ENTREVISTA│Williams Alberto Hernández “Hay que elevar el lenguaje poético a otros oídos, a otros corazones”

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Williams Alberto Hernández, nace en Caracas en el año 1963. Egresado de la Universidad Central de Venezuela como Licenciado en Artes, mención Gestión Cultural.  Profesor especializado en las áreas de Castellano y Literatura e Historia del Arte, facilitador de talleres y seminarios de creación literaria, lenguaje poético, técnicas lectoras, redacción de textos creativos, producción de eventos, planificación y formulación de proyectos dictados en diversas instituciones públicas y privadas de Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela.

Autor de los libros: Mis versos de autonomía, sentimientos para mi pueblo (Caracas, 1981), El marchar sin rumbos (Caracas, 1984), Las estrellas confinan un drama (Aragua, 1988), Herederos de la obscuridad (Aragua, 1994), Signos sobre la arena (Aragua, 1998), Volver Atenas (Aragua, 2005),  El paisaje de la Angustia (Caracas, 2011), Remotísimas causas, insospechados porvenires (Maracay, 2011), Mar citadino (Mérida, 2020) y Líneas paralelas (Mérida 2020) además de participar en las Antologías: Tertulias literarias (Caracas, 1984), Selección poética: Senderos Literarios (Aragua, 2004),  Senderos en el Tiempo (prosa) (Aragua, 2005), 70 poetas venezolanos en solidaridad con Palestina, Iraq y Líbano (Caracas, 2006), IV Festival Mundial de Poesía (Aragua, 2007), Paisaje poético (edición bilingüe, convenio Francia-Venezuela 2011), II Encuentro latinoamericano de poetas “Batalla de La Victoria” (Aragua, 2015) y Senderos Literarios, XXX años de historia (Aragua, 2016), Exilio y otros desarraigos, (Editorial Letralia, Venezuela, digital,2018). Contra molinos de vientos (Antología internacional poesía fusión, Argentina, 2020, digital)

Hernández, además ha gerenciado múltiples centros y proyectos culturales: Casa de la cultura de El Consejo (1990-1991), Ateneo de La Victoria (1991-1997), Casa de la Cultura de Las Tejerías (2000-2002), grupo Senderos Literarios (1986-2019), Bienal de Literatura Ciudad de la Juventud, clubes de lectura del eje este de Aragua, Concurso Interescolar de Cuentos “Margarita Berroterán”, encuentro de articulistas de opinión de Aragua, Fondo Editorial Senderos Literarios (1986-2012) y el Encuentro latinoamericano de poetas “La Victoria” (2012-2019).

Desde el estado Aragua donde reside desde el año 1985, conversamos con el poeta Williams Alberto Hernández.

¿Cómo llegaste a la poesía?

Mis inicios, en el hecho poético creativo, fueron a partir de los 12 o 13 años cuando escribí mis primeros poemas en las últimas páginas de mis cuadernos. En la Parroquia La Vega, comencé a hacer mis primeras lecturas y eso me llevó a escribir.

Cuando contaba con 16 años, por autogestión, publiqué mi primer libro. La palabra “autogestión” siempre me ha acompañado desde muy temprana edad. A los 16 años pedí al banco donde yo trabajaba, el banco Mercantil, un crédito de la caja de ahorros para  publicar el libro. En ese momento saqué mil ejemplares, luego en la noche salí a vender los libros en la calle y  a dar a conocer  lo que estaba creando.

Gracias a Dios, no pasaron tres meses y ya tenía los mil libros vendidos, pagué el crédito y prácticamente no hubo ganancias, pero me quedé con la satisfacción de haber publicado mi primer libro a esa corta edad.

¿Cuáles son tus referentes en la poesía?

Digamos que Neruda, fue uno de mis primeros referentes. Pude en ese momento digerir un tipo de poesía muy extraña para un muchacho de esa edad, pero que me llamaba poderosamente la atención. Luego, con el pasar de los años, otros autores fueron generando cierta influencia en mi forma de escribir, algunos poetas venezolanos como, Andrés Eloy Blanco. Me llamó mucho la atención la poesía de Ramos Sucre, su prosa poética. A los 14-15 años en la Asociación de escritores de Venezuela, conocí a Mila, pintora y escritora española que me dio la mano, me tendió un puente para que yo comenzara a conocer a otros autores. Le perdí la pista, pero fue una de las primeras personas que me tendió la mano en esto del crecimiento intelectual.

Mucha gente encuentra en Williams A.  Hernández a un promotor, gestor, productor entusiasta de la poesía ¿Ser poeta no es  suficiente?

Ciertamente, la promoción o la producción, en este caso en la gerencia cultural y particularmente la gerencia literaria, que es en el área donde tengo mayor experiencia  porque desde que tengo 21 años he venido gerenciando grupos culturales en Venezuela. Como el famoso grupo “Senderos Literarios”, con el cual tuvimos más de 30 años activos, fue uno de mis primeros experimentos, en el Estado Aragua, específicamente en la ciudad de La Victoria. Cuando hablamos de gerenciar es porque uno se va encontrando con otras personas en el camino que tienen la misma inquietud, que escriben, pero que no han logrado alcanzar sus sueños, ese fue el inicio de “Senderos Literarios”

Me fui a La Victoria, con apenas 21 años. Allá voy al liceo nocturno: “José Félix Ribas” y conozco a un grupo de personas jóvenes, igual que yo, que me hicieron una pregunta, así como punzante: ¿Cómo hago yo para publicar mi libro? En ese momento me vino la experiencia de Caracas y los invité a que nos reuniéramos en la Casa de la Cultura del Consejo, esa misma semana y allí nace: “Senderos Literarios” como un proyecto de autogestión editorial, pero ya no para mí, sino para muchos poetas; empezando por los poetas que estaba conociendo

Tras la creación del grupo amigos de la poesía y la Ruta Latinoamericana, entre otros proyectos, ¿Qué busca con estos encuentros y giras  por  países de América?

Algunas veces participo en encuentros internacionales que organizo como el “Encuentro Latinoamericano”, pero si usted revisa las páginas, lo menos que va a encontrar allí son  poemas míos. En el grupo de «Amigas y de amigos de la poesía» que funciona los domingos, el que menos publica poesía soy yo. Y todo esto se debe a  que hay una gran necesidad de ayudar al otro a través de lo que yo sé hacer. Pienso que esto también está potenciando el trabajo de uno, aunque en ese momento no se haga visible. A través de la publicación de otros, es como si me estuviera publicando a mí mismo. Estoy como dando ese gran paso con lo que yo sé, que de pronto el otro no lo sabe. En este caso  es la gerencia, la gestión cultural y que  por supuesto me eleva a la categoría de útil y es un fenómeno que mueve tu vida. En paralelo a eso, escribo y he seguido publicando, a la fecha ya son 12 libros. Pero las publicaciones para mí no son determinantes. Al contrario, cuando publica otro compañero, pongo ahora el caso del fondo editorial: “Nos Une la Poesía”, donde ya llevamos cerca de 50 títulos y por allí solamente publiqué la edición cero  y eso como un experimento, a ver cómo salía, entonces a partir del libro número uno  al 50, yo no he publicado nada; pero me da tanta satisfacción cuando sale un nuevo libro, del algún compañero que estaba igual que yo alguna vez: Inédito.

El “Encuentro Latinoamericano de Poetas La Victoria”, fue lo primero. Nació en el año 2014, es como la continuación de “Senderos Literarios” que para ese entonces ya cumplía 30 años y ya había dado todo lo que había que dar. Fue una etapa que tuvimos que cumplir. Senderos Literarios nace en el año 1986; luego en 2014 se da esa gran oportunidad de organizar el Encuentro Latinoamericano de Poetas, a propósito de la celebración de la Batalla de “La Victoria”, encontrarnos solamente a gente de Senderos Literarios, que andaba por allí un poco dispersa.

¿A qué crees que se deba la poca participación de las y los jóvenes en grupos de poesía?

En el grupo también hay gente joven, aunque no son la mayoría, pero se han descubierto a través de nosotros. Los jóvenes en estos momentos tienen dos caminos a seguir: el que le pauta la industria cultural, que mayormente los absorbe, y el de la rebeldía, que por supuesto es donde se rebelan contra la industria cultural y terminan creando su propio grupo, sus propios espacios solamente los jóvenes. Lo entiendo porque cuando comenzamos en el año’86, cuando salía Senderos Literarios a la calle decíamos: somos un grupo de jóvenes poetas. Llamarnos “jóvenes poetas” era como un distintivo importantísimo, es como decir: los jóvenes estamos haciendo y los viejos no hacen nada.

Entonces, entiendo a los jóvenes de hoy cuando ellos se organizan en sus propios grupos y tienen un poco de recelo con personas que tienen la edad que tengo yo, o la que puedas tener tú, pero que ya desde los 30 años, ellos lo consideran “viejo”. Hoy el término viejo se utiliza para una persona que supera los 30 años.

Creo que esas son cosas importantísimas dentro de la poesía, aquí no hay edad, aquí lo que uno tiene que hacer es abrirse, siempre he sido partidario de un slogan que usamos en Senderos Literarios, que me ha acompañado toda la vida: “No es el pueblo el que se ha alejado de la poesía, son los poetas los que se han alejado del pueblo”.

Eso sucedió en la IV República y está sucediendo ahorita en la V República. Esa es una crítica constructiva que debo hacer porque simple y llanamente salimos de una élite de la derecha y ahora hemos creado una élite de la izquierda y eso es importante que se sepa porque las élites no son buenas en ningún proceso de construcción social.

En el proceso de las inversiones hacia el arte encontramos que la figura del mecenas lo vivió en épocas antiguas la plástica y el teatro. En estos tiempos no es muy común oír sobre el mecenazgo a la poesía. ¿Cómo te has aplicado el mecenazgo a los encuentros poéticos?

Cuando nosotros decimos mecenas en los tiempos actuales, no estamos hablando de contribuyentes de grandes cantidades, como pudo haber sido en la Edad Media o el Renacimiento, donde podría perfectamente uno de estos mecenas mantener a un pintor durante toda una vida y el pintor solamente dedicarse a hacer sus cuadros, o un escritor a escribir sus obras literarias.

En estos tiempos, un mecenas es una persona que  tiene menos recursos, que con mucho esfuerzo se desprende de un plato de comida para dárnoslo a nosotros cuando hacemos la Ruta Latinoamericana de Poesía, que habilita un cuarto de su hogar donde duermen sus hijos  para que uno pueda instalarse con comodidad. Yo creo que ese es un mecenas que vale más que aquellos de la Edad Media o el Renacimiento que era una pizca lo que daban, un mendrugo que ni siquiera los mellaba.

Los mecenas modernos, los que hoy apoyan este proyecto, son mecenas de carne y hueso, que tienen tantas carencias como uno, pero que aun así se atreven a dar lo poco que tienen. Yo creo que eso nos envuelve en un manto de compromiso eterno con lo que estamos haciendo y por eso algunas veces cuando salgo a hacer esta ruta y algunos compañeros que lo han hecho conmigo, a veces invertimos 100  para llegar a un lugar y, en el camino, el acto del mecenazgo supera los 200 o 300. De repente tu terminas gastando 100, pero los mecenas gastaron 300, gastaron más que tú. Regresas sin nada en el bolsillo, pero con una gran satisfacción de algo que se hizo compartido. Otra vez la palabra autogestión.

¿Ha ganado la poesía con el mundo virtual, con las redes sociales? 

La virtualidad a nosotros nos ha sido de mucha utilidad en el encuentro latinoamericano, de hecho, nosotros nos reinventamos a partir de la pandemia. Antes hacíamos los eventos presenciales allá en La Victoria, en Maracay y Valencia y a raíz de la pandemia tuvimos que reinventarnos y los que no sabíamos de redes, tuvimos que aprender y descubrimos que las redes nos potenciaron, nos permitieron llegar a un público que no llegábamos antes. Tan es así que cuando hicimos el último encuentro presencial antes de la pandemia, éramos aproximadamente 200 poetas a lo sumo, que nos reuníamos una vez al año. Con las redes, el primer año hay un cambio notable, pasamos de 200 a casi un mil 700 poetas en todo el continente, y ya para este año pasamos de tres mil

Esto indica que las redes son aliadas perfectas, cuando sabemos utilizarlas, el gran problema es cuando llegas a las redes y no tienes una formación, no solamente técnica sino también a nivel de las ideas, del pensamiento, de valores, porque yo creo que los valores aquí también juegan un papel protagónico. Cuando los grupos no tienen misión ni visión de lo que están haciendo, cuando la cosa no es nada más sino un encuentro de los iguales para masajearse el ego, esos grupos no llegan a ningún lado. Las redes nos ayudan a trascender, pero exigen una preparación.

¿Es la poesía una herramienta política?

Primero, debo dividir esta pregunta en dos partes, para poder hablar de la poesía como herramienta política. Quién  es el que crea poesía, quién es el poeta: un hombre o una mujer de carne y hueso que le toca vivir en un momento determinado de la historia, en un espacio geográfico específico que le va a marcar y, por supuesto, tiene todo el derecho del mundo de ser militante del proceso que está viviendo y usar su militancia y creatividad como herramientas. Sin embargo, lo que ese poeta produce es arte, en nuestro caso es poesía que por tener un lenguaje que va más allá del momento histórico que te toca vivir, se convierte en un lenguaje universal. Entonces, el poeta va a hablar de lo social, como militante, pero su poesía debe ir más allá de la militancia porque sus versos perfectamente pueden encajar hoy contra un problema social que está viviendo, pero dentro de cien años esos mismos versos le pueden servir a otras personas, a sus lectores, como bandera de sus luchas que incluso pueden ser contrarias a la que vivió el poeta.

Entonces vemos que la poesía trasciende. Habrá quienes digan que  la poesía es militante, creo que el militante es el [la] poeta y la poesía va un poco más allá.

¿Cómo ves a las nuevas generaciones a los jóvenes en la creación poética y qué planes tiene Williams A. Hernández para seguir apoyando a las y los poetas?

Las nuevas generaciones de escritores son muy buenas. He estado leyendo en este recorrido por Colombia y  Venezuela a gentes de 15 hasta los 25 años que están creando unas cosas maravillosas, una literatura espléndida. Claro, muchos están inmersos en “la moda”. La moda en este instante es una evasión, por lo cual muchas veces encuentra una buena aliada en la poesía intelectual que está basada en conceptos, en ideas que sean de lo más “elevadas” posibles, a nivel de la palabra. Hay un buen uso del lenguaje, hasta ahí vamos bien. Pero cuando hacemos una poesía demasiado intelectual, nos estamos olvidando de las emociones y cuando somos jóvenes es cuando más emociones vivimos. Con esto no quiero decir que a mi edad no se vivan emociones. Pero siento que los jóvenes, y valga la redundancia, escriben desde eso que llamamos la edad cronológica juvenil, están haciendo muy buena literatura y parte del trabajo que uno tiene como veterano, conocedor, es tratar de orientar a estos muchachos para que sus trabajos se den a conocer, no para cambiarlos. Yo no le cambio la literatura a nadie, respeto mucho las posiciones de los poetas cuando escriben. Lo más que  puedo hacer son correcciones de ortografía, detalles que obviamente tienen que aceptarlos porque es el lenguaje común, con el que nos entendemos. Pero si escriben de una forma muy poética o menos poética, ya eso es problema de él [ella] y eso se va a resolver con el tiempo, y esto aplica para todos.

Con el desarrollo de las redes sociales y la cantidad de personas conectadas a diario en comunicación con mensajes breves y el uso de  pocas palabras. ¿Cree que es una oportunidad para la poesía para llegar a la juventud?

Tienes razón con esto de las comunicaciones breves a través de las redes. La gente no tiene tiempo para estar leyendo cosas largas. Una de las recomendaciones que nosotros hacemos a través del Fondo Editorial: “Nos une la Poesía” a la gente que va a publicar, es que trate de que su libro no pase de 100 páginas, generalmente cuando te llega un libro en digital, si tiene más de 100 páginas corres el riesgo de no ser leído. De acuerdo a estudios, lo máximo que la gente invierte en un día para leer un libro digital es media hora. Si en media hora la persona no ha logrado consumir las 100 páginas, es muy seguro que ese libro pase a carpeta con la intención de leerlo más adelante, pero es mentira. Al día siguiente le llega otro libro en digital o le llega un artículo, llegan tantas cosas que se empiezan a pasar a carpetas y van quedando lecturas inconclusas o incompletas.

 Yo tengo un programa en Instagram que sale los martes y jueves, que son pequeñas píldoras acerca de consejos que les doy a los que escriben, en base a mi propia experiencia de cómo escribir poesía. La dirección es: @wahpoeta.

Lo importante es saber utilizar la herramienta virtual para que esté a nuestro favor.

¿Cuáles son los desafíos de Williams A. Hernández en poesía?

Mis desafío o reto en lo inmediato es sacarle el máximo provecho a mi vida cronológica, esa que me queda, mientras tenga salud y Dios me permita salir adelante. Tratar de llevar este mensaje poético, de construcción a través de la poesía a todos los espacios que sean posibles. Donde se abran las puertas, pues allí estaré ayudando a los iguales, como dice un amigo poeta que ya nombré anteriormente, Humberto Roa: “El encuentro de los iguales”.

Ayudar a los iguales a poder cumplir sus sueños. Eso es bonito, es esencialmente más que bonito. Es una tarea que gratifica, de la que no me siento cansado de hacer, por el contrario, cada vez que la hago me siento más lleno de energía.

Hay que elevar el lenguaje poético a otros oídos, a otros corazones. Cuando pueda publicar, también lo haré, pero no es eso lo que mueve a mi tiempo biológico restante a, mi tiempo biológico restante, lo mueve más, ser útil.

¿Cómo distribuyes tu tiempo entre la creación, tus compromisos profesionales, las giras y la cantidad de eventos donde participas?

Mi tiempo lo distribuyo como siempre lo he distribuido desde que me conozco, desde que empecé mi vida y por eso he hecho tantas cosas en paralelo, sin que una cosa se mezcle con la otra o se enrede. Es un tema de planificación. Yo gracias a Dios aprendí, desde el punto de vista del conocimiento,  a tempana edad las reglas básicas de la planificación estratégica, aprendí a darle prioridad a las cosas más importantes y por eso puedo compartir mi vida como gestor cultural, como editor, como escritor, como hombre que ama, no solamente a una mujer, sino también a mis hijos, a las personas que me rodean, como hombre que tiene amigos, pero todo partiendo de un principio y esta sería como la recomendación final: En la vida, tienes que hacerte la siguiente pregunta: ¿tengo tiempo para luego compartir con eso que estoy creando? Si vas a tener un hijo y luego no vas a tener tiempo para compartir con él, entonces ¿para qué tenerlo?

Cuando me meto en algo, entrego cuerpo, mente y alma. Lo que yo no he hecho nunca, es llevar proyectos en paralelo.

Por todo lo que te he explicado, a este servidor le ha rendido el tiempo toda la vida: La organización, la planificación y la perseverancia con proyectos en los que me comprometo.

Finalmente, un mensaje para las y los poetas y el pueblo venezolano

Aun cuando ya di el mensaje anterior, el mensaje de cierre sería: A los jóvenes y no tan jóvenes, a los biológicamente contemporáneos o no, decirles que la lectura es importantísima, quiero remarcarlo porque todo esto es basado en lo que significa la palabra y la palabra es poder transformador. ¿Qué les puedo recomendar? que lean mucho, escriban, pero lean, sobre todo a los poetas. Me he encontrado con muchos poetas que no están leyendo nada y eso es triste.

Cuando yo digo que no están leyendo nada es porque están leyendo solo textos que tienen que ver con su profesión, el que es ingeniero está leyendo textos de ingeniería, el que es historiador está leyendo textos de historia, pero no están leyendo poesía y si tú eres poeta, pues lee poseía. Conéctate con otros poetas, no es un don que te dieron a ti nada más, se lo han dado a muchos, a miles, a millones, históricamente hablando. Conocer cómo escribían los poetas de principios, cuando se creó la imprenta y cómo estamos escribiendo ahora, para eso hay que leer. Entonces, ¿todo se resuelve con citas intelectuales? mi pregunta es: ¿Qué papel juegas tú en esa cita?, ¿Lo entendiste o lo comprendiste? Las cosas hay que comprenderlas.

Mi consejo sería: Leer y convertirse en traductores de esos grandes para que los que no han tenido acceso a esas lecturas, puedan sacarle el máximo provecho.

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Tony González Correo del Alba

Juan José Peralta Ibáñez
Fotógrafo documentalista, fotoperiodismo, naturaleza, video, música

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