Día de los comunes

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Capaz no llegue a jugar profesionalmente al FÚTBOL, o capaz sí, pero amateurmente. Cuando voy a cada pelota voy a morir, cuando mis piernas dicen BASTA mi corazón dice SEGUÍ. A diferencia de los profesionales cuando se me rompen los botines no los cambio, paso noches arreglándolos, pegándolos, para poder seguir jugando porque es lo que amo. El fútbol es mi VIDA, no solo un pasatiempo, es el que me hace olvidar de todo y por el que daría la vida. El día que no pueda jugar más, ahí termina mi vida.

Emanuel Ortega, exjugador de fútbol.

En algún momento de nuestras vidas hace falta algo, desde lo vital, como el alimento, hasta lo esencial, como el abrazo de los nuestros, pero hay algo que “es la cosa más importante de las cosas menos importantes”, que es mi debilidad, y extraño cuando hace falta… el fútbol.

Muchos protestan por los millones (cantidades obscenas) que ganan los futbolistas en el profesionalismo –millones que son generados por nuestra capitalista forma de vivir, incluso la de los que odian este hermoso deporte–, pero ese no es el fútbol. En Bolivia protestan por el fútbol profesional y su bajo nivel, tienen razón, aunque ese fútbol haya dado los logros más grandes de la historia de nuestro deporte, pocos y hace ya tiempo, pero los más importantes, pero ese no es el fútbol. No el de la gente, de los que patean la pelota desde que no tienen memoria, de los que jugaron de niños, solos, con su primer balón contra las puertas, imaginando un cancha llena, de los que llegaban a casa con las rodillas destrozadas por la tierra, el aserrín, el cemento o incluso asfalto de las canchas; de los que jugaban hasta 10 partidos por semana y se desmayaban de cansancio pero contentos; de los que se “enfiestaban” hasta las cuatro de la mañana y luego firmes a las siete en la cancha; de los que veían los partidos de la Bundesliga con una semana de retraso; de los que armaban campeonatos infinitos de tapa coronas; de los que leían las hazañas de Pelé, Garrincha, Beckenbauer y Cruyff; o más cerca, Alborta, Ugarte, de los uruguayos del 50 o los bolivianos del 63.

Cuando hace falta, el fútbol se extraña en todas sus formas: Ir al estadio como la gente que va a misa por fe, que no ve a Dios, pero lo siente; verlo en televisión, en directo y las mil repeticiones; y obviamente, ¡jugarlo! no para ser el mejor, sino para ser feliz… esos somos.

Hay muchas fechas memorables en la historia del fútbol, cada título mundial, el primer gol olímpico, la primera chilena, el gol mil de Pelé, la “mano de Dios”. Para Bolivia un 31 de marzo, un 25 de julio o 19 de septiembre. En la Argentina el 14 de mayo, como en Chile el primer domingo de diciembre, es el día del futbolista, de los amateurs, de los comunes… felicidades a todos los futboleros del mundo.

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Enrique Claros Boliviano, gestor cultural

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1 COMENTARIO

  1. Toda la razón querido Quique, el fútbol lo es todo, algo inenarrable, uno vive fútbol, come futbol y en particular me pasa eso, solo espero que llegue fin de semana para salir de casa, colgar el maletín en la espalda, llegar a la cancha y compartir con la gente que tiene los mismos sentimientos. Yo jugaré hasta q las piernas me lo permitan y si no puedo más, iré a alentar a los que aún puedan

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