Un busto de José Martí al ingreso y un lienzo de Vilma Espín en la dirección, entremezclados con mariposas de papel maché en las paredes, fueron las primeras imágenes del círculo infantil que captaron mis ojos.
Me sentí bien. La buena vibra, el instinto materno o aquella inmensa imagen de Vilma me decían que Lucía estaría espléndida en su primer establecimiento educativo.
Los círculos infantiles, encargados de atender la primera infancia en Cuba, nacieron prácticamente con la Revolución, y estoy segura que, por la genialidad de Fidel y la gran Vilma Espín, representan una de las más importantes instancias de estimulación temprana y educación de las y los más peques de la casa. Además de ser primordiales para el desarrollo infantil, son en sí una obra feminista, porque nos permite a las mujeres que decidimos ser madres continuar con nuestro desarrollo personal, intelectual y laboral; puedo llevar a mi Lu desde las siete de la mañana y recogerla a las cuatro de la tarde.
En el establecimiento le garantizan actividades educativas y de distracción en la mañana, se les brinda dos meriendas y almuerzo; después de este realizan una siesta en catres replegables de madera. Y, por supuesto, el círculo viene con amiguitas y amiguitos incluidos, juguetes e historias.
Es decir, tengo un lugar seguro, público y prácticamente gratuito (se paga una matrícula simbólica) en el cual puedo dejar a mi niña sin preocupaciones mientras realizo mis actividades de ocho horas en el Hospital. Puede ser que las condiciones de hoy no sean las de antes, porque estamos golpeados por una dura crisis económica, pero Lu, como cualquier niña cubana, goza de paz y seguridad en su primera infancia, las que también necesito como mamá.
Pienso que esta es una de las más nobles obras de la Revolución cubana, pilar de la construcción de una sociedad segura y emancipadora para la mujer y la niñez. Ojalá tuviéramos círculos infantiles en todo el continente que reparen nuestros sueños y engendren una América Latina un poco más justa y feliz.
¡Gracias vida, gracias Vilma, gracias Fidel!
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Ariana Campero Nava Boliviana, exministra de Salud
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