Matilde Casazola, en mi mirada

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La música, cantautora, poetisa y compositora boliviana Matilde Casazola, este 8 de septiembre fue homenajeada con la más alta distinción que entrega el Estado boliviano el «Cóndor de los Andes». Este merecido reconocimiento es por su aporte a las artes y la invaluable carrera que, en cincuenta años consecutivos, la convierten en uno de los patrimonios vivientes más importantes del país.

Matilde

Desde niña inicia la incursión en el camino del arte, a los once años gana su primer premio en los “Juegos Floreales Infantiles de Sucre”. Nunca paró su inquietud por formarse en la música. Venida de una familia creativa, no podía ser menos. Estudió para ser maestra de música en la Escuela Normal de Maestros, en su ciudad natal Sucre. Escribía, interpretaba, daba clases de guitarra… logró cosechar trece libros de poesía y hacer nueve discos y casetes, que contienen parte de su composición musical y letra.

Su primer concierto lo dio en la recordada Peña Naira de Pepe Ballón, allá conoce a otros artistas y -nada más y nada menos- que, a la chilena Violeta Parra, que justo se encontraba en aquel espacio, tras su viejo amor.

Matilde, se codeó con los más grandes artistas bolivianos de todos los tiempos, que le dieron forma y vida al arte contemporáneo y los que de una manera u otra revivieron el rico folclore de su país, dando un giro interesante que hasta el sol de hoy prevalece en el escenario artístico y en lo musical, sobre todo.

En mi mirada

La conocí en casa de mi entrañable amiga Leni Ballón, durante un almuerzo. Era la sorpresa para Pablo, mi amigo que por aquel 2010 armamos el grupo Cantar del Alba … Ella llegó con sus lentes que aclaraban y oscurecían según les pegara la luz. Pablo Delgado y yo absortos, no decíamos nada, la seguíamos con la mirada por la casa, mientras Leni, le mostraba los viejos cuadros. Cuando se sentó y tomó un sorbo de su bebida, nos dijo “a ver esa guitarra”, la afinó a su tono y cantó. En ese momento se agruparon en la puerta de la casa, para entrar apresuradas, las flores, las musas, las hadas, los achachilas, todos los espíritus creativos del altiplano, vinieron a oír la poderosa voz y la guitarra firme, zurda, de Matilde.

Una de las voces más potentes que he tenido el privilegio de oír de primera mano. Yo estaba maravillada por su canción “Desde lejos” que me identificaba, además, con la lejanía de mi patria Venezuela. Con Pablito, hicimos un tímido coro, porque sentíamos tan vergonzoso de ver a la ídola que nos pedía cantar con ella, y nosotros ante el miedo de hacerlo mal.

Me contó, con aire nostálgico, que conoció Caracas, evocó el pasado con un suspiro y alejando sus ojos. Ahí comprendí que no debía preguntar mucho… Nos contó tantas cosas, horas de saber de su vida, de entender su canto, sus luchas, sus pasiones, conocer desde la sinceridad, la naturalidad, la humildad, la historia de una diosa que había decidido vivir rodeada del terrenal altiplano y de sus montañas recordadas, en aquel tiempo que le tocó vivir el exilio.

Le dije que, para nosotros ella siempre estaba presente, que en cada reunión cantábamos algunas de sus canciones. Nos cedió la guitarra y con una sonrisa tierna nos pidió cantar. Hicimos Fueguito, una con las que matamos muchas veces el despecho y la tristeza. Ella oyó, yo cerré los ojos y creo que Pablo estaba en la misma, no todos los días una grande te hace cantar. Y al final, nos aplaudió y dijo que le encantaba nuestra versión. Lo cierto es que, al salir de la casa de las Ballón, discutíamos que él no tenía la fuerza en las manos para tocar como Matilde y yo -ni de casualidad- ese torrente de vozarrón. Nos reímos y continuamos con el “nadie nos va a creer lo que acaba de pasar”.

Una de las mejores experiencias que tuve en Bolivia. ¡Brava maestra!, esta distinción es el reconocimiento a muchas mujeres que han transitado las artes, las silenciosas, las que nadie tomó en cuenta, las que siguen creyendo que con el arte logramos grandes transformaciones. Desde lejos te abrazo, grande Matilde y sigo oyendo tus canciones con la misma sorpresa y maravilla con la que llegaron la primera vez, grande Matilde, felicidades, larga y más creativa vida.

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Nahir González Analista política

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