Hace pocos días me hicieron una vez más la pregunta ¿Por qué el matrimonio igualitario es una bandera desde los sistemas neoliberales y capitalistas y no desde los sectores sociales y progresistas? Esta duda, es una constante que trataré de esclarecerla un poco aquí.
Empezaré diciendo que el matrimonio, como lo conocemos hoy, no es el mismo que en la época feudal. En el Medioevo, la iglesia celebró más de 12 matrimonios homosexuales, según registra un estudio realizado por la Universidad de Yale sobre los archivos papales del Vaticano. En el periodo greco-romano, Alejandro Magno se casó con mujeres, y hombres eunucos. No obstante, el matrimonio heteropatriarcal fue sustraído de la religión e instituido por el Estado capitalista en el siglo XIX. Ya que, la institución matrimonial, fue un instrumento del Estado victoriano en pro de los intereses de la Revolución Industrial.
La Revolución Industrial necesitó mano de obra barata, explotable y continua, por lo cual, instituyó el matrimonio heterosexual como un instrumento para proveer la fuerza de trabajo. Este tipo de matrimonio -hasta el día de hoy- es patriarcal y heteronormado, porque la mujer, desde esa época, tiene el rol de procrear, cuidar y garantizar el crecimiento de la prole.
En esta etapa del capitalismo industrial, lo que no generaba vida fue excluido de la sociedad. Cualquier rastro de las diversidades sexo-genéricas de la antigüedad, hoy población lesbiana, gays, bisexuales, transgénero y queer (Lgbtiq) fue borrado de la historia y cualquier vestigio bisexual o pansexual de la historia humana, se patologizó, ilegalizó, criminalizó, demonizó, persiguió, encarceló o se internó en sanatorios mentales a cualquier persona que no siguiera la normativa heterosexual.
Como primera conclusión, el matrimonio es una institución del Estado capitalista, patriarcal, heteronormado, que garantiza fuerza de trabajo barata al mercado productivo. Entonces, ¿por qué en las dos últimas décadas el sistema neoliberal apoya y alza las banderas del matrimonio igualitario?
Pues, la respuesta está en las mismas contradicciones que tiene todo sistema económico y en las reivindicaciones sociales de los sectores obreros del mundo. Mientras las y los obreros comenzaron a ganar derechos, los dueños de los medios de producción se les reducían los márgenes de ganancias. Ejemplo de eso son: los derechos de maternidad, el costo prenatal y postnatal, las bajas médicas, el derecho de asistir a los niños; todos esos derechos conquistados están en desmedro de las ambiciones y, por lo tanto, de la explotación.
No es gratis que actualmente el sistema capitalista esté a favor de las agendas Lgtbiq. Les cuento el secreto de esta “New Political Lgbtiq”… Lo primero, es que somos un nicho de consumo, hay hasta cruceros Lgbtiq, ropa, productos, restaurantes, hoteles, etc.
Gay Friendly, la capacidad adquisitiva es inmensa. Segundo, somos más explotables, laboralmente hablando. Al ser una población discriminada, siempre tratamos de dar lo mejor laboralmente, nos quedamos horas extras, estamos enfocadas en nuestras profesiones, diría que algunas y algunos rayando en lo obsesivo. No tenemos que salir a la hora en punto para estar con nuestra familia, ni pedir bajas por maternidad, o tener que asistir, en pleno horario laboral, al colegio por algún percance con nuestros hijos o hijas, (ya que pocas parejas homosexuales desean tener descendencia).
Estas dos razones hacen que el sistema neoliberal esté deponiendo lo que el sistema liberal impuso hace un par de siglos; con esto respondemos la primera parte de la pregunta inicial, pero ¿Qué pasa con los sistemas socialistas, en vías del socialismo, o países llamados progresistas? ¿Por qué la revolución cubana, venezolana, el Estado Plurinacional no alzan las banderas del matrimonio igualitario? Lamentablemente, no podré contestar a plenitud esta pregunta ya que poco desconozco particularmente todas las realidades, aunque tengo conocimiento de la realidad cubana y algo de la cambiante realidad venezolana, por lo que solo responderé desde la nuestra, boliviana.
En Argentina, Chile, Uruguay, México y creo que alguno más, existe el matrimonio igualitario, también aquí en Estados Unidos, donde recientemente me casé con una mujer maravillosa. Pero ¿por qué en Perú, Bolivia y Ecuador no se aprobó? sobre todo en Bolivia, donde hace años que existe un gobierno progresista antidiscriminación. Pues , la respuesta es fácil, por lo mismo que la religión acompañó dos siglos de matrimonios heteronormados. La religión, siempre fue un instrumento de control social del poder dominante, la cual ayudó a demonizar las relaciones homoparentales o diversas, así como el Estado las patologizó y criminalizó, la religión las volvió pecado, cuando nunca lo fue.
Recordemos que la religión fue un instrumento de colonización, y justamente los países más colonizados, hoy son los más conservadores.
Aunque la Constitución separa la religión del Estado, y el Estado es laico hace 14 años en Bolivia, quienes administran, regulan, legislan y manejan las instituciones estatales son personas. Personas que están atravesadas por las creencias de la pseudociencia desde 1950, de leyes antiguas plagadas de los tapujos morales que se implementaron en la época victoriana, es decir, pensamientos con dos siglos de retraso. Gente que aun cree que solo existen dos cromosomas sexuales, como el XX o XY, cuando en realidad hay más de ocho formas cromosómicas del sexo.
Aún queda la tarea más vasta, y es la de reeducarnos. Que nuestras creencias se queden en casa mientras administramos un Estado.
Les aseguro que el Che (Guevara), habría, en un principio, estado en contra de las políticas implementadas últimamente en Cuba, donde ya existe el marco jurídico para el matrimonio igualitario, y seguramente habría debatido con Mariela Castro Espín (sobrina de Fidel) quien es impulsora de toda la política inclusiva en Cuba.
Y también estoy segura de que el Che, habría cambiado finalmente de opinión, así como lo hicieron Fidel y Raúl Castro, porque, entre otras cosas, los estudios científicos con más tecnología y avances refutan cualquier teoría de los siglos pasados, además por la laicidad del Estado y, sobre todo, porque el derecho a la vida está implícito. El derecho de ser, ya que la autodeterminación no solo es del Estado sino también de las personas.
Cada quien determina su identidad de género, su orientación sexual, su expresión de género y sobre todo, a quien ama.
Por mi lado les confieso algo, yo no estoy de acuerdo con la institución del matrimonio, por toda esa carga patriarcal, capitalista, heteronormada y -aun así- me casé. Porque el matrimonio, hoy en día, genera y garantiza derechos: derechos sucesorios, derechos de familia, derechos económicos, de seguridad social, seguro médico del cónyuge, derechos migratorios. Y esta es la razón por la que defiendo y lucho por el derecho al matrimonio igualitario, por una igualdad y dignidad humana de la que nadie te puede despojar.
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Tamara Núñez del Prado Boliviana, feminista LGTB
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