La subversión política e ideológica de los Estados Unidos de Norteamérica no deja de imprimir su asedio e injerencia en contra de democracias soberanas que hacen uso del principio fundacional de la Carta de las Naciones Unidas, como es la libre autodeterminación de los pueblos.
El Gobierno Federal estadounidense desnuda una crisis social, económica y política, concomitante pérdida de hegemonía a nivel global y no deja de agitar conflictos, pese a la revalorización de su moneda el dólar.
En la región de Latinoamérica y el Caribe ha vuelto a utilizar a sus denominadas y refuncionalizadas doctrinas de sometimiento y subordinación, una de ellas la de James Monroe, que está a punto de cumplir 200 años, esgrimiendo la narrativa y discursiva de demonizar a Cuba, Nicaragua, Venezuela bolivariana, pueblos que defienden con dignidad su soberanía a pesar del criminal bloqueo perpetuado por más de 60 años, especialmente al pueblo de Martí, comandantes Ernesto Guevara y Fidel, concomitante la aplicación de medidas coercitivas unilaterales y órdenes ejecutivas que han significado el constante intento de asfixiar a un pueblo que ama la paz y la vida en abundancia.
Hablemos claro, hay que desmontar pieza por pieza esta monstruosa maquinaria de guerra, intervencionismo político- militar, despojo territorial y saqueo económico.
El presidente Miguel Díaz-Canel ha calificado el bloqueo de genocidio, empezado en el siglo XX y recrudecido en este siglo XXI, aupado y alimentado por las ultraderechas neofascistas, que continúan viendo a Cuba como una gran amenaza en la Región.
¿Desde cuándo la hermana mayor de las Antillas, que ha llevado a algunos países por mencionar sus brigadas educativas, médicas, en plena pandemia y que no cesa en irradiar solidaridad, configura un peligro? Para el poder subterráneo y oculto que subyace al capitalismo sí lo es, porque desnuda algunas contradicciones internas del modelo del capital asimétrico y empobrecedor, que busca posicionar a través de la carrera armamentista el estrangulamiento del desarrollo soberano de un pueblo, mediante la agitación de conflictos.
Cómo les duele a republicanos y demócratas que vaya creciendo una nueva oleada progresista a la que no pueden someter y atar a sus manuales de guerra asimétrica, cognitiva, dependencia y colonialidad, porque existe un fin en mente que es la unidad en la diversidad y la apuesta por la integración, desde la solidaridad que es la ternura de los pueblos, de una diplomacia sustentada en las identidades, cosmovisiones, saberes, oralidades y fundamentalmente la cooperación, cimentada en el respeto con mirada plural, bajo el marco del Derecho Internacional, como es la libre autodeterminación.
No cesan los ataques massmediáticos y penetración violenta de las redes sociales, desde Miami y La Florida, por una ultraderecha de tinte neofascista, la que se va expandiendo en la Región, fundamentalmente en Ecuador, en donde el Comando Sur de los Estados Unidos ha trasladado el laboratorio del neoliberalismo, así como la doctrina de la seguridad continental, en donde al pueblo lo han convertido en el enemigo interno a combatir, dejando la puerta abierta a la privatización de las empresas estratégicas del Estado y, por el contrario, se incrementan las alianzas estratégicas del bloque de poder, que está salpicado de narco-delitos, inseguridad y violencia estructural de género y sexo-genérica, con impactos que son absorbidos por los más vulnerables de la sociedad como son la niñez, adolescencia, mujeres y personas en condición de discapacidad, que pagan la enorme factura del capital rentista y especulativo, mediante el encarecimiento de políticas públicas que contribuyen al incremento y crecimiento de la injusticia social, por la falta de inversión económica en salud, educación, empleo y trabajo digno para que transforme la alicaída economía de las familias.
Empero, la Escuela de Las Américas se convirtió en el Comando Sur, el que no ha abandonado los manuales represivos, de exterminio y persecución política selectiva a adversarios y opositores políticos que cuestionan e interpelan esa doctrina.
Durante las décadas de los años 70 y 80, se encargó de implantar un gran enjambre de dictaduras cívico-militares. Hoy orquesta la desestabilización de una segunda oleada progresista que tiene diferentes matices.
En Ecuador hace pocas semanas se realizó una Gran Cumbre de Seguridad de Latinoamérica y el Caribe, con el patrocinio del Comando Sur. Es pertinente destacar la presencia de su máxima Comandante General Laura Richardson, del Jefe del Bureau Federal y altos representantes militares de la Región, así como de delegados de Unión Europea (UE), Australia, Canadá, significando la implementación de manuales y libretos dirigidos a atacar al tejido social y popular latinoamericano, es decir, del denominado enemigo interno, para imponer las lógicas y dialécticas del neoliberalismo autoritario, el capitalismo sustentado en el capital rentista y especulativo, que ha erosionado los derechos fundamentales y humanos de nuestros pueblos.
El Plan Ecuador está en ejecución, hoy convertido en país punta de lanza del imperialismo norteamericano e internacional.
Mientras Europa desnuda una crisis estructural con el ascenso de gobiernos ultraderechistas y de corriente fascista, es cada vez más evidente que el conflicto de Europa del Este no es entre Ucrania y Rusia, sino de los Estados Unidos con la Federación de Rusia, alimentado por la inmensa y mercenaria telaraña de medios de comunicación que siguen construyendo escenarios fácticos, contaminados de fake news, lawfare, en donde el gran hermano norteamericano es la boya salvavidas del orden unipolar, violento y armamentista, con la penetración de sus complejos militares, industriales y financieros, en el que jamás está ausente el lobby sionista, que continúa exterminando al pueblo palestino y que tiene el control de la diplomacia en Naciones Unidas, así como también impulsa intervenciones militares a las que subyace la denominada y trillada ayuda humanitaria.
Permanentemente se visibiliza cómo las Naciones Unidas y su sistema responden tácitamente a los mecanismos, protocolos y procedimientos diseñados por el lobby , que raya en el más absoluto silencio cómplice frente a los nefastos acontecimientos de Afganistán, República Árabe Democrática de Saharaui , Yemen, Palestina, y en estos días cuando hordas mercenarias y neofascistas antimusulmanas intentan penetrar a la República Islámica de Irán mediante un libreto que evidencia la reconfiguración de las “guarimbas”, de revolución de los colores, que reproducen lo que ayer afectó a Venezuela, Nicaragua y Europa del Este .
El fin, en mente de los tanques de pensamiento del imperialismo norteamericano es el de torpedear cualquier intento de articulación en torno a las nuevas formas de integración latinoamericana que se vienen construyendo desde una mirada antihegemónica, antiimperialista y anticolonialista, sin los Estados Unidos, el zoo criadero de golpes de Estado “OEAlmagro” y la alteridad de poder de los multilaterales como el Fondo Monetario Internacional (FMI), Banco Mundial (BM), que son los que cuelgan deudas externas, convertidas en eternas, en las espaldas y estómagos de millones de latinoamericanos, que no dejan de levantar sus voces de indignación ante la injusticia que cometen a través de sus bases militares, las que están enraizadas para destruir al tejido social .
Ergo, Haití lucha, resiste, en donde soplan vientos de invasión, y emergen voces de un pueblo que grita a la aldea global: “Tan solo queremos recuperar la democracia con justicia social”.
El pasado ocupacionista ya lo vivimos ahora tenemos derechos y esa disputa es entre los hijos de Petión y los cascos azules, o fuerzas binacionales combinadas, que ametrallan de inseguridad, hambre; y la morbimortalidad de la bacteria del cólera, que desnuda tamaña agresión imperialista.
La lucha de clases y contradicciones oligárquico-imperialistas tienen un gran tejido sociocultural y político diverso, que rebasa a la tradicional dicotomía de proletarios y capitalistas.
En Perú se agitan vientos de inestabilidad sociopolítica, conducidos por una sedienta oligarquía de poder que intenta caotizar a ese hermano pueblo, llevando a juicio político al presidente de la República del Perú, que jamás va a aceptar que fue derrotada en las urnas, que no deja gobernar al presidente Pedro Castillo, que fue electo democráticamente, porque no es rentable para los nefastos intereses fácticos y oligárquicos que están atrincherados en la institucionalidad del Perú, en donde Castillo tiene el gobierno, pero el bloque de poder es controlado por oscuros intereses oligárquicos internos y externos. Es procedente manifestar que se ganó el gobierno pero no el poder que ha penetrado a la Justicia y al Parlamento, que destilan muchas metástasis de corrupción; que tienen que ser diezmadas y extirpadas del Perú. A fin de construir democracia con justicia social para derrotar a la perversa maquinaria oligárquica-neofascista que está anclada por más de tres décadas.
Alertamos al pueblo que este recurrente libreto golpista al parecer tiene claras improntas oligárquico-imperialistas, conducidas desde Washington.
Hace pocos días se realizó Asamblea General de la OEA en Lima, en donde se pretendía aprobar una resolución en contra de la Federación de Rusia y a favor de Ucrania, la que no prosperó porque había configurado una abierta interferencia e intromisión a la Carta Interamericana de la Democracia, el Derecho Internacional, lo que provocó un profundo malestar al secretario de Estado norteamericano, Anthony Blinken. Como expresa un refrán muy popular: “Fueron por lana y terminaron esquilados”.
Por lo tanto, Estados Unidos no sabe hacer otra cosa que fabricar armas para la guerra y torpedear todo proceso que tenga que ver con la paz de un pueblo.
Las armas generan violencia, Latinoamérica y el Caribe son regiones de paz, que aman con infinita ternura, la solidaridad que nos dejó Ernesto Guevara de la Serna.
Desde el golpe de Estado en Bolivia en contra del expresidente Evo Morales la Región tiene pocos gobiernos de tinte filo fascista, con oligarquías atrincheradas en la más pírrica maquinaria para destruir la democracia.
Por ahora la lucha y resistencia continúa en la construcción de sociedades nuevas, desde una matriz antioligárquica, solidaria, antiimperialista en las 33 repúblicas de la región latinoamericana.
Mientras tanto los Estados Unidos siguen considerando a Latinoamérica su gran patio trasero.
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Luis Ernesto Guerra Ecuatoriano, analista político y activista de Derechos Humanos
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