Ocho de diciembre Día de la Dignidad: unidad, lucha, batalla y victoria

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Ocho de diciembre, fecha inolvidable para el pueblo venezolano. Ese pueblo de a pie que se fue detrás de Hugo Chávez el cuatro de febrero de 1992, cuando en 49 segundos, por radio y televisión, se dio a conocer esa pequeña frase: ¡Por ahora!

Ese sábado de diciembre de 2012, el Comandante Supremo anunciaba su determinación de designar a Nicolás como el candidato de la patria, en caso de sobrevenir un hecho que conllevó a la convocatoria de un nuevo proceso electoral.

Esa noche, del ocho de diciembre de 2012, Chávez, como El Libertador, abrió su corazón ante el delirio del Chimborazo cuando el tiempo se le presentó como un venerable viejo, para avizorar el futuro que le depararía a la patria, ante una eventual ausencia de su liderazgo. Esa noche, los venezolanos fieles creyentes del pensamiento y guía del Comandante, vimos que él seguía al pie de la letra esa extraordinaria prosa del padre Simón Bolívar, cito:  «Observa -me dijo-, aprende, conserva en tu mente lo que has visto, dibuja a los ojos de tus semejantes el cuadro del universo físico, del universo moral; no escondas los secretos que el cielo te ha revelado: di la verdad a los hombres».

Esa noche, Chávez reveló ante el pueblo lo que el cielo le contó. Dijo la verdad. En metáfora le describió a la nación que ocurriría después del cinco de marzo de 2013. Ya Hugo Chávez, sabía que trascendería a la inmortalidad. El soñó su propio viaje hacia un plano superior.

No se equivocó Pablo Neruda en su Canto a Bolívar. La historia es la historia. Ella tiene su pasado, su presente y su futuro. Y aquí se transmutó el pasado que representó el padre Libertador para que 200 años después, como en el poema de Neruda, se hace presente la imagen de Chávez:

Tu espada está naciendo

Otra vez tu bandera

Con sangre se ha bordado

Los malvados atacan

Y allí están los malvados, Hugo, representados por la derecha que trata de apropiarse de tu simbología para engañar a un pueblo que aprendió con el Comandante que ya en Venezuela no hay incautos.

Ahora todos somos hijos, hermanos, sobrinos, nietos del Comandante Eterno de la revolución. Su sentencia del ocho de diciembre de 2012 sigue siendo el grito que se expande en el horizonte para seguir consolidando el proceso revolucionario y socialista: ¡Hoy tenemos patria! Y, pase lo que pase, en cualquier circunstancia, seguiremos teniendo patria, patria perpetua. No faltarán los que traten de aprovechar coyunturas difíciles para mantener ese empeño de la restauración del capitalismo, del neoliberalismo, para acabar con la patria. No, no podrán, ante esta circunstancia de nuevas dificultades -del tamaño que fueren- la respuesta de todos y de todas los patriotas, los revolucionarios, los que sentimos a la patria hasta en las vísceras como diría Augusto Mijares, es unidad, lucha, batalla y victoria.

Hoy mi compromiso sigue incólume, tomando como ejemplo la fuerza que siempre imprimió Hugo Chávez, desde el primer día que lo vimos aquel cuatro de febrero de 1992, cuando comenzaba la esperanza de un nuevo país. No somos recién llegados a la esperanza que conforma la revolución.

Independencia y patria socialista

Viviremos y venceremos

Hasta la victoria siempre

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William Gómez García Venezolano, periodista

Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor/a

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