El teatro territorio de resistencia cultural

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Hoy, 27 de marzo, se conmemora el día mundial del teatro. Encontré tantos elementos significativos para honrar a quienes han hecho de este arte, su campo de resistencia contra lo superfluo. El teatro es en sí mismo un asunto de transformación, un reflejo de la realidad. Su proceso creativo sirve como medio político, que fuera de su carácter de entretenimiento, es un agitador de la conciencia social.


Me remonto a las hazañas escénicas de Tespis de Icaria a quien se le atribuye la invención del drama y la actuación; o leo sobre la comedia dell´arte que introduce personajes burlescos y divertidos. Shakespeare, y la influencia cultural que logran los diálogos de sus personajes, líneas que trascienden el tiempo, posicionando al autor como uno de los más universales. O el teatro del Siglo de Oro español, en el que surgió una creatividad impresionante a través de la palabra, ante las restricciones impuestas por la corona. O los italianos que influyen en la escena moderna del teatro físico.


El padre de la actuación moderna Konstantín Stanislavski que junto al “Teatro de Arte de Moscú” logró perfeccionar e impulsar el método de actuación: los actores pueden controlar sensaciones, pensamientos, sentimientos, convirtiéndolo en canal de inspiración para el desarrollo técnico del personaje.


El teatro ruso, marcó un antes y un después, la grandilocuencia de personajes forjados específicamente para los actores, dramaturgos como, Henrik Ibsen, introduce al espectador en la monotonía de la vida burguesa, mostrando el realismo de esa supuesta perfección de la clase media, quiebra el teatro y hace que se vea desde una perspectiva que cuestiona la moralidad.


Antón Chejov, se desenvuelve en la escena naturalista con matices simbólicos, introduce la “acción directa” que tiene que ver con la expresión verdadera, la conjunción de verbo y acción de los personajes, casada con la técnica actoral de Stanislavski y el Teatro de Arte.


Honor a quien quebró esa delgada división entre público y actores, la llamada “cuarta pared” inventada por el francés André Antoine, se trata de Bertolt Brecth, con el llamado teatro épico, una forma de presentar el “teatro didáctico o político” para una transformación social a través de la denuncia de la explotación, represión, dominación y violencia.


Grandes teóricos y creadores de otras tendencias teatrales como el brasilero Augusto Boal, que teoriza y formula un teatro pedagógico a partir de la influencia de los escritos de Paulo Freire, en la necesidad de un cambio social en el que se muestre la explotación social de la clase dominante y la subyugación de la clase trabajadora, con el “teatro del Oprimido”. Son pocas líneas para tantas subidas y bajadas de telones, en fin, el territorio lúdico, social y transformador, que expresa la cotidianidad y la urgencia de nuestras modernas vidas, como una forma de resistencia cultural colectiva.

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Cris González Directora de Correo del Alba

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