¿Se habría postulado Renny para las elecciones primarias de la oposición?

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Con la aparente reactivación del radicalismo opositor, desatado hoy con la furia que le causa la ratificación de una medida de inhabilitación vigente desde el año 2015 contra una de sus más encumbradas dirigentes, el país pareciera enrumbarse una vez más hacia el funesto escenario de la confrontación política insustancial, pero muy cargada de violencia, a la que tercamente nos condujo siempre la derecha venezolana a lo largo de todo el período revolucionario, a pesar de haber recibido por parte del pueblo el más multitudinario y rotundo rechazo a todo experimento guarimbero que pretenda reeditarse de nuevo en Venezuela, después de tanto dolor padecido para alcanzar la paz y la tranquilidad conquistadas.

Se reedita en el ambiente político la misma irracionalidad y el mismo odio que en el pasado condujo a miles de venezolanas y venezolanos a caer en el irresponsable y muy peligroso juego de la derecha promoviendo ingobernabilidad y estallido social como fórmula para hacerse del poder a como diera lugar por encima de la voluntad popular expresada en el voto, que obligó a la Asamblea Nacional Constituyente del año 2017 a promulgar una Ley Contra el Odio, como parte de las acciones del Estado venezolano que se hicieron tan necesarias para desmontar el escenario de guerra, por esa derecha promovido.

Un ejercicio de la violencia como recurso político, basado en la mentira, la manipulación y el infundio, aliñado, por supuesto, con infinidad de falsas y muy ilusorias promesas, carentes siempre de los más elementales principios propiamente políticos, desde el punto de vista no solo teórico o ideológico, sino incluso hasta en lo más sencillo de la estructura retórica o discursiva, cuyo cenit de irresponsabilidad e insubstancialidad ideológica ha sido en todo momento la impudicia que ha significado su recurrente entreguismo al imperio norteamericano, que llevara al comandante Chávez a implorar en más de una ocasión por “una oposición con moto propia”.

Una realidad irrefutable que el ropaje de demócrata que ahora viste esa derecha para tratar de engatusar de nuevo a las venezolanas y los venezolanos no puede borrar ni ocultar, por mucho que los índices de malestar que pudieran existir entre la población, precisamente en virtud de la severidad de la guerra desatada contra el país por esa misma derecha, pudiera hacerle suponer a cualquiera que la voluntad y el compromiso del pueblo en función de su proyecto revolucionario podría haberse resquebrajado o alterado en modo alguno.

Un ejemplo claro de lo que carece ese sector del antichavismo visceral desde el punto de vista ideológico, podría encarnarlo perfectamente Renny Ottolina, un hombre cuyo pensamiento de derecha fue absolutamente innegable e inconfundible, expresado por él en mil oportunidades a través del poderoso alcance nacional que llegó a tener como figura cimera de la televisión y la radio venezolanas, pero al que nunca, a través de una trayectoria profesional de más de medio siglo, se le conoció un comportamiento inmoral o vergonzoso, ni en lo personal ni como el político que fue a lo largo de los últimos años de su vida.

Siendo un individuo de extracción humilde, Renny llegó a ser sin embargo la encarnación misma de las clases más encumbradas de la sociedad venezolana, toda vez que su éxito radicaba en la forma vehemente en que defendía los principios de la libre empresa y del modelo de democracia neoliberal que, como vocero de infinidad de marcas nacionales e internacionales del mayor prestigio corporativo, promovió durante la mayor parte de su carrera, lo que, por supuesto, inclinaba la balanza del activo político que eventualmente estaba construyendo hacia los sectores oligárquicos antes que hacia los verdaderos sectores populares, que debían conformarse apenas con los buenos espectáculos que el animador presentaba.

Su irrestricta defensa de lo que él mismo denominó siempre la “venezolanidad” y muy particularmente de la patria, en lo que ciertamente rompió todos los esquemas comunicacionales existentes hasta aquel momento (mediados de los años 80 en adelante) lo condujo inevitablemente al terreno de la política, en el cual estaba orientado a marcar un hito en la historia del país de no haber acaecido el todavía hoy polémico “accidente” de aviación que acabó con su vida.

Un breve video, viralizado esta semana por las redes sociales, muestra exactamente esa faceta venezolanista y patriótica de Renny, justamente cuando le recriminaba a quienes, siendo igualmente de derecha, como él, apelaban hace medio siglo a potencias extranjeras buscando obtener un beneficio político inhibiendo las inversiones internacionales en el país. Algo que años más tarde también llegó a reclamarles el expresidente Rafael Caldera a esos sectores (los exministros fondomonetaristas del gobierno de CAP II), para los que pidió incluso la pena de muerte calificándolos abiertamente de “traidores a la patria”, lo que ha causado una relativa conmoción en los sectores de esa derecha ultra radical que ha empeñado todo su esfuerzo precisamente en la búsqueda de auxilio en el exterior para que desde más allá de nuestras fronteras y a costa de la cesión de nuestra soberanía, surja la fuerza que no ha logrado reunir en el país el antichavismo para hacerse del poder por la vía democrática.

Sin ser un político de carrera, ni mucho menos un ideólogo de derecha, Renny logró posicionarse rápidamente -y con la más entera propiedad- por encima de los políticos que representaban a los sectores pudientes de la sociedad a los que él se debía (lo que muy probablemente le condujo a la muerte) precisamente por su discurso de amor a la patria, que desde su posición de derecha él supo desarrollar con particular maestría no solo a través de una muy bien formada capacidad retórica, sino con hechos prácticos más que tangibles que transmitía a través de sus programas y cuñas de televisión y radio, y que, gracias a esa intachable conducta en defensa de Venezuela, le hizo merecedor del afecto del pueblo, demostrando en carne propia que ser de derecha, siendo el más encumbrado vocero del pensamiento derechista del país, como él llegó a serlo en aquel momento, de ninguna manera justifica la inmoral y rastrera condición de vendepatria que hoy el antichavismo, en un nuevo intento de engaño  al pueblo, pretende presentar como un recurso válido y muy digno del comportamiento político.

En ese plano, el de las hipótesis cualitativas, es perfectamente lógico asumir que Renny con toda seguridad habría proseguido una trayectoria de largo aliento en el terreno político venezolano, en un giro de la historia en el que tal vez se le habría cerrado al paso al oportunismo que representaron al término del siglo XX (y siguen representando hoy) las neofascistas corrientes de ultraderecha que ocuparon el espacio de los destartalados partidos del puntofijismo, y que han acabado con toda posibilidad de un verdadero ejercicio democrático de la política en el país al convertir el debate ideológico en una eterna y desesperada pugnacidad fundada en el odio, la violencia y la amargura.

Lo que sí es perfectamente seguro, es que Renny jamás habría participado en ninguno de los sainetes a los que acostumbra esa derecha maltrecha venezolana para intentar mantenerse a flote en la escena política. Principalmente por el enfermizo apego a la fórmula de la traición a la patria en el que insiste esa rastrera oposición, cuya inmoralidad al día de hoy, cuando todavía aparecen voces defendiendo los supuestos derechos políticos que tendrían que respetársele, por ejemplo, a esa máxima exponente de ese ejercicio de lesa patria que es María Corina Machado, casi raya en lo demencial,

El que llegó a ser reconocido como “el número uno” por el pueblo venezolano (en referencia a su sitial como el presentador más destacado de la televisión) jamás habría participado de las chapuzas recurrentes de la oposición, como aquella del inefable golpe de los plátanos, ni mucho menos de las abiertas acciones contra Venezuela a las que esos sectores han recurrido insistentemente de la manera más irracional y enfermiza.

Renny podrá haber sido un hombre de derecha, o incluso de ultra derecha, como en efecto lo fue a través de toda su trayectoria como hombre público. Pero, por encima de todo, era un tipo serio. Con verdadero sentido de la responsabilidad y de la vergüenza. Lo que deja sin lugar a dudas el video que hoy circula por las redes sociales.

Desde el más allá, Renny viene a decirles a esos entreguistas, que es una completa mentira eso de que para lograr que la derecha llegue al poder sea válido vender la patria por un puñado de dólares. De ahí que, el primero que habría desaprobado, no solo las primarias, sino a todo ese repugnante liderazgo de vendepatrias, habría sido él.

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Alberto Aranguibel B. Venezolano, comunicador social

Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor/a

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