logrando posteriormente su liberación. Esta noticia, transmitida por redes sociales de ultraderecha, a través de Youtube, desde Argentina, Colombia, Chile, Perú, Ecuador y Estados Unidos, fue un intento evidente de captar atención y simpatía pública, a pesar de que muchos ciudadanos pueden ver más allá de su actuación.

El relato de Machado acerca de cómo fue “bruscamente” retirada de una motocicleta y llevada a la sede de la Dirección General de Contrainteligencia Militar, donde se le pidió grabar un video como “prueba de vida”, es un guion que, lejos de provocar conmiseración, genera desconfianza. Tarek William Saab, fiscal general de Venezuela, acusó a Machado de fingir su arresto con la intención de incitar a protestas violentas, mientras que Diosdado Cabello, el ministro del Interior, argumentó que ella propaga una versión de los hechos destinada a encubrir el fracaso de las manifestaciones opositoras.

Este episodio ha cautivado la atención de actores internacionales, quienes se han apresurado a emitir comunicados apoyando a Machado, mientras que otros personajes, igualmente repudiados, no reconocen la legitimidad democrática de Nicolás Maduro. Sin embargo, es crucial destacar que la legitimidad del presidente venezolano reside en el reconocimiento por parte del pueblo soberano de Venezuela, quienes son los únicos en validar su liderazgo, contrario a los clamorosos y vacíos apoyos de figuras externas que intentan infligir daño político desde lejos.

Edmundo González Urrutia y María Corina Machado, personifican esa oposición que, al verse rechazada por las urnas, recurre a argumentos ficticios y peligrosamente incendiarios que solo alimentan la inestabilidad y el descontento.

Es imperativo que los líderes políticos, tanto dentro como fuera de Venezuela, reconozcan que la solución a la crisis venezolana no radica en fomentar la desobediencia civil ni en invocar la figura de “presidente electo” a partir de documentos falsificados. La legitimidad se construye sobre la base del respeto a la Constitución, de una ciudadanía informada y activa, y de procesos democráticos que involucran a todos los venezolanos en la búsqueda de un país más justo y equitativo.

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William Gómez García Periodista venezolano

Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor/a

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