La multiplicación de los pranes

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No se trata de un tema religioso. No es analizar el milagro de la multiplicación de los panes realizado por Cristo en la villa de Bethsaida, ubicado en las cercanías del mar de Galilea, cuya experiencia vivieron los apóstoles Pedro, Andrés y Felipe. De acuerdo con la narrativa bíblica, estos tres acompañantes observaron que el hijo de Dios con cinco panes y dos peces logró alimentar a cinco mil personas.

El tema, en cuestión, es cómo el mundo es testigo del comportamiento de un numeroso grupo de individuos que  han logrado acaparar las riquezas del planeta, con el uso de la violencia física, financiera y política. Ellos someten a países que apenas pueden vivir con lo que producen. Los despojan con golpes de Estado de sus riquezas. Ellos, los más ricos, conforman menos del dos por ciento de la población. Estos calamitosos terrenales se han convertido en pranes de un mundo sometido por la pandemia.

Estos pranes, comenzando con el gobierno de los Estados Unidos, son los dueños de las vacunas y cualquier otro elemento que permita curar a los más oprimidos de esa terrible enfermedad llamada el coronavirus. Para el gobierno norteamericano, el pranato es una forma de vida. Ellos son los que deciden quiénes deben ser sometidos a sus leyes, sin importarle el daño que ocasionan. Sino veamos los casos de Julian Assange, Alex Saab y otros tantos que están durmiendo en prisión perpetua.  Así  lo decide, en esta época, Joe Biden, heredero de las terribles políticas de Donald Trump, en cuanto a inmigrantes y confiscación de bienes, como lo han hecho con el bloqueo implantado contra Venezuela.

Más recientemente, la marina gringa intentó secuestrar un tanquero iraní en aguas del Golfo Pérsico, bajo el concepto de un acto de piratería al mejor estilo de sus antepasados ingleses. Pero, la Fuerza Aérea del país persa, obligó a los piratas del siglo XXI abandonar sus aguas territoriales, evitando  el robo de su  petróleo.

Aquella vieja conseja que en Estados Unidos no hay golpes de Estado, porque no hay embajada norteamericana, pasó a la historia ante los resultados  de las elecciones, en noviembre del año pasado, que condujo al triunfo de Joe Biden como presidente de la nación del norte. El 6 de enero de este año, Donald Trump estuvo a punto de dar un golpe de Estado cuando se negó a reconocer el triunfo de Biden mandando a sus seguidores a tomar el Congreso norteamericano.

Otro de los pranatos, que le está haciendo daño al mundo, es el narcoestado que pervive en Colombia. La insolencia planetaria es evidente cuando se borra del estatus penal los muertos generados por el conflicto armado, desapariciones forzadas de líderes sociales, excombatientes, producto de los gobiernos de Andrés Pastrana, Belisario Betancourt, César Gaviria, Álvaro Uribe y el propio Iván Duque. Ese pranato ahora se legitima con la decisión del Fiscal de la Corte Penal Internacional, Karim Khan, de cerrar los casos iniciados hace 17 años, dejando en manos del Acuerdo de Paz, firmado en 2016, por el gobierno de Juan Manuel Santos. Esta decisión otorga a la justicia colombiana juzgar la mortandad generada por falsos positivos. ¿Será que Uribe Vélez será exonerado de toda esta guerra implantada por la oligarquía colombiana, a la cual pertenecen los presidentes neogranadinos?

Caso especial es Jair Bolsonaro, un pran surgido de las filas del ejército brasileño. Un carnicero de su propio pueblo y un personaje burlesco que permitió la propagación del covid-19, originando la mayor cantidad de víctimas en América Latina.

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William Gómez García Periodista venezolano

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