Es conocido ampliamente que desde 1960, en el contexto de la Guerra Fría, Estados Unidos prohibió a sus empresas comerciar y negociar con Cuba, bajo pena de fuertes multas. Estas medidas, que abarcan desde el ámbito económico hasta el financiero, también fueron impuestas indirectamente por Washington a sus aliados, a través de sanciones y presiones a empresas extranjeras con grandes intereses en territorio estadounidense. Un verdadero chantaje internacional realizado por la mayor economía del mundo contra la pequeña isla caribeña. Cabe destacar que la acción de aplicar “sanciones” es básicamente una estrategia militar, la cual tiene como objetivo fundamental impedir que el “enemigo” reciba suministros de manera que se rinda por agotamiento.
En Cuba viven 11.2 millones de personas que sufren en diversas dimensiones de su vida cotidiana el bloqueo impuesto unilateralmente por Estados Unidos. Las consecuencias del bloqueo han afectado a todos los sectores y a todos los aspectos del desarrollo, y los daños son casi totales. Entre los ámbitos más afectados por el bloqueo económico están, sin duda, la alimentación, la educación, la sanidad y el transporte.
Ante esta punición a todo un pueblo, sin que haya de por medio un conflicto armado, ¿qué establece el Derecho Internacional?. Si hacemos una revisión de la legislación actual, desde el punto de vista del Derecho Internacional, que vincula a la comunidad internacional en su conjunto, no hay ninguna autoridad, y en particular ningún tribunal, con jurisdicción coercitiva, que pueda establecer la existencia de una infracción internacional y ordenar la aplicación de sanciones. Pero al no existir leyes ni tribunales que deliberen y establezcan este tipo de puniciones queda a libre disposición de los Estados así como también organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas (ONU) la determinación e imposición de medidas coercitivas unilaterales.
Las consecuencias de este vacío legal internacional ha hecho que los Estados Unidos utilice el mecanismo de las sanciones tras la cortina de la defensa de la democracia y los Derechos Humanos como una estrategia de guerra para doblegar gobiernos y pueblos que incumplen con su estándar político o que son molestosos a sus intereses hegemónicos. Es la comunidad internacional la que continúa permitiendo que la Casa Blanca funja como tribunal imponiendo sanciones o medidas coercitivas unilaterales, sin que ninguna institución lo impida.
Estamos, ante un sistema legal que jurídicamente se basa en la imposición de sanciones en la “autodefensa” y de manera más irónica en la “defensa de los Derechos Humanos”. Donde además la constatación de la violación del Derecho Internacional como la reacción ante la misma se dejan en manos de los Estados individuales. Pero no solo en este sentido existe un vacío legal, sino también en la violación del Derecho Internacional al aplicar fuera de las fronteras internas, leyes que han sido promulgadas dentro de un país. Por ejemplo, analizando la nefasta Ley Torricelli, impulsada y puesta en práctica en 1992 por Bush padre, que endureció el bloqueo económico y profundizó el “periodo especial”, uno de los momentos más oscuros y duros de la historia de Cuba. Dicha Ley Torricelli se extiende a todos los países del mundo, y obliga a que si algún barco o nave entra en los puertos cubanos se le prohíbe atracar en Estados Unidos en los próximos seis meses. Además de ello prohíbe explícitamente el comercio de compañías subsidiarias estadounidenses, que se encuentren fuera del territorio norteamericano, sostener relaciones comerciales con Cuba; es decir, es prácticamente una ley que los gobiernos norteamericanos han hecho que tenga carácter internacional sin legalmente tenerlo.
Años de bloqueo a Cuba
Haciendo una retrospectiva en el tiempo, el bloqueo a Cuba comienza en octubre de 1960, en respuesta a la expropiación por parte del nuevo gobierno revolucionario de empresas que explotaban a los trabajadores y trabajadoras, además de los grandes beneficios que obtenían por ello en la isla. En aquella época Cuba dependía en gran medida de la economía estadounidense, a la que exportaba e importaba dos tercios de todos sus bienes.
La situación empeoró notablemente en la isla a partir del 3 de febrero de 1962, cuando J.F. Kennedy, alabado actualmente por algunos sectores progresistas, decretó un embargo total del comercio entre Estados Unidos y Cuba. Se incluyó por primera vez la prohibición del comercio de alimentos y medicinas, una medida cruel y despiadada violatoria de los Derechos Humanos. Desde entonces la escalada ha sido imparable, con nuevas leyes en 1963, 1979, además de la mencionada Ley Torricelli, llamada también de la «Democracia Cubana», de 1992. En 1996 se promulgó, bajo la administración de Clinton, la Ley Helms-Burton, la cual no solo es extraterritorial, sino también retroactiva siendo violatoria del Derecho Internacional.
En 2004, bajo la presidencia de George W. Bush, con su “Comisión de Asistencia para una Cuba Libre”, se impuso la reducción de la remesa mensual a 100 dólares, aunque si el familiar era miembro del Partido Comunista (PCC) la cantidad se reducía a cero.
En 2006 Washington continuó el estrangulamiento de la mayor de la Antillas, las empresas tenían que elegir entre comerciar con Cuba o con Estados Unidos, este último evidentemente con un mercado de millones de personas y empresas. Para comerciar con los norteamericanos era necesario, y aún lo es, demostrar que los productos vendidos no contienen ningún componente de origen cubano.
La apertura de la administración de Barack Obama (2009-2017) hacia la isla había hecho esperar una disminución gradual pero constante del bloqueo, pero con la llegada de Donald Trump las cosas empeoraron. De hecho, bajo la administración republicana Cuba volvió a formar parte de la lista de países que Estados Unidos considera que patrocinan el terrorismo. Y las 240 medidas sancionadoras impuestas a la isla, en gran parte están relacionadas con el Título III de la Ley Helms-Burton.
En cuanto a Joe Biden, todo sigue exactamente igual, la línea política de Trump continúa aplicándose, siguiendo la máxima gatopardiana “cambiar todo para no cambiar nada“. No obstante todos los ataques, sanciones y bloqueo, Cuba sigue adelante, como un faro de luz, demostrando que Revolución llegó para quedarse.
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Yoselina Guevara López Corresponsal en Italia