El plan antiinflacionario de AMLO y la Venezuela bolivariana

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La cada vez más activa política exterior del gobierno del presidente, Andrés Manuel López Obrador AMLO, de los Estados Unidos Mexicanos ha impactado el escenario político y económico latinoamericano con la iniciativa dirigida a atacar las causas de la endémica inflación de algunos países, mediante cambios importantes en sus esquemas impositivos y arancelarios que favorezcan el intercambio regional de alimentos, maquinarias y servicios conexos.

El primer dato relevante, de esta atractiva propuesta, es que la misma no está formulada en el seno de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), lo que no impide que sea ulteriormente discutida en ese espacio panestatal, sino mediante una  convocatoria inicial extendida a Argentina, Brasil, Colombia y Cuba y «notificación de interés» a Bolivia, Chile y  Honduras, países con causas y niveles  inflacionarios disímiles.   

Las reacciones iniciales a esta propuesta mexicana, han sido sobrias y poco publicitadas por la massmedias del continente, seguramente por provenir de un actor de reciente figuración en los escenarios geopolíticos regionales bajo la presidencia de López Obrador. Pero, también, por tratarse de una interesante iniciativa económica basada en un tema estructural de América Latina que pudiera tener un «pique» geopolítico regional y global, el cual no se descubre en su informal anuncio y deja lugar a varias  interrogantes sobre su contenido, aplicación y largo desarrollo.

En los predios del Ministerio del Poder Popular para Relaciones Exteriores del gobierno de Venezuela, que preside Nicolás Maduro Moros, la ausencia de una  inicial invitación mexicana debió de ser motivo de preocupación por tratarse de un país cuya crisis actual,  originada por deformaciones estructurales de vieja data, el bloqueo económico-financiero global de los gobiernos de Estados Unidos desde 2014 y errores propios en su política  económica, en medio de los avatares de los cambios políticos impulsados por el presidente Hugo Chávez y su vigente sucesor, Nicolás Maduro Moros, generaron en los últimos años la más alta y desconocida espiral inflacionaria en la historia de América Latina la cual, felizmente, desde el recién  pasado año 2022, inició su declive y hoy tiende a estabilizarse en niveles aceptables.      

Quiérase o no, la República Bolivariana de Venezuela es un actor y factor geopolítico que, aunque en las actuales circunstancias adversas de su economía y problemas políticos, ha jugado y sigue operando un relevante papel  en el proceso de integración regional como potencia energética y de apoyo a las economías de bajo y mediano  desarrollo en nuestra América, fundamentalmente a través de la Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América (Alba) y el exitoso  programa energético-financiero Petrocaribe. Lo que desde el año 2004 se constituyó en la base de la resistencia y la recuperación de las economías de la subregión del Caribe y América Central seriamente afectadas por la crisis global del sistema financiero de los años 2007 y 2008 y las políticas neoliberales impuestas por  el (FMI) a sus débiles economías agroexportadoras.

Tal posicionamiento geoestratégico, sumado a las inmensas potencialidades y crecientes necesidades alimentarias venezolanas y  la severa crisis provocada por el bloqueo criminal de los gobiernos de Bush, Obama, Trump y ahora Biden, con el apoyo de  gobiernos  satélites de Europa y América, deberían de ser considerados a la hora de integrar a Venezuela en el grupo de países impulsores de la iniciativa antiinflacionaria  del Presidente López Obrador,  que de esa manera no solo reconoce el generoso aporte de los presidentes, Chávez y Maduro,  a la seguridad alimentaria de los pueblos de la región sino que le envía un mensaje al histórico enemigo de nuestros pueblos: el gobierno de Estados Unidos, de que junto con Cuba, Nicaragua y  Bolivia; la República Bolivariana de Venezuela debe y tiene que estar en la primera línea de defensa de la integración y la solución de los problemas económicos que hoy afectan a nuestramerica; dejando a un lado las diferencias de proyectos y visiones políticas, para afirmar el destino histórico de la unidad  de nuestras naciones en repúblicas hermanas; tal como lo propuso el general en jefe y Libertador, Simón Bolívar, en su llamamiento a celebrar en 1826, en el Istmo de Panamá un Congreso Anfictiónico, cuyas últimas sesiones, pese a las maniobras injerencistas y divisionistas de Estados Unidos,  se celebraron en   el pueblo de Tacubaya antes cercano y hoy parte de la capital de los Estados Unidos Mexicanos. 

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Yoel Pérez Marcano Venezolano, exembajador en San Vicente  y las Granadinas y Belice

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