Un poema de Adalgiza Charria, dedicado a Manuela Sáenz dice “Manuela viene al lomo de los Andes, cabalga en el pecho de todas las mujeres, que han osado ser faro de su propia noche”. La figura, el legado de esta mujer única, “Libertadora de sí misma” como se titula la poesía a la que hago referencia, cobra, sobre todo en estas fechas, una relevancia imperecedera. La partida física de Manuelita, se produjo un 23 de noviembre de 1856, a los 59 años, exiliada en el puerto de Paita en Perú donde fue desterrada después que el presidente ecuatoriano, Vicente Rocafuerte, y la sociedad de castas le cerraran las puertas para retornar a su otrora Gran Colombia por la que tanto luchó. Su cuerpo fue depositado en una fosa común. Decía Neruda en su gran poema, La Insepulta de Paita “No, pero en mar no yace la terrestre, no hay Manuela sin rumbo, sin estrella, sin barca, sola entre las tempestades”.
En julio de 2010 el Comandante Chávez la proclamó Generala de la independencia y sus restos simbó licos, con tierra de Paita, son depositados al lado del Libertador. El comandante Chávez la reivindicó como lo que fue, y sigue siendo, una figura clave en la lucha de la independencia, más allá de su amor apasionado con Simón Bolívar, unidos por la idea de libertad del continente.
Ella entregó su vida a una causa, pasó a llevar todos los cánones de la época impuesto a las mujeres en una sociedad en extremo conservadora, donde las mujeres que pensamos el mundo y queremos transformarlo, no teníamos lugar. Fue tildada de loca y de puta, porque había sido entregada en matrimonio pactado unos pocos años antes de conocerse con El Libertador. Muchos la odiaron y despreciaron, hasta borrarla de la historia sin reconocer el papel trascendental que jugó.
A Manuelita la evoco también este 25 de noviembre, Día Internacional por la Eliminación de las Violencias Machistas. Ella, como las hermanas Mirabal a quienes está dedicado esta conmemoración por ser mártires del régimen de Trujillo en Santo Domingo en 1960, y tantas otras mujeres que combaten por una vida mejor, sin violencia, sufrieron las consecuencias de sus opciones en un mundo machista y patriarcal.
Con su fuerza supieron ser faro de su propia noche, por amar, sentir pasión por ideales de libertad, optar sin ataduras, ser conscientes de nuestras propias decisiones de forma responsable. Los crímenes protagonizados por mujeres son mínimos, más del 90% son cometidos por hombres. Y entre ellos se cuentan, según datos de la CEPAL, las, al menos, porque son las registradas, 4 mil 91 mujeres víctimas de feminicidio en 26 países de América Latina y el Caribe en 2020. Las tasas más elevadas de feminicidio se registraron en Honduras (4,7 por cada 100 000 mujeres), República Dominicana (2,4 por cada 100 000 mujeres) y El Salvador (2,1 por cada 100 000 mujeres). Liberémonos de este lastre de violencia contra la mujer.
Necesitamos más Manuelitas con su ímpetu liberador, su inteligencia indómita, fuerte y decidida, valiente, jamas da tregua para cumplir sus ideales de independencia, vuelvo a Charría y digo con ella: Manuela “la del alto sueño, la huérfana y la insumisa, la exiliada, la despojada, la capitana de su vendaval”.
Amada Manuela mi generala, mujer guerrera, Manuela la liberadora, de quien tenemos tanto por descubrir.
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Cris González Directora de Correo del Alba