La rebelión de los seguidores del expresidente saliente, Jair Bolsonaro, dirigida al derrocamiento del presidente en ejercicio de la República Cooperativa del Brasil, Luiz Ignacio Lula Da Silva, es una confirmación irrebatible de que la alianza reaccionaria mundial no está dispuesta a que los pueblos de nuestramerica transiten en este siglo XXI por los senderos del derecho justo, la paz, la democracia y el bienestar de todas y todos.
Desde el inicio de la primera ola progresista y democrática con la elección del presidente Hugo Chávez, en Venezuela en 1998, seguida de los triunfos de Néstor Kirchner, Cristina Fernández, Tavares Vásquez, Pepe Mújica, Lula Da Silva, Dilma Rousseff, Daniel Ortega, Manuel Zelaya y otros. Reiniciada ahora con las victorias del Presidente López Obrador en México y de Alberto Fernández en Argentina, Gabriel Boric en Chile, Xiomara Castro en Honduras y Gustavo Petro en Colombia. Las fuerzas oscuras del Complejo Militar – Industrial de Estados Unidos, verdadero y efectivo poder de ese país, han movilizado todas sus fuerzas políticas, financieras, mediáticas y militares para derrocar los nuevos gobernantes soberanistas y de la justicia social, para mantener la hegemonía de esa potencia mundial y su modelo de «democracias» tuteladas al servicio de sus grandes corporaciones y su estrategia de contención de China, como nueva potencia económica y tecnológica mundial con su propuesta de la multilateralidad y cooperación mutuamente provechosa.
Manuel Zelaya, Fernando Lugo, Dilma Rousseff y Evo Morales, fueron derrocados mediante Golpes de Estados con la participación de militares, policías y la dirección de las élites reaccionarias desplazadas del poder por el voto mayoritario del pueblo.
En ese marco, el encarcelamiento y posterior proscripción electoral ilegítima y antidemocrática de Lula, en las elecciones de 2018, para permitir la victoria del capitán golpista y agente de Estados Unidos, Jair Bolsonaro. Y, ahora, la subversiva campaña de la derecha brasileña para desconocer la victoria impecable e incuestionable del hoy presidente Lula Da Silva, confirman que el «estado profundo» de la comunidad de inteligencia yankee y el Departamento de Estado «movieron fichas» civiles y militares para dar un «Golpe Blando» en Brasil, frenar y desviar la actual ola de victorias electorales progresista hacia los viejos derroteros del neocolonialismo.
La izquierda y el amplio arco patriótico y progresista de nuestramerica, debe asumir con serenidad y firmeza la estrategia desestabilizadora y golpista de la derecha revanchista y sus tutores imperiales, ratificando el camino democrático y no violento que viene desarrollando. Blindado sus proyectos nacionales con políticas de profundo impacto social, integración y cooperación regionales. Multiplicación de sus alianzas estratégicas mundiales. Quebrando la subordinación financiera y tecnológica de las élites económicas colonialista y el fortalecimiento ideológico de sus institutos militares y policiales con el ideario político de la generación de Libertadores representada por Bolívar, San Martín, Petion, O’Higgins. Morelos, Sucre, Córdova, Maceo, Hostos, Alves de Lima, Alfaro, Zelaya y tantos héroes y mártires de nuestra gesta de Independencia.
Solo así, podremos construir la unidad de nuestros pueblos y alcanzar la victoria definitiva de la segunda Independencia.
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Yoel Pérez Marcano Venezolano exembajador en San Vicente y las Granadinas y Belice
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