La visita a Taiwán de Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, aún bajo la advertencia de China de que esta significaba una afrenta, que no solo agrava las relaciones diplomáticas, sino que puede escalar hacia un conflicto armado, por la amenaza directa contra la seguridad contra la soberanía de la nación asiática.
Las medidas no solo serán en contra Estados Unidos, que el gobierno chino asegura; serán importantes, sino que ya iniciaron estas acciones contra Taiwán. En el aspecto económico se suspendieron importación de pescado, varios cítricos. Producto de las tensiones, también se ve afectada la importación de más de mil productos alimenticios, entre los que destacan el aceite vegetal, mariscos, vegetales, cítricos, entre otros, un golpe certero a la estabilidad económica de esa isla.
En lo tecnológico, se suspende la exportación de arena, que es un complemento necesario para la elaboración de chip semiconductores, por lo que la industria electrónica continuará afectada, ya que, desde el inicio de la pandemia, al menos en el sector automotriz, ha sufrido escasez. Otra que sufrió inestabilidad es el mercado de bienes raíces en Taiwán, con la prohibición también de envío de grava, que cerró con perdida por la suspensión de la arena natural y se prevé que el pánico dure -al menos- medio año a partir de esta medida.

Por su parte, Pelosi, defiende la posición estadounidense, fundamentándola en la Ley de Relaciones con Taiwán (1979), promulgada por el expresidente Jimmy Carter, por lo cual su país debe apoyar el “compromiso económico, democrático y la amistad entre ambos pueblos”.
En su fuerte discurso contra China, dijo que Estados Unidos apoya el statu quo; acusó al Partido Comunista Chino (PCCh) de no respetar las leyes y los derechos humanos en Hong Kong, durante la época de instalación de la democracia, situación que, afirma, cambió con la asunción de Xi Jinping. Un discurso muy ambiguo en el que trataba de congraciarse con el liderazgo chino. Por un lado, “respetamos la política de una sola China”, pero, por el otro, dejaba en claro que el país había extendido sus políticas de dominación y expansión, sometiendo a otras naciones en relación a la identidad, lengua, cultura y hasta religión, caso Tíbet, bajo esa serie de justificaciones Pelosi, poniendo la guinda a la torta e intentando desvincular al PCCh del gobierno y en su carácter injerencista, alegó: “no podemos quedarnos cruzados de brazos mientras el PCCh, continúa amenazando la democracia y a Taiwán!