Sobre mujeres y letras

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Hace unos días atrás recibí un video en la que una chica española comenzaba diciendo que: con seguridad (yo o quienes mirábamos el material) conocíamos  la novela Cien años de soledad y a su autor, el colombiano Gabriel García Márquez. Luego hacía una pregunta perentoria: ¿pero sabes quién fue su influencia literaria más importante?  Y asegura: es probable que no. Y ciertamente, mi respuesta mental fue no. La chica decía, categóricamente, que el desconocimiento se debe a que fue una mujer quien influyó a Márquez para escribir su obra por la que ganó el Premio Nobel de literatura en 1982.

Entonces sale una foto de una señora delgada, con traje dos piezas, que te transporta a los años 60, más o menos, y la española del video presentándola: ella es Elena Garro (1916-1998).

A todos y todas mis lectoras que no la conocen, porque el campo de la literatura jamás escapó al patriarcado, contarles que son muchas autoras las que escribieron con nombre de varón para poder sobresalir. La primera que se conoce es Enheduanna, hija del Rey Sargón I de Acad, que vivió en la región de Sumeria en el siglo III a. e. c. aproximadamente. Las hermanas Brontë Charlotte, Emily y Anne Brontë, las autoras británicas de títulos clásicos de la literatura, tuvieron que recurrir a seudónimos masculinos para poder brillar y ser reconocidas al principio; firmaban como, Currer, Ellis y Acton Bell, respectivamente. Una de las obras más conocidas de Emily es Cumbres Borrascosas.  Además, pagaban para ser publicadas.

O la autora de la famosa y trascendente novela El Dr. Frankenstein, Mary Shelley, quien la publicó de manera anónima, pero se la atribuían a su esposo. En su obra  plantea los límites de la ciencia, los aspectos éticos, la identidad humana, entre otros temas trascendente del siglo XIX hasta ahora.

Y sabían ustedes que, en plena época contemporánea, la autora de Harry Potter, la británica  J.K. Rowling también sufrió los prejuicios de ser mujer en la literatura y su casa editorial le obligó a ocultar su identidad en favor de la publicidad y sus  ventas, por lo que firmó varios de sus libros como Robert Galbraith, increíble no es… es el patriarcado ahora neoliberal.

Y mujeres que usan seudónimos de mujeres, como el caso de la desconocida persona y famosa escritora italiana Elena Ferrante, de quien han dicho que es un hombre que escribe geniales historias de mujeres. ¡Por favor! Eso ya es increíble, es una doble negación.

Siguiendo con Garro, ella ha sido más conocida por haber estado casada con el escritor mexicano Octavio Paz que por su gran obra y aporte a la literatura, recién ahora reconocido.

Gabriel García Márquez habría escrito Cien años de soledad después de leer Los recuerdos del porvenir (1963) de Elena Garro, publicado solo dos años antes que la novela del colombiano, escrita en lo que se denominó el género del “realismo mágico”, término que la autora  despreciaba porque consideraba que «era una etiqueta mercantilista que le molestaba, decía que el realismo mágico era la esencia de la cosmovisión indígena, por lo tanto, nada nuevo bajo el sol».

Hoy en día la Garro, después de haber sido vilipendiada por su espíritu libre y poco adecuado a las normas de la mujer de esos tiempos, es considerada la más grande escritora nacida en suelo mexicano después de Sor Juana de La Cruz, otra autora imprescindible de leer.

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Cris González Directora de Correo del Alba

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