Violencias

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Es un lugar común nombrar la violencia en razón de género. En sentido estricto suena a incoherencia referirnos al rasgo más fuerte del patriarcado buscándole una justificación. En el fondo no existe, no puede existir violencia en razón de nada y menos de género.

Se entiende que el mundo académico crea categorías para comprender la realidad desde diferentes aristas, sin embargo, en el caso de las violencias hacia las mujeres y población LGBT —aliados indivisibles en cuanto a discriminación y derechos— partimos y reforzamos la naturalización de la violencia y feminicidios, cuando subrayamos que una razón los sustenta.

Los movimientos de mujeres y feministas también usan esa categoría “violencia en razón de…” para diferenciar acciones y propuestas hacia una vida libre de violencia, en virtud de destacar la especificidad de la violencia machista y patriarcal.

Desde la semántica un ruido cruza las palabras y las cifras. “Violencia en razón de…” apela a la racionalidad, a la consciencia, a la abstracción de la idea de que una vida está siendo vulnerada en cuerpo, alma, afectos, ánimos, etc. Pero encasillar cualquier tipo de violencia puede obstruir la mirada hacia su carácter estructural e histórico.

El patriarcado cruza todos los niveles societales, por tanto su abordaje exige esa amplitud de análisis y tratamiento. Mucho más cuando se ha generalizado de manera inadecuada que el género solo se refiere a las mujeres y entonces se entabla un diálogo solo con ellas y no con ellos ni elles.

El otro gran peligro es que institucionalizando la “violencia en razón de…” se puede perder el trasfondo político de esas acciones antiderechos. En el informe del GIEI sobre vulneraciones de derechos humanos en Bolivia, durante la crisis de 2019, se incluye un capítulo de Violencia en razón de género. Todos los datos contemplados son tristemente reales y muchos quedaron en el silencio del sufrimiento. 

Lo que no se menciona en el informe es el carácter fascista de ese régimen político. Las ciencias políticas aportan explicaciones precisas sobre ese tipo de golpismo patriarcal y homofóbico, por lo que la ausencia de esta puntualización deja al informe desprovisto de historia y memoria larga.

Así las cosas, las violencias hacia las mujeres y población LGBT son vulneraciones que no admiten razones. Son delitos y deben ser nombrados como tal, tanto para enmarcarse en la legislación vigente de Bolivia o de cualquier país como para internalizar en la subjetividad la sin razón de la violencia en modo despatriarcalizador.

FUENTE Ahora El Pueblo

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Claudia Espinoza Iturri Periodista boliviana

Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor/a

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