Matar la democracia

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En lo que va del año, en México, ocho son los periodistas que han sido asesinados. No estamos ante una serie de eventualidades de carácter novedoso y en este hecho radica parte de la gravedad del asunto, pues existe una estrecha relación entre la normalización de un acontecimiento y la indiferencia hacia un determinado fenómeno. Que haya dicho ligamen no es sinónimo de un vínculo necesario de causa-efecto, pues no siempre resulta de ser esa manera. Pero sí es importante señalar que, al parecer, el asesinato de periodistas que, al menos en lo que va del presente siglo en México, las cifras rondan la centena y media, pasa desapercibido o no se le da la importancia que amerita, no sólo por una gran cantidad de ciudadanos/as, sino por las autoridades y los propios dueños de los medios de comunicación. Entonces estamos ante dos problemas que bien podrían ser algunas de las caras que componen la situación actual del periodismo.

El primer problema es el de la desvinculación de la prensa con la sociedad. Nos hallamos en una época en que la confianza en el periodismo está por los suelos: hay medios que defienden ya no una perspectiva, sino un bando como si de un partido de fútbol se tratara, es decir, atacan al contrario con armas-datos y se empeñan en ocultar las armas-datos de los adversarios. Tenemos otros medios que deciden omitir cierta información importante, puesto que perjudicaría a sus dueños o a sus amigos de no ser así. Es decir, la prensa que abunda en la televisión, en las redes sociales y en otros medios, es una prensa carente de una actitud crítica que opera como distribuidora de no-verdades fabricadas por poderes fácticos. Esto tampoco es un fenómeno nuevo, pero se ha agudizado con el surgimiento de las redes sociales y sus implicaciones. Como prueba de esto basta mencionar algunos de los casos más conocidos: Cambridge Analytica y su influjo en el Brexit y las elecciones del 2016 en Estados Unidos.; la campaña en contra del actual presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, desde el “López Obrador: un peligro para México” orquestada por la oposición de la mano de Antonio José Sola1, hasta la llamada “operación Berlín” que buscó desacreditar al candidato de Morena por la presidencia en las elecciones del 2018; la omisión de noticias loables en Cuba y Venezuela, y la rápida y desmesurada propagación de notas alarmistas sacadas de contexto con el fin de perjudicar a estos países, entre otros; y como último ejemplo, lo que hoy está sucediendo en la guerra Rusia-Ucrania. 

Pese a todo, también es posible hablar hoy de un periodismo crítico, cuyo objetivo no es más que el de informar a las personas de la manera más verídica posible. Se trata de periodistas que se rigen a partir de un compromiso con la verdad. Esta opción no es un mito, pero exige a quien desea informarse, buscar estos medios y mantenerse en una actitud crítica, esto es, activa, ante la información que recibe. Es este tipo de periodismo el que incomoda y el que corre peligro al someter a examen y, de esta manera, confrontar directamente a los poderes fácticos.

El segundo problema y, a mi parecer, el más grave puesto que implica vidas, es el de los lamentables asesinatos de periodistas. Lo primero que habría que decir es que lo único que justifica arrebatar una vida es en “defensa propia”, lo cual no se entiende nada más que el enfrentamiento ante alguien o algo que quiere despojarnos de nuestra existencia en el mundo. Por ello, no hay forma de justificar el asesinato de periodistas. Decir esto parecería innecesario si no fuera por la nefasta posibilidad de una detestable respuesta que señale por “causa” de este fenómeno a la actividad realizada en un lugar peligroso para ellos, es decir, en la persistencia de los periodistas en criticar a poderes fácticos.

Ahora bien, el asesinato de periodistas resulta ser un atentado contra la democracia; cuya una de sus condiciones sine qua non es la transparencia, misma que resulta fundamental porque se trata del gobierno del demos, es decir, del pueblo. Si no hay transparencia de las acciones del gobierno -que ha sido colocado ahí por el voto popular- hacia la población que, se supone, gobierna, entonces ¿cómo podrían los ciudadanos/as conducir el Estado si no son transparentes los asuntos políticos, si estos no son públicos?; además, los y las periodistas que tienen un compromiso con la verdad y que se encargan de transparentar toda actividad concerniente a la política, contribuyen a la consolidación de la democracia dado que ayudan a garantizar la transparencia; en consecuencia, si estos/as periodistas colaboran en la procura de la transparencia en una democracia, y esto coadyuva a la generación de una toma adecuada de decisiones, entonces atentar contra la vida de los mismos es un atentado contra la democracia.    Por lo demás, contribuir a la persistencia de este atentado permanente al gremio periodístico mediante la impunidad, la indiferencia y la ineficaz protección hacia los periodistas vulnerables, es también contribuir al fracaso de la pretensión de tener una democracia sólida, segura y plausible.

Referencias

1 Antonio José Sola es un asesor y consultor político español, especializado, principalmente, en campañas “sucias”. Algunas de las campaña en las que ha participado son las de Felipe Calderón y Vicente Fox (México), Mariano Rajoy y José María Aznar (España), Juan Manuel Santos (Colombia), Michel Martelly (Haití).

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Ludwing Donovan Arteaga Filósofo mexicano

Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor/a

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