Fidel para todas, todos y todes: acerca de la revolución y la unidad revolucionaria hoy

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El 25 de noviembre se cumplen cinco años de la muerte de Fidel Castro, líder histórico de la Revolución cubana y referente obligado para las y los comunistas, las y los rebeldes y hacedoras y hacedores de sueños en “nuestra mayúscula América”, como diría el Che. En esta columna y las próximas abordaremos temas específicos de su pensamiento, útiles para el presente.

El 18 de noviembre de 1971 Fidel visitó la Universidad de Concepción, en el sur de Chile, y sostuvo un prolongado y suelto conversatorio con estudiantes que le preguntaron sobre sus orígenes, la historia de Cuba, el cristianismo, el comunismo, entre otros. Especial lugar tuvo el tratamiento de lo que es o no una “revolución” y la labor –en opinión del invitado– imperiosa de la “unidad revolucionaria”. (Paréntesis… unión/desunión, aliados tácticos y/o estratégicos, sectarismos… asuntos irresueltos, ¿no?)

Una primera definición/lección de “revolución” condensada por Fidel fue: “La revolución es el arte de aglutinar fuerzas para librar las batallas decisivas contra el imperialismo. Ninguna revolución, ningún proceso se puede dar el lujo de excluir a ninguna fuerza, de menospreciar a ninguna fuerza: ninguna revolución se puede dar el lujo de excluir la palabra ‘sumar’”. 

Paso seguido, reveló una de las claves del triunfo cubano –aún vigente–: “Uno de los factores que determinó el éxito de la Revolución cubana –donde nosotros éramos un pequeño grupo inicialmente, ¡un pequeño grupo!, que en condiciones difíciles llevó a cabo la lucha–  fue la política de unir, unir, unir. Sumar incesantemente”.

Pero, ¿en política podemos unirnos por el puro arte de unirnos? ¿Sumar a otros, ser sumados… sin revanchismos? ¿Cómo hacemos para caminar de la mano fuerzas políticas cuyos horizontes son aparentemente similares, pero que diariamente se separan abrigadas en análisis, miradas y acciones discordantes?

Fidel no se autoengañó ni engañó a las y los estudiantes que le escuchaban cuando trató esos problemas… tampoco aconsejó falsas unanimidades o cerrar filas porque sí… Dio la única salida posible y revolucionaria: “¿No puede haber una unidad total? Bueno, vamos a buscar la unidad en este criterio, en este otro y en este otro. Hay que buscar unidad de objetivos, unidad en determinadas cuestiones. Puesto que no se puede lograr el ideal de una unidad absoluta en todo”.

En base a la experiencia, insistió: “El mando único –si se quiere–, el estado mayor único, es lo ideal, pero no es lo real. Y por lo tanto, habrá que adaptarse a la necesidad de trabajar con lo que hay, con lo real”. Sí, trabajar con lo real para fortalecer la unidad y con ello garantizar la existencia misma de la Revolución (aplicable a cualquier proceso revolucionario, ¿no?).

Solicitado por el variopinto estudiantado de la izquierda del Chile de Allende, igual tuvo Fidel tiempo para referirse al “sectarismo”. No negarlo. Comprenderlo y hacerse una autocrítica en cuanto a su irrupción en la propia lucha rebelde cubana, entre militantes del Llano (urbanos) y de la Sierra (guerrilleros). Otra lección para el hoy: “Creo que los sectarismos son consustanciales de todos los procesos, y están presentes como el resfriado. Así es que yo creo que hay que darles un tratamiento: tomar conciencia de ellos, ¡tomar conciencia! Creo que nosotros seríamos idealistas si llegamos a decir: No va a haber ningún sectarismo en ninguna organización, porque en general va a haber sectarismo y lo va a haber en todas. Pero hay una cosa peor: la necesidad de luchar contra la desunión”.     

El remate del diálogo, que parece ordenado para nuestros días (y que confirma, primero, que los procesos genuinamente revolucionarios se topan con problemas similares; y segundo, que por tal motivo hay que recurrir una y otra vez a las experiencias propias y de otros pueblos en el tiempo ¡para eso sirve la Historia!), hace énfasis justamente en nuestras debilidades: “Muchas veces las revoluciones o los procesos, o las posibilidades revolucionarias se frustran, porque los mismos revolucionarios se encargan de hacerlas fracasar, los mismos revolucionarios se encargan de frustrarlas”.

Última lección de Fidel y su llamado urgente: “Pudiéramos decir que en este continente los factores subjetivos han estado por detrás de los factores objetivos, porque causas y factores objetivos suficientes para la revolución existían más de los necesarios. [Por lo tanto] que su izquierda busque coincidir en las cuatro o cinco cuestiones esenciales del presente y el futuro del país”.

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Javier Larraín Parada Jefe editorial

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