Militarización del Ecuador con impronta  del Comando Sur

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El Memorando de Entendimiento (MOU) suscrito entre el gobierno federal de los Estados Unidos y el presidente de la República del Ecuador saliente, Guillermo Lasso, es bastante extemporáneo y apresurado, debido a que su gestión gubernamental está por terminar en octubre de 2023, y el proceso electoral atípico en marcha y culmina el 20 de agosto mediante las elecciones presidencial, de asambleístas nacionales, provinciales y de las circunscripciones geográficas del exterior.

Al parecer, podría tener como consecuencias graves violaciones a los Derechos Humanos so pretexto de combatir la inseguridad y violencia, lo que significa, una inversión de tres mil 100 millones de dólares, durante siete años, para ejecutar una aparente transformación radical de la seguridad y defensa, que incluye modernización, fortalecimiento de las Fuerzas Armadas ecuatorianas, que se traduce en el sometimiento a la Doctrina de la Seguridad Hemisférica, regentada por la Casa Blanca. Es decir, se pone un muro al próximo gobierno y se ata de pies y manos su gestión. Concomitante, se convierte en  una amenaza muy grave, de  alto riesgo, para la Región, para los países que no responden al Consenso de Washington, debido a que el Ecuador, a pesar de ser un país muy pequeño geográficamente, es estratégico para vigilar mediante la presencia de tropas norteamericanas, inteligencia artificial y ciberespionaje a  Brasil, Colombia, Venezuela y países de Centroamérica, como Nicaragua, Cuba, desde la denominada base militar flotante de la provincia insular de Galápagos, por estar situada fuera del continente. En la Segunda Guerra Mundial fue una base militar norteamericana. De acuerdo con testimonios de los habitantes del archipiélago que han corroborado lo expresado.

Es una evidente estrategia de ocupación e intervención militar del Comando Sur de los Estados Unidos, que tiene fija su mirada en los abundantes recursos naturales energéticos, agua dulce, minería metálica, no metálica, tierras raras, el triángulo del litio, como expresara la comandante Laura Richardson en varios foros internacionales y medios de prensa.

No hay que olvidar que esto se vino fraguando hace mucho tiempo. Para muestra, en Quito se realizó un Foro Continental de Seguridad.

El expresidente Evo Morales en su cuenta de Twitter dijo: “queremos expresar nuestra profunda preocupación por lo que puede suceder al pueblo ecuatoriano en los próximos años. Ningún proyecto de militarización de nuestros pueblos a resuelto los graves problemas de violencia e inseguridad, por el contrario, los han agravado”.

El MOU configura ocupación de la soberanía del Ecuador por el gobierno de Biden, y aunque que al momento se desconoce su contenido, a groso modo debemos manifestar que se suscribió el día 19 de julio entre el subsecretario  adjunto de Defensa para el Hemisferio Occidental. La firma del acuerdo se concretó el pasado 20 de junio, cuando el subsecretario adjunto de Defensa para el Hemisferio Occidental de los Estados Unidos, Daniel Erikson, se reunió en Quito con Guillermo Lasso.

Es fundamental decir que la gran estructura mediática y comunicacional, encargada de difundir la narrativa de Carondelet, lo llena de bondades, beneficios, conociendo que este oculta y trae consigo una especie de protectorado, es decir, ocupación militar por tropas estadounidenses. Varios funcionarios de alto rango del país norteamericano visitaron Ecuador, entre ellos la jefa del Comando Sur de los Estados Unidos, Laura Richardson; el jefe del Buró de la Guardia Nacional de ese país, Daniel R. Hokanson, y varios senadores.

Según la Embajada de los Estados Unidos en Ecuador, desde 2018, cuando el gobierno de Lenín Moreno robusteció las relaciones diplomáticas con Washington, el entonces gobierno de Donald Trump financió numerosos programas de asistencia en seguridad y defensa por 140 millones de dólares.

Con el nuevo memorando de entendimiento los Estados Unidos se comprometen a colaborar con Ecuador de manera sostenida y a largo plazo.

“Hablemos sin barbijo o mascarilla” expresa un refrán popular. A esta supuesta ayuda subyacen los perversos intereses muy camuflamos del gobierno federal norteamericano.

Durante el año 2022 se ha venido realizando entrenamiento y prácticas con el uso de armamento letal entre militares estadounidenses y la Brigada de Selva del Ejército ecuatoriano, acantonada en la provincia de Orellana, con la finalidad de aplacar a ciertos vestigios de las disidencias de las otrora Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC-EP) o segunda Marquetalia, que al momento están en mesas de diálogo con el gobierno de Gustavo Petro, que camina a paso firme para convertir a Colombia en potencia mundial de la vida con justicia social.  En más de 50 años la ley del ojo por ojo trajo un recrudecimiento de la violencia y miles de víctimas mortales del conflicto.

Empero, es lamentable que Ecuador esté a punto de convertirse en el país más violento e inseguro de Latinoamérica.

Desde una mirada geopolítica connota libre albedrío de los militares norteamericanos en territorio ecuatoriano, una especie de intervención, facultada y avalada para ejercer vigilancia geoestratégica a los gobiernos que hacen uso del principio fundacional de la Carta de las Naciones Unidas, como es la libre autodeterminación de los pueblos.

Mientras tanto, en el imaginario social y popular se posiciona el libreto de combatir la inseguridad y violencia, con armas.

 La apuesta debe ser por inversión en seguridad, generación del empleo, en justicia social, con sólidas políticas públicas, pensadas y construidas con y para seres humanos.

Es fundamental leer el fracaso acontecido en otros pueblos hermanos, sería muy grave volver a utilizar el manual de adversos impactos, por cierto irreversibles.

En transcurso del año 23, desde enero a julio, existe una data letal de más de tres mil muertes violentas, significando unas 45 muertes letales por cada 100 mil habitantes, en una población de más de 18 millones de personas, cifras dadas a conocer por el Comandante General de la Policía.

Otros países son la evidencia más tangible de que los Estados Unidos han transgredido la democracia y generado crímenes y delitos de lesa humanidad debido a sus acciones represivas.

Cuba, Nicaragua  y Venezuela, bajo asedio e injerencia, no han dejado de levantar sus voces de lucha y resistencia en contra  de los manuales y libretos norteamericanos, que son el reflejo más nefasto, en donde el ataque se ha manifestado en demenciales actos, irrespeto y manipulación de los diferentes instrumentos  de las Naciones Unidas, como es su carta fundacional, Derecho Internacional, de Derechos Humanos, Derecho Humanitario Internacional, negando el derecho de los pueblos a autodeterminarse y defender su soberanía que le ha puesto una enorme telaraña de obstáculos a la decolonización de Latinoamérica.

El bloqueo, las medidas coercitivas unilaterales (MCU), sanciones, órdenes ejecutivas, los Estados Unidos las consideran como un acontecimiento natural.

Ciberespionaje, Ciberseguridad, son el corazón estratégico de este perverso libreto que oculta el rostro neofascista de los Estados Unidos, que muy hábil y sutilmente sus laboratorios de inteligencia ya han atrapado al Ecuador, porque el régimen de neoliberalismo autoritario de Lasso se ha subordinado, es sumiso, incondicional y está muy desesperado en dar cumplimiento a la agenda de injerencia y subversión política e ideológica yanqui en la Región.

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Luis Ernesto Guerra Ecuatoriano, analista político y activista de Derechos Humanos

Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor/a

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