A Barinas, otra vez

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A la memoria de Eddy Gómez, hijo de Libertad de Barinas

Desde el mismo momento que la Sala Electoral del Tribunal Supremo de Justicia, toma la decisión de convocar a nuevas elecciones en Barinas, ese hecho jurídico adquiere otra dimensión, preponderantemente política, la cual ya tiene marcada  incidencia en lo nacional y en lo internacional. Tanto es así que el PSUV, coloca como candidato a un hombre que viene de ser la punta de lanza frente al bloqueo criminal de los EE.UU. y de   su redil de gobiernos obedientes de la vieja Europa y América Latina en contra de Venezuela, le quedan 15 únicamente. Cada día que pasa se van quedando más y más solitarios; igual hizo la derecha al presentar como candidato a un dirigente histórico de la socialdemocracia cuyo liderazgo se extiende más allá de la oposición recalcitrante.

Padrino López ha dicho, inteligentemente, que el epicentro de la Revolución Bolivariana se traslada a Barinas y esa apreciación suya me anima a escribir este documento. 

El hombre surge en el momento que asume su ser simbólico. Barinas es un símbolo de la Revolución Bolivariana. Nietzsche sostiene que el símbolo es la transmisión simbólica de una cosa a una esfera totalmente diferente. Santa Inés es un símbolo. Así lo entendió Hugo Chávez, por eso revivió esa gesta y en su momento se creció de nuevo como líder político, y al igual que Ezequiel Zamora, salió victorioso de esa importante batalla electoral de la misma forma que el general del pueblo soberano lo hizo en la sangrienta contienda de la Guerra Federal. La historia se apoya en la memoria, nace en la memoria. No es igual hablar desde Barinas que hablar desde cualquier otro pueblo o ciudad de Venezuela.

Barinas es un sitio de la memoria. La filosofía de Revolución Bolivariana está transversalizada por los pensamientos zamoranos, es su rizoma, de allí lo popular, lo insurgente, lo guerrillero, es lo que la filosofía nietzscheana nombra como la voluntad de poder, como voluntad de vida. Barinas es un nombre que resuena en la memoria como victorias Zamoranas. Chávez tenía bien claro que el hombre es el único ser en la naturaleza, que los seres humanos somos quienes nos valemos del símbolo para consumarnos como tal, por eso lo utilizó creativamente en cadena nacional de Radio y Televisión, aquel día en que le anunció al país que íbamos a referéndum, el cual pretendió ser revocatorio de su mandato. La Batalla de Santa Inés, Florentino, Maisanta, surgieron como bruscos despertares, como íconos inmanentes, y permanecen ahí vivos en los afectos, en las emociones del pueblo venezolano. Perder los símbolos es el comienzo del fin de una Revolución. La memoria es un fenómeno colectivo, aunque sea vivido psicológicamente como individual. 

Es verdad que unas elecciones se ganan y se pierden, esa es la dinámica de la política electoral. Acaban de perderse Cojedes y el Zulia. El estado llanero se ufanaba de estar invicto, y decían los bolivarianos cojedeños que en cada justa electoral que se les convocara, ellos saldrían triunfadores, hasta que llegó el 21 de noviembre. En siete estados, a saber: Apure, Aragua, Bolívar, Monagas, Trujillo, Portuguesa y Sucre, se cambió al candidato gobernador o a la candidata gobernadora; pero en el estado Cojedes no. En las internas hubo una señal y sucedió lo que les pasa a los ojos del pescado dentro de la nevera: no ven nada, y he allí el resultado desastroso de los hijos e hijas de José Laurencio Silva, lo cual indica que lo de la buena gestión es bien relativo y no es suficiente para ganar unas elecciones. En ninguna de esas entidades mencionadas, sobre todo las gobernadas por militares, se percibía una gestión exitosa y, sin embargo, se obtuvieron victorias. Con los gobernadores en ejercicio de candidatos en los estados mencionados, era casi que imposible ganar en esos espacios.  Una derrota de Freddy Bernal en el Táchira y de Héctor Rodríguez en Miranda, hubiesen tenido una connotación resonante allende los mares, porque ellos son dirigentes nacionales. Que Manuel Rosales, derrotara a un dirigente regional en un espacio que, históricamente, desde la guerra de independencia hasta nuestros días, ha sido arisco a la capital de la República, no debe sorprendernos para nada.

Omar Prieto, ganó en una coyuntura especial, ya se sabe que el gobernador renunciante, Guanipa, venía de triunfar alcanzando más de 700 mil votos superando con creces a su adversario de turno; pienso que más que una mala gestión de Prieto, su derrota se debió, de una u otra forma, a su estilo soberbio y arrogante de gobernar, de relacionarse con el pueblo, pues; nunca hubo empatía entre él y las masas, y ese estilo altivo fue mimetizado por la mayoría de los alcaldes peseuvistas de los demás municipios  zulianos. La mirada desde el helicóptero, desde la camioneta negra con los vidrios oscurecidos y los de las ventanas semiabiertas; el saludo distante, la expresión corporal falseada, el séquito de guardaespaldas que atropellan a quien se acerque al gobernante, eso contó mucho en esa derrota dolorosa del Gran Polo Patriótico en el estado Zulia. El estilo policial de gobernar le gusta a muy poca gente.   Si en Barinas se mantenía la candidatura de Argenis Chávez, era de esperarse una derrota segura, tan inexorable como el giro diario de la tierra sobre sí misma. El hermano de Chávez comprendió por entero lo que había sucedido y se hizo a un lado. Michel Foucault, muy citado estos días, era de la opinión de que la primera tarea de la militancia revolucionaria debería ser la de no enamorarse del poder. 

Había que producir el acontecimiento y el acontecimiento se produjo con la decisión de la Sala Electoral del TSJ: Nuevas elecciones. Y ante las nuevas elecciones, nuevos candidatos: Claudio Fermín vs Jorge Arreaza, ya que los otros aspirantes a gobernador, los locales, ya se quedaron en el limbo, en algo así como un purgatorio menos hostil. Las derechas presentan un candidato experimentado en política, vienen de ganar tres gobernaciones con hombres que promedian los setenta años, zorros viejos de la política, y creen que, con Claudio Fermín, quien es barinés, podrán alcanzar una cuarta victoria regional con la misma estrategia.  El Gran Polo patriótico promueve a un joven político, inteligente, valiente y vinculado al sentimiento de los barineses y barinesas.

Casualmente ninguno de los dos podrá sufragar por sus propias candidaturas, ya que no están inscritos en la Barinas linda, de Eladio Tarife. Necesario es repetir aquí lo dicho por Karl Von Clausewitz, que la política es la continuación de la guerra por otros medios; en consecuencia, Barinas será una nueva batalla, bien estratégica, en esta guerra que acosa a Venezuela ferozmente desde que se instaló Hugo Chávez en el mando del gobierno, por lo tanto, hay que trabajar duro para ganar esta importantísima Batalla de Barinas del día 9 de enero. Es que, definitivamente, el hombre y el paisaje son como cuerpo y alma en la geografía física y humana de la tierra llanera venezolana: ¡Espíritus de la sabana no me dejen solo! ¡Ay Sabaneta! ¡Ay Sabaneta! ¡Ay Masparro! Ay ¡Masparrito! ¡Ay Santo Domingo!

¿Se va a acabar la Revolución Bolivariana, si no se gana en Barinas el 9E?

Evidentemente que no, pero puede ser el inicio de la muerte del Proceso Bolivariano. Una victoria de la derecha opositora en Barinas los envalentonaría mucho más para activar un referéndum revocatorio para el año 2022, entonces sí, con muchas posibilidades de ganarlo. Una derrota de la oposición en Barinas los haría pensar dos veces para convocar a una consulta refrendaría de mandato presidencial y si lograran convocarla, con la derrota barinés a sus espaldas, la perderían con toda seguridad.  Barinas en este tiempo, no es lo que a simple vista pudiera observarse, o creerse, no, la perspectiva de Barinas es lo que, sin duda alguna, se generaría después de una derrota bolivariana en la consulta del mes de enero. La mejor guerra es la que se evita, enseñaba Sun Tzu. Barinas debe ganarse.

Si en principio las elecciones de Barinas no tenían una connotación nacional, ya la tienen, como prueba de ello, allá se encuentra instalado, en estos momentos, el Comando Bolivariano con sus más connotados jefes políticos nacionales. Igual ha hecho la oposición y la embajada gringa.   Ayacucho simboliza la derrota del imperio español en América.  Barinas tiene que simbolizar, entonces, una fuerte derrota no solo de la oposición, sino además del imperio yanqui, del alicaído Biden, en hora buena; también una derrota de  sus colegas imperiales europeos, y una derrota contundente de los lame botas latinoamericanos.

Los metales del freno y de las riendas del caballo de Ezequiel Zamora, se oyen tintinear por las Sabanas de Barinas, es la música de las charnelas que nos advierte, nos convoca. En el caney barinés están la falseta, el bozal, y el tapaojos, junto a la silla sin ningún adorno, los mismos que serán usados el día 9 de enero, el gran  día de la doma. Allá nos vamos. Yo no me quedo en la casa, pues, al combate me voy. Barinas nos espera.

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Isrrael Sotillo Economista venezolano

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