Xenofobia a plena luz del día

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Tener claro el significado de ciertas palabras concernientes directamente al comportamiento de los seres humanos resulta de utilidad a la hora de emitir juicios, identificar las implicaciones de ciertas tendencias, ideas o actos para, con ello, evitarlos. Pongo por caso palabras compuestas con el prefijo “miso-”: misoginia, misantropía, por mencionar algunas de las más famosas. Estas se refieren al odio (μῖσος [misos]) hacia las mujeres y hacia la humanidad respectivamente. De esta manera, la falta de claridad o la ignorancia del significado y de las implicaciones éticas de estas tendencias, sentimientos, etcétera, nos hacen susceptibles de ser representantes, con nuestras acciones e ideas, de dichos conceptos.

En esta ocasión quisiera tratar otra palabra de igual gravedad, me refiero a la xenofobia que está constituida por xénos (ξένος), que significa extranjero o forastero; y phóbos (φόβος), cuyo significado es miedo, pánico, temor, etcétera. Es necesario precisar que se trata de un temor escamón a los extranjeros vinculado totalmente con el odio a quienes vienen de otras tierras, de otros orígenes, de otras culturas. Naturalmente, del miedo se genera el rechazo y del rechazo a causa del miedo, la hostilidad. Es decir, la xenofobia se trata de un rechazo hostil hacia lo extranjero por el hecho de ser extranjero. 

El pasado martes 8 de febrero en Ciudad de México, durante una sesión realizada por la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados, se aprobó la reforma a la Ley Orgánica del Seminario de Cultura Mexicana, la cual enmienda la discriminación que había hacia extranjeros naturalizados mexicanos, ya que, entre los requisitos para ser miembro titular del Seminario señalados en el artículo 4º de dicha ley, estaba el de ser mexicano por nacimiento[i] Además de esto, también se agregó al artículo 3º el principio de paridad de género.

Hasta acá las noticias que pudieran alegrar y ser motivo de una sensación de que el mundo, aunque mínimamente, tiende a mejorar en materia de derechos humanos. No obstante, siempre hay una persona –y esto parece ser, desafortunadamente, una regla– que, dando muestras de ser presa del miedo y del odio, se opone y ve con malos ojos lo que es una enmienda a las leyes hijas de otros tiempos y de otra moral.

Fue el caso de la diputada Gabriela Sodi Miranda del Partido de la Revolución Democrática (PRD), quien, tras la aprobación de la reforma, afirmó que al permitir el ingreso de mexicanos naturalizados se pone en riesgo la toma de decisiones en materia de cultura nacional, puesto que “podrían ser tomadas por rusos o tendremos un Seminario de la Cultura cubano, bolivariano o venezolano[ii].

Supongamos que la legisladora Sodi no solo ignora lo que es la xenofobia y sus implicaciones y, por este motivo, adolece de ello. Es decir, seamos benevolentes y concedamos que no sabe lo que hace pero habrá que enterarla de que, de sus lamentables declaraciones, se deduce que es xenófoba y lo que esto significa. También habrá que señalar que ignora por completo la historia de las naciones aludidas, por lo cual se expresa de esa manera tan desafortunada. A esto también habrá que ponerle remedio.

Más allá de lo irrisorias que pudieran ser dichas declaraciones, resultan lamentables, quisiera decir yo anacrónicas, pero no, pues, desafortunadamente, se trata de una manera común de pensar o, mejor dicho, de no-pensar, basada en el prejuicio, que no es más que la elusión del ejercicio de la ponderación adecuada previa a la emisión de un juicio. Esta manera común de “no-pensar” es característica de la política de extrema derecha –y no tanto–, quienes habitan aún en el prejuicio y se niegan a implementar el examen de sí mismo y ello incluye las convicciones propias.

Ahora bien, quisiera preguntar lo siguiente: ¿acaso la diputada Gabriela Sodi y sus correligionarios no están enterados de que la nacionalidad por nacimiento de un individuo no garantiza su amor y total entrega por el bienestar de su país? Por ello, es preciso preguntarse por el lugar que se les daría, a partir de una postura deplorable como la de la bancada del PRD y sus aliados, a aquellos/as mexicanos/as naturalizados/as por voluntad propia que han colaborado durante décadas en la investigación, difusión, divulgación, educación, formación de generaciones de mexicanos y, con ello, en el enriquecimiento de la cultura mexicana. Estas personas llevan años de ser mexicanas y de haber adquirido los mismos derechos que los/as nacidos/as en territorio mexicano, por lo que una postura así no sólo resulta injusta, discriminatoria, absurda e ingrata, sino inconstitucional. Este tipo de conductas debería ser objetado sin paliativos, ya que solo propaga el odio y la aversión hacia otros seres humanos.

Finalmente, no hay más que celebrar el fallo a favor de la reforma y seguir condenando las muestras de xenofobia, racismo, misoginia, machismo, etcétera, que acontecen a plena luz del día, al menos, desde nuestra trinchera.

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Ludwing Donovan Arteaga Filósofo mexicano

Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor/a


Referencias

[i] https://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/pdf/173.pdf consultado el 21 de febrero 2021 15:08 hrs.

[ii] https://www.jornada.com.mx/2022/02/09/cultura/a06n2cul?partner=rss nota de Georgina Saldierna y Enrique Méndez

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