En una terracita bajo el calor primaveral de Madrid nos encontramos con el político y comunicador Juan Carlos Monedero, politólogo, profesor de Ciencias Políticas en la Complutense, cofundador del partido Podemos y analista internacional. Le pedimos que nos compartiera su visión acerca de los medios de comunicación, la importancia e influencia que ejercen en los cambios sociales y políticos, las opciones que desde su óptica son esenciales para que exista imparcialidad en ellos.
Con su vasta experiencia en ambos ámbitos, comunicacional y político, ofreció para Correo del Alba reflexiones en las que tocó desde momentos históricos para la prensa, hasta un análisis sobre el posicionamiento de matrices para movilizar a la opinión pública de acuerdo a los intereses propios de la derecha, en su afán de manchar las gestiones en política. Para Monedero, el inicio clave de la manipulación y control mediático en favor de los gobiernos fueron: la guerra de Vietnam y el escándalo de Watergate.
¿Cómo ves esa relación entre medios y política y la construcción de realidad en América Latina?
El poder siempre ha utilizado todas las herramientas para mantener el statu quo, y en el caso de sistemas capitalistas para profundizar, ya que si te paras te expulsan a la cuneta y eso significa que cualquier adelanto tecnológico o herramienta a su disposición la van a usar. Desde los años 70, con la crisis del modelo keynesiano, que va a desembocar en la quiebra de los acuerdos de Bretton Woods y con la libre circulación de las monedas, después de la guerra del Yom Kippur en 1973, se declara la guerra a los medios de comunicación.
Estados Unidos aprende de dos hechos muy democráticos y que son ajenos a su cultura democrática: una es la expulsión por el Watergate de Richard Nixon y otro es la información cotidiana de los muertos en la guerra de Vietnam, que regresaban los féretros envueltos con la bandera, hechos que alimentaban la oposición a la guerra.
Hay un libro muy importante de 1975, un informe a la trilateral, que es el primero del gobierno de la globalización en la sombra: La crisis de la democracia: sobre la gobernabilidad de las democracias, redactado sobre todo por Samuel Huntington, el maestro de Fukuyama, que utiliza tres conceptos esenciales: dice que hay un exceso de democracia; que la crisis no es de legitimidad de los gobernantes, sino de gobernabilidad –la palabra se pone en agenda, y señala que es la gente la que está siendo ingobernable–; y que hay que controlar los dos mecanismos de intermediación que hay en nuestras sociedades, como son los partidos políticos y los medios de comunicación.
Respecto a los medios de comunicación el texto señala que hay que controlarlos para que no colaboren en el exceso de democracia y puedan poner en peligro el status quo, haciendo que Estados Unidos pierda una guerra o que tenga que dimitir ni más ni menos que el Presidente.
A partir de ahí el control va a ser enorme y cualquier nueva herramienta la van a poner al servicio de ese control, lo cual implica a que llevan a las fuerzas progresistas como medio siglo de ventaja, sobre todo cuando se logra, por ejemplo, que los procesos electorales se repartan los tiempos de televisión, mientras ellos ya están con WhatsApp, con las redes sociales, el big data, Cambridge analytica…
Cuando se consigue posicionar las sociedades contra los golpes de Estado, ellos van a poner en marcha el Lawfare, la guerra jurídica y su correlato necesario que son los medios de comunicación, que van a justificar el encarcelamiento de Luiz Inácio Lula da Silva, la demonización de Hugo Chávez, de Nicolás Maduro, o el señalamiento de las fuerzas progresistas, como en España ocurre con Podemos. La conclusión es que los grandes medios de comunicación hoy en día están al servicio del status quo.
“La fusión de jueces-medios de comunicación construye una nueva amenaza brutal a la democracia, frente a la cual las fuerzas progresistas todavía no tienen una respuesta clara”
¿Cuál es el riesgo de la concentración de los medios?
Hubo una película que tuvo mucha pegada, porque venía a contar algo que la gente sospechaba ¿no?, que era que había un control invisible de nuestro comportamiento, me estoy refiriendo a “Matrix”, de las hermanas Wachowski.
En “Matrix”, después de intentos de conseguir extraernos la energía, la fuerza, el trabajo, las propiedades, el cuerpo, de una manera violenta, entendieron que era mejor convencernos y vivir en un mundo falso que nos hacía aceptar la dominación de una manera pacífica.
Creo que la gran tarea en este último medio siglo es la implantación del modelo neoliberal, que no es solamente un modelo económico, sino que es un sentido común donde todos nos comportamos como empresarios de nosotros mismos, donde el horizonte vital es el consumismo, donde desaparece la empatía, donde se justifica que el pez grande se come al pez chico. En ese control de los dispositivos intelectuales, los medios de comunicación han sido esenciales.
El neoliberalismo controló las universidades, las revistas, los seminarios internacionales, inventó los Think Tank (los tanques de pensamientos), controló las comunicaciones. Empezó a operar un control muy exhaustivo donde registran tu información en las redes sociales, de manera que esa supuesta transparencia de la esfera pública se convierte en una trampa.
Lo vimos cuando se estaba discutiendo quién había ganado y quién no en las elecciones en Estados Unidos. Quien decide nombrar presidente a Joe Biden es Twitter al quitarle la cuenta a Donald Trump, por tanto hay una privatización muy fuerte de la esfera pública y al mismo tiempo hay una concentración enorme en muy pocos espacios donde al final te encuentras con que Fox News o la CNN, o también las redes sociales, pueden determinar el rumbo de un país, vaciando profundamente la democracia.
Quizás hay otro elemento que tenemos que añadir. Dije que el poder ya no necesita, salvo en última instancia, dar golpes de Estado, y eso se debe a que ahora, a través del Lawfare y la demonización mediática consigues lo mismo, puedes meter a la cárcel a Lula y a la gente le parece bien, por lo tanto no tienes que dar un golpe de Estado, que está feo porque muere gente y se ve sangre y genera todavía cierta reticencia.
Pero en América Latina hasta ahora dan golpes de Estado y hay pocos reclamos…
Sí, pero ha bajado. Si comparamos lo que ocurría en los 70 con el ahora no hay tantos golpes de Estado, porque no hace falta y no lo necesitan. En el momento que tienen el poder judicial y el poder mediático, cumplen las mismas funciones que antes cumplían las balas y los tanques, y de una manera que son capaces de lograr apoyo popular.
La fusión de jueces-medios de comunicación construye una nueva amenaza brutal a la democracia, frente a la cual las fuerzas progresistas todavía no tienen una respuesta clara.
¿Cómo debe ser una prensa acorde a la ciudadanía en este siglo XXI?
Hoy la información tiene que tener tres patas: una informativa per se; una de entretenimiento; y una de interactuación entre el emisor y el receptor. Hay que entender que ya el receptor no es pasivo, sino que quiere de alguna manera participar, tiene que sentirse entretenido; se ve con claridad que los medios de comunicación de izquierdas son muy aburridos, están muy centrados en lo que no informan los medios, y eso es muy honrado y muy decente pero no te da herramientas para poder discutir en el boliche, en el bar o en la taberna los temas principales y al final la gente termina comprando las mentiras que le dicen los grandes medios.
Eso implica que los que tenemos un compromiso democrático y progresista, y aún más la gente que está en la izquierda, debemos entender que para comunicar no hay que contar con un sujeto ya consciente, sino al revés, con un sujeto al cual le han bombardeado con que debe ser irresponsable, debe pensar solamente en sus cosas, que lo público no funciona, que la izquierda es contraria a los intereses del país, que ellos son los que definen lo que es la nación. Hay que desmontar todo eso.
¿Existe la libertad de prensa?
Hay un elemento terrible y es que la derecha puede mentir, pero la izquierda no. La derecha y el poder, el capital, no tienen ningún problema con las fake news o con la manipulación, porque la gente que los apoya no se lo cuestionan. El votante de izquierdas, que tiene una mayor sensibilidad, si de repente ve que hay un corrupto dentro de nuestras filas y lo ocultamos, se siente engañado, como manipulado, y castiga a sus dirigentes cuando hacen eso.
Ser de izquierdas es más exigente que ser de derechas, por eso es más difícil hacer una comunicación de izquierdas que una de derechas, porque los otros no tienen el más mínimo empacho en construir mentiras, verdades alternativas o postverdades.
¿Cuál es el papel de los medios de comunicación en el contexto actual?
Igual que no creo que vaya a haber democracia sin jueces que no crean en el Estado de Derecho, pienso que no va a haber democracia sin medios de comunicación libres, sin censuras. El ideal sería una suerte de cooperativas de medios de comunicación, donde los dueños de estos fueran una suerte de trabajadores y usuarios de los medios.
¿Cuál sería la metodología que la gente debe utilizar para tratar de evitar caer en los fake news, para analizar la información veraz?
Estar formado y formada, y, claro, si los medios de comunicación progresistas no la forman ¿quién la forma? Si los medios de comunicación críticos la adoctrinan en la visión parcial propia de los intereses nuestros, donde no aparecen nuestros errores ni nuestras inconsistencias, esa persona es acrítica y luego puede dar el salto hacia las otras posiciones. Necesitamos un equilibrio, tenemos que ir formando a nuestra propia gente, haciéndoles ver las dificultades de la honestidad en el siglo XXI, lo peligroso que es el enemigo.
“Los grandes medios de comunicación hoy en día están al servicio del status quo”
¿A qué crees que obedece el aumento, en estos últimos meses, de asesinatos contra trabajadoras y trabajadores de la prensa?
A los periodistas primero se les asesina profesionalmente, metiéndoles la autocensura en la cabeza, y no es verdad que haya siempre jefes diciéndole lo que tienen que hacer, ya lo saben ellos, es una suerte de muerte civil. Y después, a los periodistas que hacen bien su tarea, y por lo tanto develan información que perjudica a los poderosos, los matan, y cuando no pueden matarlos los sacan fuera de juego, como a Julian Assange.
Matar a Assange generaría un escándalo mundial, porque sabríamos –igual que sabemos que el príncipe de Arabia Saudí asesinó a Jamal Khashoggi y se generó un ligero debate– que fue una orden de la Casa Blanca.
Para que terminemos de ver la complejidad del asunto, un tipo que dirige un fondo buitre, un banco o una empresa que ha mandado a asesinar a un periodista porque estaba destapando unas comisiones ilegales que había pagado, ese mismo empresario en su periódico critica a un presidente que está reprochando a los medios de comunicación por ser parciales, ¿eso significa que no se puede criticar a los medios de comunicación? Claro que hay que seguir criticando a los medios de comunicación, está bueno, lo que hay que hacer es meter a la cárcel a los empresarios que mandan a asesinar, mafiosos que a veces son muy indistintos. Si hiciéramos eso tendríamos que meter a la cárcel a Joe Biden, porque quiere encarcelar a Assange por contarnos las barbaridades que cometió Estados Unidos matando civiles en la guerra de Irak.
Estamos en un momento histórico lleno de ruido y de confusión, por eso tampoco es extraña la presión brutal que ha habido hacia la gente para que acuda al entretenimiento: no pienses, no es posible que no hayas visto la última serie de Netflix o de HBO, cómo es que no has visto el “partido del siglo”, todas las semanas hay un partido de fútbol del siglo, hay una construcción de que a quien no le interese en fútbol es un bicho raro; pudieron habernos acostumbrado a que viviéramos la ópera, otro tipo de deporte.
Finalmente, ¿crees que la izquierda tiene verdadera conciencia del poder político que ejercen los medios de comunicación?
Creo que sí tienen conciencia, pero lo que no tienen es la inteligencia para tomar las decisiones correctas al respecto. Por ejemplo, ¿por qué si toda la izquierda en todo el mundo sabe que ahora mismo la derecha ya no utiliza a los militares para dar golpes de Estado, sino que utiliza a los jueces, no hay escuelas populares de judicatura para formar a jueces de sectores populares y solamente se puede formar gente con mucho dinero a través de formadores particulares, que son jueces y todos conservadores? ¿Cómo es posible que en ningún lugar haya una escuela judicial progresista, por qué no lo hemos construido?
De igual manera, si sabemos que los medios de comunicación tienen aquella misma lógica, ¿por qué no somos capaces de desarticularlo?
Gabriel García Márquez montó en Cuba una escuela de guionistas porque entendía que los guiones de telenovelas tenían que ser progresistas, porque si no seguirían repitiendo estereotipos del rol de la mujer, del rol de la criada, del rol del repartidor y todos los pueblos llorando por los problemas que tenían los ricos. ¡Oiga, no me joda! Eso que veía con mucha claridad García Márquez no lo ven los gobiernos, y creo que es absoluta torpeza y una de las tareas que personalmente me he marcado, que puedo hacer, montar un Think Tank que ayude en este tipo de cuestiones, porque lo otro es seguir siendo la mosca que choca contra el cristal y no se da cuenta que la ventana está cerrada.
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Nahir González Analista política
