Golpear, destruir, matar

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Es impresionante la cantidad de contenidos en las redes sociales que muestran la ruindad de la que es capaz un sector de la humanidad. En dichos medios se asoman y hasta afloran manifestaciones de violencia extrema perpetradas por seres humanos; circulan sin censura, como alimento para el ser más morboso. Pero la solución no está en censurar esas expresiones del mal, tampoco en cerrar los ojos a una realidad tan evidente que nos salpica, querámoslo o no, con la sangre de las víctimas.

Pensemos, por ejemplo, en el caso real de una persona que mata a un perro por el hecho de que este le ladró o, aparentemente, intentó morderlo. El animal fue asesinado con un machete[1] y a pedradas[2].

Pensemos en los recientes acontecimientos en el estadio Corregidora de Querétaro, en México, donde dos “barras” de hinchas se enfrentaron a golpes y, no conformes con las expresiones de violencia desbocada, buscaron acabar con la vida de sus adversarios, una vez que estos estaban knock out, como se dice en el argot de los deportes de contacto.[3]

Pensemos en el reciente fusilamiento de un grupo de personas a plena luz del día en una localidad de Michoacán, México: la sangre corriendo “como río” por una pendiente que, en menos de tres horas, habría de desaparecer tras una limpieza superficial por parte de trabajadores que se dedican a estas tareas.[4]

Si consideramos estos casos con base en un estricto sentido de la dignidad del animal humano y no humano, debemos exigir que la reacción adecuada ante un ladrido o intento de mordida por parte de un perro sea procurar ahuyentarlo sin perjudicar al animal.

Debemos esperar, también, que se rechace toda expresión de violencia y, en contraposición, se exija un estricto sentido del diálogo por encima de cualquier manifestación de carácter violento. De esta manera, se buscaría resolver los problemas, inconformidades y desacuerdos habidos y por haber.

Eso sería lo deseable. ¿Pero es posible? ¿Es la violencia un elemento constitutivo del ser humano?, o más aún, ¿es la violencia el rasgo distintivo del animal humano? Existen elementos para dar una respuesta afirmativa a esas preguntas, pero también los hay para una negativa. En todo caso, el responder adecuadamente a estas cuestiones requeriría años de investigación y diálogo interdisciplinario. Por ello, no pretendo presentar un dictamen concluyente a estas cuestiones en un par de páginas, pero sí me gustaría sugerir como postulado ético[5] la posibilidad de la violencia como ingrediente esencial al animal humano.

Esto, no con el fin de justificar toda expresión de violencia bajo el argumento de que, como se trata de una cuestión natural, no se puede calificar de buena o mala, puesto que se no se puede ir contra la naturaleza; sino más bien con el objetivo de avanzar en la erradicación de un fenómeno detestable, con demasiada frecuencia asociado al animal humano, sin exclusión alguna.

También habría que considerar, entre lo constitutivo de lo humano, a la libertad como capacidad de decisión frente a una multiplicidad de opciones. Esto supone una adecuada ponderación de los caminos posibles que se ofrecen a nuestro libre albedrío (en caso de que se acepte la premisa de su existencia real). De esta manera, sería imperativa la negación de toda práctica violenta, y la inclinación hacia otra opción más adecuada a la dignidad del animal humano y no humano. Así, un criterio de diferencia entre personas sería el ejercicio de esta actitud en relación con la violencia.

En suma, el “postulado de la violencia intrínseca a la condición humana”, junto con el de la libertad, podría ayudar a re-dirigir toda educación hacia la contención y, de ser posible, la erradicación del “gen maligno” del animal humano, esa inclinación tan difundida a golpear, destruir, matar. No hay nada que perder en la asunción de dicho postulado. En cambio, sí lo hay —siempre lo hay— cada vez que se da libre cauce a la confrontación de voluntades violentas, desde creencias ingenuas basadas en el supuesto de que la violencia no es realmente consustancial a los seres humanos.

Lo más probable es que siempre se manifieste la violencia humana. Pero, ¿debemos resignarnos a la aceptación fatalista de esta premisa sin más? ¿O ya resulta necesario buscar los medios para contenerla, para eliminarla de raíz y, de esa manera, hacer la lucha por un mundo mejor, aunque nunca falte gente inclinada a realizar actos violentos?

Referencias

1   https://www.sinembargo.mx/16-04-2021/3964105 

2 https://www.eluniversal.com.mx/metropoli/familia-mata-golpes-un-perro-en-tlalnepantla-edomex

3 https://www.marca.com/futbol/futbol-internacional/2022/03/06/6224568fca4741bd258b45c4.html

4   https://www.elmundo.es/america/2010/08/13/mexico/1281711626.html

5  Entiendo por postulado ético un principio, de carácter ético, incuestionable y sin la exigencia de una demostración para ser admitida.

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Donovan Arteaga Filósofo mexicano

Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor/a

 

 

 

 

 

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