La ONU es una vergüenza

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Al cuarto día de que Israel declarara la guerra a Palestina y decretara un asedio total contra ese pueblo, que ha resistido con firmeza una colonización agresiva respaldada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) a través de un supuesto plan organizado a finales de los años cuarenta, observamos que esta institución, que ha sido una de las muchas que han sido utilizadas para cuestionar e intervenir en conflictos, parece mostrar una mediación tímida una vez que estallan los conflictos, aparentemente perdiendo interés en el proceso.

El caso de Israel en Palestina representa uno de los hitos vergonzosos de esta organización, por un lado, el secretario General Antonio Guterres, exige a Hamas la entrega de rehenes (sin querer justificar estas acciones que van encontrar de la humanidad) y, por el otro, pide al gobierno israelí -no en tono de orden sino de súplica- que “se debe permitir la entrada a Gaza de suministros cruciales para salvar vidas (…) Necesitamos un acceso humanitario rápido y sin obstáculos ahora” mientras la crisis se agrava cada vez más, ahí no habrá nadie que luche por Palestina, solo unos pocos defenderán los vestigios que intentan arrebatar del territorio.

Palestina es la vergüenza de una mala decisión de la ONU, de otorgar el poder para colonizar un territorio, la ignominia de la limpieza étnica, el horror de todos los años en que una niña, un niño crecieran con miedo y que no alcanzaran la mayoría de edad porque les traspasó una bala o les explotó una bomba.

Los torturados, se convirtieron en torturadores, en desplazadores y ahora, la ONU les pide con timidez, cuando lo que deberían hacer es decidir enviar un equipo de ayuda humanitaria y exigir las condiciones de seguridad y punto. He ahí la debilidad en algunos casos, en este sentido las decisiones de la Organización de Naciones Unidas dejan mucho que desear, el pueblo palestino será -una vez más- dejado a la suerte de los asesinos que, en su furia por destruir a Hamas, destrozan la vida de inocentes a los que la ONU, con su indecisión, también les destina a padecer, hambre, sed… una vergüenza.

Esta mañana, me levanté con la indignación, con la que mucha gente ha despertado por años, sobre todo en estos últimos cuatro días, recordando cada agresión, revisando mapas y viendo cómo el monstruo israelí se comía territorios y cuerpos hasta dejar solo fragmentos, esos que hoy pretende destruir y hacer desaparecer desde el fondo de la indiferencia.

La exigencia es la misma de siempre, libertad para Palestina, que la ONU por fin intervenga para que haya un proceso de paz verdadero y duradero, que se respete el territorio palestino y cese la hostilidad israelí, para que no siga siendo una instancia que avergüenza, inerte.

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Nahir González Correo del Alba  

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