Desde hace unos días estoy asistiendo en forma remota al Curso de formación internacionalista “La pertinencia actual de la obra de Antonio Gramsci”. El mismo es organizado por el Instituto Nacional de formación política del Movimiento de Regeneración Nacional de México, MORENA, actualmente en el gobierno. Tiene el sustancial apoyo del Partido de la Refundación Comunista de Italia; integrante del Partido de la Izquierda Europea (PIE).
Cabe destacar lo oportuno de la realización de una reflexión de este tipo, por la cual se recuerde, en primer, lugar al gran dirigente comunista italiano (1891 – 1937), detenido desde 1926 y muerto en prisión en la Italia fascista.
Pero, además, analizar sus aportes sustanciales a la teoría marxista como por ejemplo sus definiciones y elaboraciones acerca de la cultura y la hegemonía, de asombrosa vigencia en el mundo actual, como asimismo reflexionar sobre cómo la derecha se fue apropiando de esos conceptos para utilizarlos en la “batalla de ideas” a favor de sus intereses de clase.
Las grandes amenazas del presente
Parafraseando a la primera frase del Manifiesto del Partido Comunista de Marx y Engels, podríamos decir hoy que “un fantasma recorre Europa: el fantasma del belicismo” y además “un fantasma recorre el mundo: el fantasma del neofascismo”.
Podríamos definir al fascismo como la imposición en un momento dado de una determinada fase o expresión de la estrategia global de dominación del capitalismo por medio de la aplicación sistemática del terrorismo de Estado.
Fue así que, en su momento, fueron catalogadas como de carácter fascista las tiranías que asolaron nuestra región en la década de los años 70 del siglo pasado.
Chile, mediante el golpe de Estado contra el presidente Salvador Allende, fue el laboratorio de prueba para la imposición a sangre y fuego de la fase neoliberal capitalista, que luego se extendió al resto de nuestros países, con el penoso saldo de miles de torturados, presos, desaparecidos y asesinados, perseguidos dentro de fronteras y exiliados.
Como comentario al margen, diremos que, de ahora en más, utilizaremos el término “neofascismo” para evitar caer en una discusión inconducente con quienes se limitan a circunscribir históricamente al término fascismo como el régimen que se originara en Italia con Benito Mussolini.
En Europa, con el ascenso al gobierno en muchos países de la ultra derecha, la paz en la región se ve día a día más comprometida con la posibilidad del recrudecimiento en intensidad y extensión geográfica de la guerra entre Rusia y Ucrania.
La socialdemocracia que gobernó anteriormente en estos países, es por acción y omisión, responsable del actual estado de cosas. Luego de la disolución de la Unión Soviética URSS y la decisión del gobierno ruso de disolver el Pacto de Varsovia, ya no tenía sentido la existencia de la OTAN como su contrapeso. Por lo tanto, hubiera sido una decisión acertada en pro de reafirmar la paz en Europa, haberla disuelto. Sin embargo, obedientes a los mandatos de Washington, no sólo no la disolvieron, sino que avanzaron hacia las fronteras de Rusia – cercándola de hecho – mediante la cooptación como nuevos miembros de Polonia, Rumania, Estonia, Letonia y Lituania.
Hasta ahora no he escuchado el más mínimo atisbo de autocrítica al respecto.
Al mismo tiempo, el incremento del complejo militar industrial de los Estados Unidos como válvula de escape a su crisis económica sistémica, unido sus aliados del neofascismo europeo, apoyando y equipando abiertamente al gobierno sionista de Netanyahu para que prosiga con el genocidio en Palestina y la extensión del conflicto a Irán y el Líbano, ponen en serio riesgo la paz mundial.
Los retrasos de la izquierda
La izquierda, tanto en el gobierno como fuera de él, mostró algunas insuficiencias que la retrasaron en la batalla de ideas con respecto a la derecha.
Desde el gobierno pensaron en forma equivocada que el hecho de aplicar medidas que mejoraran (como efectivamente lo hicieron) la situación socioeconómica de amplias mayorías postergadas “per se” crearían un avance de conciencia en ellas.
Así lo indican algunos documentos de autocrítica como por ejemplo el del VII Congreso del Frente Amplio de Uruguay de octubre de 2021:
…Si un bloque social y político aspira a predominar en forma sostenida debe procurar implementar políticas coherentes en todos los frentes, continuas a lo largo del tiempo, que conquisten el aval del consenso ciudadano predominante en todo el territorio y que sean sostenibles en distintas fases del ciclo económico y en diferentes contextos internacionales. Nuestros gobiernos no siempre se atuvieron a esas reglas…
En consecuencia, no tuvimos capacidad para sostener en el tiempo y consolidar una hegemonía y crear poder en manos de la sociedad civil y del movimiento popular. En cierto modo, se puede decir que se gobernó más en favor del pueblo, que con el pueblo. (pag 17)
En cuanto a la comunicación, aun sabiendo que los grandes medios masivos responden a los intereses de la burguesía, no se implementó una política activa y eficiente en esta materia. Sea desde el gobierno mediante los instrumentos de comunicación oficiales o fuera de él utilizando al máximo los medios alternativos disponibles.
Por último, podemos afirmar que se atenuó el énfasis en la reafirmación de algunos postulados que siempre fueron reconocidos como emblemáticos y propios de la izquierda: como la lucha por la paz en el mundo o el principio de no injerencia o intervención en asuntos internos de otro país y consecuentemente el de autodeterminación de los pueblos.
Por todo lo expresado, sólo cabe hacer un llamado a la reactivación de las instancias de encuentro, reflexión y coordinación internacionales de la izquierda y el progresismo para instrumentar una estrategia de ofensiva en esta batalla de ideas con la derecha; para al decir de Gramsci ganar esta guerra de posiciones, casamata por casamata y estar en las mejores condiciones para obtener así la hegemonía en forma definitiva y permanente.
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Carlos Flanagan Uruguayo, exembajador de Uruguay en Bolivia
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