¿Qué subyace a los acuerdos entre Ecuador y los Estados Unidos?

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El capitalismo es el genocida más respetado del mundo.
Ernesto Che Guevara

La doctrina de Seguridad Hemisférica y Occidental estadounidense busca reconfigurar su crisis sistémica y estructural frente al ya evidente orden multicéntrico y multipolar que es liderado por dos potencias denominadas emergentes como son China y Federación de Rusia, que vienen configurando una presencia comercial muy importante en Latinoamérica, fundamentalmente de la República Popular de China, que tiene grandes inversiones en algunos países de la Región  como es el caso específico del Ecuador, con el que acaba de suscribir un Tratado de Libre Comercio (TLC), sentando así las bases de mayor presencia en la Región, lo que no es del agrado del gobierno federal estadounidense y que en base a dos acuerdos suscritos en 2023 con el expresidente Guillermo Lasso y que han sido ratificados por el actual presidente Daniel Noboa Azín, que entrarán en vigencia a partir de su publicación en el Registro Oficial, se convertirán al parecer en una estrategia muy bien planificada por los laboratorios de inteligencia y tanques de pensamiento del imperialismo estadounidense que viene a convertir a nuestra América en la disputa imperialista debido a los abundantes recursos naturales y energéticos que pueden permitir paliar la crisis interna y externa del neoliberalismo e imperialismo que se vuelve muy peligroso porque su geopolítica neocolonialista tiene sustento en sus Complejos Militares, Industriales y Financieros, porque no sabe hacer otra cosa que fabricar armas para la generación y agitación de conflictos mediante la destrucción y agresión de las soberanías de los pueblos. Al parecer el conflicto generado en Europa del Este le ha pasado una enorme factura y derrota.

La subversión política e ideológica estadounidense genera crisis y caos, pone en acción la guerra no convencional, acude en aparente auxilio y ayuda como lo que viene aconteciendo en Ecuador mediante la crisis del sistema penitenciario, corrupción que ha penetrado la institucionalidad pública del Estado en la Policía Nacional, Fuerzas Armadas, Fiscalía y el sistema de justicia, es decir, Consejo Nacional de la Judicatura, Corte Nacional de Justicia, como expresión de la violencia criminal de grupos de delincuencia organizada (GDO) articulados al crimen internacional y redes del narcotráfico que han provocado la debacle estructural del Estado ecuatoriano.

En este escenario es importante manifestar que el Ecuador hoy está convertido en uno de los países más violentos e inseguros de Latinoamérica y dentro de los cinco a nivel global. Analistas económicos manifiestan que todo ello se debe a la ausencia total del Estado, es decir, injusticia social, carencia total de política pública que ha generado un Ecuador empobrecido con regímenes que han priorizado el pago de la deuda pública o externa con libre albedrío del capital rentista y especulativo, mayor concentración de riqueza en el bloque hegemónico de poder, significando con ello la disminución presupuestaria en las áreas de infraestructura social como salud, educación, dinamización del empleo, de la producción, fomento de la economía popular solidaria generando  el crecimiento del subempleo. Hay que señalar que el 62.7% de la población es pobre o vulnerable, que su nivel de ingresos no le permite solventar los costos de la canasta básica familiar que bordea los 800 dólares estadounidenses; 27% está en pobreza, 10.8% en extrema pobreza, sin la capacidad de poder cubrir el costo de la alimentación mínima para sobrevivir. Cabe mencionar que el 42.6% de la población indígena se encuentra en pobreza extrema, 21.6% en pobreza moderada y el 24.2% en condiciones de vulnerabilidad. Tan solo el 11.5% tiene ingresos mayores al costo de la canasta básica.

Si los recursos públicos se siguen canalizando y destinando para pagar deuda externa y comprar armamento el resultado será una sociedad cada vez más asimétrica atrapada por el empobrecimiento , el permanente estado de excepción y de Conflicto Armado Interno (CAI) que no permitirá el florecimiento de la paz, porque para ello se requiere política pública con justicia social, lo que el régimen de Daniel Noboa Azín no está haciendo, tan solo se ha dedicado a combatir las consecuencias con una intervención de carácter reactiva de Fuerzas Armadas y Policía sin atacar las causas que han generado la violencia y crecimiento de los GDO.

En 2023 la tasa de muertes violentas fue de 44 por cada 100 mil habitantes. Más allá de las datas e indicadores se debe mencionar que se cometieron ocho mil muertes violentas, lo que motivó al actual Presidente para que declare mediante dos decretos ejecutivos el estado de excepción y de CAI, convirtiendo con ello en objetivo militar a GDO, desde el 9 de enero del año en curso. Hasta la presente fecha los operativos combinados de Policía y Fuerzas Armadas han permitido la detención de cercad de ocho mil personas al parecer pertenecientes a los GDO.

Empero, el uso legítimo del monopolio de la fuerza, que es constitucional, al parecer está generando que se incurra en la violación de Derechos Humanos de las personas aprehendidas o privadas de la libertad durante los operativos. No se está aplicado el protocolo, los mecanismos y procedimientos contemplados en el Derecho Internacional Humanitario y el presidente Noboa ha comenzado a fustigar y condenar a luchadores/as sociales y activistas de Derechos Humanos como antipatrias.

La mayoría de personas detenidas son adolescentes y pertenecientes a sectores sociales empobrecidos, en donde es evidente la ausencia del Estado, inexistente política pública, que ha convertido a un gran porcentaje de adolescentes en fetiches de los GDO, concomitante es menester puntualizar que la pandemia del Covid-19 y postpandemia desnudó las brechas de pobreza multidimensional e injusticia social en esos sectores  sociales y populares históricamente discriminados y excluidos que hoy son perfilados como GDO y terroristas.

 Ergo, la doctrina de seguridad encuentra su terreno fértil para intervenir.

 Ecuador, al presentar el perfil de un Estado  fallido, contaminado de corrupción, violencia criminal y la expansión de la narcodelincuencia, se convierte en un país en donde entran en acción el Departamento de Estado estadounidense, el Comando Sur, el Buró Federal de Investigaciones (FBI), la Administración de Control de Drogas( DEA), para salvar a un país y pueblo penetrado por la guerra cognitiva, el miedo, que se traduce en guerra no convencional para la intervención del otrora hegemón estadounidense que geopolíticamente convierte al Ecuador en punta de lanza de su subversión política e ideológica  e implementación del Plan Ecuador y Plan Cóndor 2.0.

No desconocemos la inseguridad existente, hay que combatir los delitos aplicando la Constitución y marco legal vigente en el Ecuador, pero tampoco se debe estigmatizar a luchadores sociales y activistas de Derechos Humanos como conspiradores/as y antipatria.

Hablemos claro, los Derechos Humanos son para seres humanos, pero ello no significa que debamos aplaudir el excesivo uso de la fuerza que raya en tortura.

Estado de excepción y de CAI no significa perfilar y rotular a activistas como conspiradores/as de la guerra interna, a la que le vale e importa un bledo el uso del Derecho Internacional Humanitario.

En este escenario irrumpen los acuerdos de Ecuador con los Estados Unidos, en los que se confiere jurisdicción penal a militares y empresarios norteamericanos el estatus de diplomáticos, además del uso del espectro radioeléctrico, que puede servir para tareas de espionaje y control al pueblo, que se traduce en vulneración de la soberanía; serán sujetos de exoneración de impuestos, uso del espacio aéreo para aeronaves, marítimo y también terrestre.

Por lo tanto, el Ecuador es un objetivo geopolítico estratégico en la Región, debido a su ubicación geográfica que le va permitir al Comando Sur seguir cometiendo injerencia en contra de Cuba, Nicaragua, Venezuela, dar continuidad a la guerra no convencional, boicotear a la naciente segunda oleada progresista de diferente matiz político e ideológico, agitar a las neoderechas de Colombia, torpedear el acuerdo de paz que se construye en La Habana entre el gobierno del presidente Gustavo Petro y el Ejército de Liberación Nacional (ELN). En Perú el neofascismo continúa y se vigila al gobierno del presidente Lula ya que viene desmantelando la alianza neofascista y sionista del expresidente Jair Bolsonaro, mentor intelectual del pretendido golpe de Estado en contra de los tres poderes en Brasilia, cometido hace un año, que actualmente es procesado judicialmente.

Empero, consiguieron el fin en mente de vulnerar a los organismos de integración latinoamericana como la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), que aún se configuran como el corazón y columna vertebral de la integración, cooperación, solidaridad, con millones de rostros interculturales, saberes, oralidades, cosmovisiones, sumada la diáspora venida de África, es decir, una gran marea social, política, económica, cultural, ambiental, científica, tecnológica, desde el Sur para el Sur Global.

Alguna vez el padre Bolívar dijo: “somos un pequeño género humano”.

Caminamos a la libre autodeterminación de los pueblos, aunque el imperialismo estadounidense no quiera.

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Luis Ernesto Guerra Ecuatoriano, analista político y activista de Derechos Humanos

2 COMENTARIOS

  1. Buen análisis Luis Ernesto. Todavía habemos gente con vocación solidaria, que buscamos la unificación de Latinoamérica para generar una potencia natural y humana. Abrazos

  2. Este tipo, «Luis Ernesto Guerra», se avergüenza de decir que es de izquierda, cuando dialoga con gente que no comparte sus ideas.

    Dice que tiene un pensamiento «crítico», «antiimperialista», «antineocolonialista»; pero evade el calificativo de izquierdista.

    Claro, creo que le queda todavía algo de decencia, porque cualquier persona medianamente «decente» se avergonzaría decir que es de izquierda. Sin embargo, escribe en un medio de izquierda venezolano, mientras millones de venezolanos mendigan en las calles de América Latina, en tanto, los delirantes «izquierdistas» de papel, viven con las comodidades que el pueblo no tiene, pero le repiten una y otra vez, los discursos mafiosos del rancio: bolivarianismo, castrismo, guevarismo, chavismo, etc.

    Una vergüenza, señor Guerra.

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