Una corrección inevitable

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Después del asesinato, por los Servicios Secretos Occidentales, de Daria Duguina, hija del principal asesor de Putin, era esperable una escalada en la guerra que la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y Rusia mantienen en el territorio ucraniano. Provocación o advertencia, ese asesinato fortalecía al sector más agresivo en la sociedad rusa e incluso provocaba sus primeras movilizaciones independientes en la calle, exigiendo elevar la respuesta a la OTAN.

Si después del control del Donbass, la operación especial de los rusos aparecía agotada, también el Gobierno de Zelenski, con la purga de miles de oficiales disidentes del Ejército de Ucrania y el éxito mediático en su contraofensiva virtual, apoyada en las nuevas armas entregadas por Europa, había concluido una primera fase.

Aunque llamadas a negociar del Papa, el presidente mexicano y Erdogán parecían oportunas, no interpretaban las estrategias sostenidas por los Estados Unidos ni Rusia. La política sigue, por ahora, haciéndose con dinero y cañones.

Con una deuda global sobre los 300 billones de dólares, equivalente a cuatro veces su producto (lo que incluye tanto a las empresas, Gobiernos y ciudadanos), la élite estadounidense ha optado por reactivar el complejo industrial militar, en base a inmensas cantidades de dinero inorgánico y mantener así a flote su aparente normalidad, fortaleciendo a corto plazo su moneda.

En Europa, los Estados Unidos necesitan neutralizar o al menos mantener ocupadas las fuerzas que puedan apoyar a China en el otro lado del mundo, en donde se ubica el nuevo eje de la acumulación de capital a escala mundial. Son de esperar sus iniciativas en ese segmento del globo terráqueo. En tanto Rusia ha proclamado una estrategia flexible que le asegure una frontera confiable respecto a la Europa de la OTAN, para reordenar sus lazos económicos hacia Oriente.

China sabe que el tiempo hoy juega a su favor. Una evolución geoestratégica que no era la más favorable para Rusia ni para Europa, pero sí a los Estados Unidos y China, orientación impuesta por las iniciativas de la OTAN en suelo europeo.

Con la llamada a servicio en Rusia de 300 mil reservistas, parte pequeña de los 25 millones disponibles por parte de sus fuerzas armadas, y paralelamente el rearme del Ejército alemán por los ayer pacifistas, ecologistas y alternativos verdes del Gobierno de Scholz , la mesa está servida para un segundo acto.

En el escenario ambiental, la crisis se despliega con un aumento sostenido de efectos climáticos y por el aumento del impulso que se da no solo por los dispositivos y maquinarias bélicas, sino por el retorno a las energías provistas por el carbón y otros biocarburos contaminantes.

Los hasta ayer optimistas llamados de los ecologistas consecuentes, como los “Friday for future” y otros, han quedado marginados en la dictadura que los medios imponen sobre la información circulante. Lo que sucede en el Ártico, Antártida y Permafrost, es relegado a noticia anecdótica y sin relevancia, para no mencionar las olas de calor o incendios, varada de ballenas, etcétera.

La crisis económica, que emerge y se despliega en apariencia motivada por la guerra, el dispendio financiero o la parálisis de suministros derivada del Covid-19, avanza hacia la superficie de la vida social expresándose en una inflación sostenida, en el centro financiero del sistema y que se distribuye por su periferia en el que este absorbe liquidez, antes de reequilibrios inminentes de otros órdenes.

El sostenido aumento de tasas realizado por la Reserva Federal de los Estados Unidos, para obtener tasas reales de interés “positivas” así como para sostener el crecimiento y la acumulación, son, visiblemente, incapaces de impedir la recesión y contener la inflación. Ya no le es posible al sector financiero recomprar sus propias acciones, aunque se baje el tax a dichas transacciones en bolsa.

Tal como lo señala Nouriel Roubini, la corrección (caída de valores) en las bolsas será al menos de 40% en los próximos meses. Otros macroeconomistas pensamos que como existe un saldo neto positivo que entra aún a las bolsas, ello indica que los inversionistas financieros aún no asumen lo que sucede y todavía no se alejan de ese mercado. Lo cual nos indica que la caída no será del 40%, sino del entorno de 50%.

Con esa caída predecible desde fines de este año, para un horizonte trienal, bajará la producción, el consumo, el empleo, los ingresos, en casi todo el planeta, por lo cual la situación social en cada uno de los países del sistema capitalista global se calentará, abriendo paso a la fase de maduración de la crisis perfecta que hemos venido pronosticando.

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Rafael Kries Chileno, economista

Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor/a

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