Vientos de rebelión soplan cada vez más fuerte sobre América Latina. Viví mi juventud en la ciudad rebelde, El Alto, donde pude recorrer las calles con cientos de miles de vecinos por la reivindicación de nuestros recursos naturales, contra el gobierno neoliberal de Gonzalo Sánchez de Lozada. Yo participé en esas movilizaciones con mi Wiphala; una de las pocas, ya que en esos años no era tan común verlas.
Cuando salieron los tanques de guerra, helicópteros y franco tiradores a las calles y comenzaron a cobrarse las primeras víctimas, la idea del Estado represor fue infundir miedo, sin embargo, el resultado fue todo lo contrario, mientras más muertos la gente salía con más fuerza, gritando las consignas de ¡Gas para Bolivia!, ¡El Alto de pie nunca de rodillas! ¡Ni olvido, ni perdón, justicia!
El saldo de los 45 días de protesta en los que pedimos la nacionalización del gas y la renuncia de Gonzalo Sánchez de Lozada, se logró un 17 de octubre de 2003, con más de 80 fallecidos entre niños, hombres y mujeres. Este hecho histórico fue la antesala del triunfo de Evo Morales. Por primera vez se ganaba una elección con el 54% de la votación, la más alta en la historia del país. El primer presidente indígena cumplió con una de las demandas del pueblo alteño: nacionalizar los recursos naturales y dotar de gas domiciliario a las familias bolivianas posicionando al país como la primera economía en la región, por varios años consecutivos. Y le cumplió al pueblo su segunda reivindicación: Asamblea Constituyente para cambiar la constitución oligárquica, burguesa.
“Nuestro instrumento político nació fundamentalmente del movimiento indígena originario, para gobernarnos nosotros mismos” declaraba Evo Morales, esta frase connota lo que la derecha fascista nunca perdonó…un indio en el poder.
En Colombia, donde ahora radico, el estallido social de 2021 se da por un impuesto a las clases medias además de un aumento al IVA de la canasta familiar, con un saldo de más de 80 fallecidos y cientos de heridos y desaparecidos. La represión en los estallidos sociales suele ser brutal, sin embargo, en Colombia este hecho no tuvo precedentes, fueron tiempos de mucho dolor e impotencia.
Los y las protagonistas durante las movilizaciones -al igual que en Chile- fueron los jóvenes. A muchos sorprendió el despertar de la población en Colombia, porque era considerado, también como el chileno, países bastiones de la derecha en Latinoamérica.
El común denominador de estas movilizaciones fueron las formas creativas e ingeniosas de manifestarse a través de la palabra, pintura, danza, teatro y música. En Bolivia se puede ver en los muros de Senkata los rostros de quienes dieron la vida en 2019 por recuperar la democracia, al igual que en los muros de Siloe en Cali, que son un grito a la memoria para no olvidarlos.
En los actos racistas que se dieron en Bolivia durante el golpe, era común escuchar “la ciudad se respeta indios de mierda, no van a entrar aquí”, igual escenario se vivió en Cali cuando una autoridad dijo a los indígenas que deben volver a su hábitat como si se tratara de animales. El hecho que marcó esta intolerancia racista fue la intervención de la guardia indígena, que regresaba a su territorio, por vecinos armados de un barrio rico de Cali.
El aporte de la guardia indígena en Cali con relación a la organización de las movilizaciones fue vital, porque ellos con su experiencia para resistir organizaron y dieron línea a los puntos de resistencia y la relación con la población de la ciudad en general de Cali fue algo que no se había visto hasta ese momento.
Muchos de estos jóvenes en Cali decían que, en sus barrios pobres, donde existe una gran mortalidad por pandillas y delincuencia organizada, veían en las barricadas una oportunidad al menos de morir por algo que valía la pena. Muchos de ellos comentaban que con la organización de las ollas comunes podían comer tres veces al día. Esa es la realidad que se vive y que se sueña cambiar.
Bolivia, por su parte, tiene una amplia historia de resistencia y con un mayor número de población indígena lo que la hace por experiencia una plurinación experta en el tema.
Las y los bolivianos recuperamos la democracia, arrebatada en 2019 por un golpe de Estado, a través del voto. En Chile ganó las elecciones Gabriel Boric, exlíder estudiantil y se el 4 de septiembre se prepara para aprobar la nueva Constitución redactada por una Convención Constituyente, resultado del estallido. Ahora Colombia se abre paso, sabemos que no será fácil, pero el cambio empezó con las movilizaciones, como en todos los procesos que hemos visto, con dolor, con sangre. Vientos de cambio llegan a inundar toda la región y con esperanza esperamos que Colombia empiece a liberarse de esas cadenas que la han hecho uno de los países más desiguales del mundo.
¡Jallalla la reivindicación y lucha de los pueblos!
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Tatiana Lizondo, boliviana, antropóloga