La humanidad en estos años vivió situaciones complejas al sobrevivir a la pandemia y sufrir por el distanciamiento de los seres queridos. Pareciera que para muchos la situación se arregló. El mejoramiento del Estado de Bienestar o el Vivir Mejor dibuja en el horizonte lo que conocemos como felicidad o por lo menos la aproxima.
Para el filósofo griego Aristóteles, la felicidad es el significado y propósito de la vida. La meta general y final de la existencia humana. El filósofo utilizó el término griego eudemonia(eu= bien, y daimon= espíritu) que puede traducirse como “felicidad”, pero también se le atribuyen los significados de prosperidad, riqueza, buena fortuna, vivir bien y florecer.
El conferencista argentino Leonardo Stemberg señala: “El ser humano suele ser tonto, pero tan tonto que se olvidó de ser feliz. Sueña con el futuro, llora por el pasado y no sabe disfrutar el presente”. Esta frase hace reflexionar que el pensamiento excesivo nos roba la vida y la felicidad. Pero la felicidad para todos tiene diferentes significados, que pueden ser tan variados como: obtener metas establecidas, acumular riqueza, tener buena salud, estar con una persona en particular o dejar un legado.
Para algunos ese eudemonia –o felicidad- puede ser amar, puede ser el deber cumplido, puede ser jugar bajo la lluvia, o la felicidad puede ser ver a los ojos a quien engendraste. Asimismo, identifica varias formas de vida que buscan la felicidad. La primera, está guiada por el placer de que la felicidad se encuentra en la satisfacción de los impulsos, la segunda es la vida política, en la que el individuo busca la felicidad a través de los honores, las grandes hazañas y las riquezas.
La tercera forma, o búsqueda de la felicidad, es la forma más alta de vida que el filósofo llama contemplativa. En esta modalidad, el individuo actúa de forma puramente racional y entiende que la felicidad es un fin en sí mismo, es decir, no son necesarios objetos como el dinero o el poder para alcanzarla. No es desvalorizando lo humano y valorizando las cosas que se obtiene un fin humano.
En el ámbito colectivo, obtener la felicidad es más difícil de alcanzar sobre todo partiendo de lo señalado por El Libertador como que el sistema de gobierno más perfecto es aquél que produce la mayor suma de felicidad posible a sus ciudadanos. Las tres formas de felicidad o de búsqueda de ella pueden ser ciertas para cada individuo y sumadas pueden dar la colectiva, pero sería bueno preguntarse cuál de las tres es más perdurable en el tiempo.
Es muy difícil buscar lo que no se entiende o no se conoce y puede generar la búsqueda en otras partes de lo que ya se tiene. Eso pasa en la obtención de la felicidad si creemos que es un objeto, un título, un cargo o algo externo. Probablemente luego de tener el supuesto éxito no se sentirá realmente alegría y solo se tendrá un trofeo para mostrar a los demás.
El obtener los estándares de éxito que imponen otros, no siempre causa felicidad. Aristóteles en su libro Ética a Nicómaco señala que para alcanzar la verdadera felicidad el ser humano necesita basar su vida en acciones virtuosas, sustentadas en el pensamiento, la justicia y la razón. El ser feliz es una decisión personal que no tiene que ver con objetos o un modelo a seguir.
La felicidad no es la ausencia de tristeza o miedo y para cada individuo es diferente. Ese momento de felicidad está relacionado a la satisfacción de necesidades personales que pueden ser: necesidades materiales, necesidades de reconocimiento o necesidades de otra dimensión como la emocional o espirituales. La felicidad en la dimensión emocional puede ser la posibilidad de hacer sentir feliz a otros, o la certeza existencial de un gran arquitecto del universo.
La vida tiene momentos malos y buenos donde tienes o no la felicidad, pero igual no deja ser la vida un regalo a disfrutar. Esa alegría muchas veces se consigue en el proceso de obtener la supuesta meta y no con la meta en sí misma. El sabio ex presidente de Uruguay Pepe Mujica, señala que «La felicidad no es tener cosas, sino vivir con intensidad»
Cuando se habla de felicidad nos referimos a muchas cosas bellas como el abrazo de la hija, del nieto o del amigo cuando se reencuentra. La felicidad es lo que se lleva en el alma, es esa cara que nos despierta y nos alegra o la sonrisa de aquel que siempre se recuerda. En definitiva, la felicidad es relativa, temporal, subjetiva y no existe felicidad más profunda como aquella que se comparte.
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Yonder Canchica Abogado venezolano experto en Derecho Internacional