No han podido ni podrán el bloqueo y las Medidas Coercitivas Unilaterales (MCU), órdenes ejecutivas, detener la voluntad soberana de un pueblo que defiende en pie de lucha, en movilización de calle, su Revolución bolivariana, que tiene una marea humana de unión cívico -militar, de poder comunal, de poder popular.
A propósito , el 23 de enero se conmemoraron los 65 años de la Revuelta Popular en contra de la última dictadura militar de Marcos Pérez Jiménez y cuatro años en la pretensión de imponer un gobierno de facto con Juan Guaidó, un títere del imperialismo norteamericano e internacional operador de la injerencia y desestabilización de la democracia soberana.
El criminal y demencial bloqueo, las MCU impuestas arbitrariamente al más rancio estilo de la Doctrina Monroe y el Plan Cóndor que nunca desaparició de la región latinoamericana, similarmente los manuales injerencistas del ideólogo Gene Sharp, que han querido destruir la voluntad soberana de un pueblo que tiene dignidad y que no va a subordinarse jamás al hegemón yanqui, cuyo objetivo y fin en mente es el de mantener la hegemonía en contra de países que operan bajo esquemas diferentes al orden y establecimiento norteamericano, del Consenso de Washington y el Gobierno Federal –sea republicano o demócrata–, hoy presidido por presidente Biden.
Vienen ejerciendo una demencial presión política e ideológica a través de los grandes medios de comunicación, que configura guerra mediática, y mediante falsos movimientos sociales, un pseudo oenegenismo al que hoy el gobierno bolivariano ha implementado un proceso de auditoria, porque desde allí se ha orquestado la desestabilización.
Es decir, buscan imponer el neoliberalismo autoritario, porque sus intereses geopolíticos y geoeconómicos estratégicamente tienen su mirada enfocada en los abundantes recursos naturales energéticos, como gas y petróleo, debido a que Venezuela posee la reserva mundial probada más grande en materia energética y, además, por alojar en su subsuelo otros minerales metálicos y no metálicos, agua dulce y diversos ecosistemas.
Por lo tanto, para el imperialismo norteamericano no ha dejado de ser una amenaza inusual legada por Obama, continuada por Trump y retomada por Biden.
Han golpeado económica, financiera y socialmente al pueblo venezolano en sus Derechos Humanos, en el pleno disfrute del desarrollo soberano y fundamentalmente al derecho de vivir en paz con dignidad.
Al imperialismo hay que enfrentarlo, denunciarlo en la comunidad internacional, en los foros y cumbres de las nuevas formas de integración como la Comunidad de stados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), la Alianza para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), que son formas de integración de los pueblos que tienen una mirada plural, de unidad en la diversidad, antihegemónica, antiimperialista, descolonizante, de solidaridad, de cooperación, complementariedad y, fundamentalmente, de defensa de la libre autodeterminación y respeto al Derecho Internacional, así como a los tratados e instrumentos de Derechos Humanos.
La VII Cumbre de Celac condenó el bloqueo naturalizado e impuesto tanto a Cuba como a Venezuela, y exhortó a los Estados Unidos a levantarlo, ante su delegado asistente a esta cita, por violentar el Derecho Internacional y el principio de la libre autodeterminación de los pueblos, contemplado en la Carta Constitutiva de las Naciones Unidas.
Hoy Venezuela bolivariana avanza y camina, en la tercera década del siglo xxi, con una Revolución tejida de pueblo, de pueblos originarios, de pueblos afrodescendientes, de jóvenes, de hombres y mujeres que siempre han amado la paz y la vida en abundancia.
Más de 30 mil millones de dólares que le pertenecen al pueblo están detenidos en bancos de los Estados Unidos y la Unión Europea (UE).
Se pretendió desconocer al legítimo presidente Nicolás Maduro Moros, quien por voluntad soberana del pueblo fue llevado al Palacio de Miraflores.
Ni las guarimbas violentas, tampoco la penetración de mercenarios y paramilitares que intentaron cometer magnicidio, frenaron al noble pueblo bolivariano, víctima del latrocinio oligárquico-imperialista y de una violenta y extremista oposición anclada en la incubación y generación del caos, de recurrentes órdenes ejecutivas del Gobierno Federal norteamericano. Esta demencial oposición se enmarca y expresa las mismas lógicas y dialécticas de subordinación a un capitalismo salvaje, sediento de acumulación y concentración de riqueza a través de su nefasta estructura de complejos militares, industriales y financieros, la tutela del lobby sionista que extermina al pueblo de Palestina y que maneja de acuerdo a sus intereses de capital rentista y especulativo al sistema de Naciones Unidas.
Nunca un pueblo ha sido sometido a las pruebas, a la agresión, al acecho y asedio como el pueblo bolivariano de Venezuela en estos últimos cinco años.
Toda revolución real no tiene otra opción que el combate y enfrentamiento al imperialismo, mediante la creación de las bases materiales y financieras de la transición al socialismo.
Ergo, este proyecto revolucionario ha estado atacado por métodos históricos de agresión imperialista estadounidense e internacional con nuevos ensayos construidos y edificados en los laboratorios de inteligencia por los tanques de pensamiento norteamericano, con nuevas formas de guerra asimétrica, no convencional, híbrida, violencia paramilitar, guerra económica, agresión constante a la moneda, uso psicológico de las redes sociales, sabotaje a los servicios públicos, el intensivo y tortuoso entramado internacional de los consensos de la derecha que han incumplido los acuerdos de la mesa de diálogo en México, manteniendo congelado el dinero que le pertenece al pueblo y que sabotea su derecho soberano a desarrollarse y vivir con dignidad.
La Revolución bolivariana cumple un rol fundamental en el actual proceso latinoamericano y el renacer de una segunda oleada progresista de diferente matiz, en donde el imperialismo abierta y descaradamente pretende dar lecciones de democracia a los pueblos que no responden a su plan y agenda de sometimiento y subversión.
En síntesis, el objetivo y fin en mente de Washington es destruir el bolivarianismo resignificado por Chávez en el siglo XXI y continuado por presidente Maduro, así como su difusión en Latinoamérica.
Hoy vemos cómo despertó una Venezuela con poder popular, movilizada, permanentemente activada, creativa, innovadora, conmemorando cuatro años salpicados de asedio e injerencia norteamericana, de bloqueo y MCU, que evidencia uno de los crecimientos económicos más grandes de la región latinoamericana y del Caribe.
El Comando Sur ha vuelto a nuestra Región y pretende usurpar nuestras soberanías, recursos naturales energéticos: petróleo, gas, litio, agua dulce, tierras raras, ya que el triángulo de litio presente en Bolivia, Argentina y Chile es muy atractivo, debido a su importancia, por ser una fuente energética limpia y amigable con el ambiente. Ello es lo que mantiene en permanente disputa por la Región al imperialismo norteamericano.
No podrán detener y apagar el despertar de los pueblos como Venezuela bolivariana, de Latinoamérica y el Caribe, que abrigan la esperanza de vivir en paz, con unidad en la diversidad, de pueblos que tienen el pleno derecho de vivir con libre autodeterminación.
Los hijos e hijas de Bolívar y Chávez en las calles seguirán luchando en contra del genocida bloqueo y las MCU, que han pretendido asfixiar el derecho soberano de un pueblo que ha innovado y emprendido internamente sin depender del petróleo.
Venezuela exige respeto a su soberanía y a la libre autodeterminación.
El pueblo bolivariano demanda el levantamiento del bloqueo y las MCU, que lo mantienen movilizado en contra del imperialismo norteamericano.
El poder comunal y popular le apuesta a una vida con dignidad, a un proceso descolonizante de un imperialismo nefasto y belicista convertido en gendarme de la Humanidad.
Alguna vez Chávez dijo: “Unidad, lucha, batalla y victoria, es decir, batalla de las ideas”.
Los hijos e hijas de Bolívar y Chávez en pie de lucha con el liderazgo de Nicolás Maduro Moros.
La Revolución bolivariana de Venezuela tiene génesis de poder popular y cada día despierta abrazando desde el Esequibo, donde nace la soberanía territorial, el derecho soberano de vivir en paz.
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Luis Ernesto Guerra Ecuatoriano, analista político y activista de Derechos Humanos
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