Bipartidismo siglo XXI

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Para quienes tomábamos un megáfono a los nueve años de edad para gritar consignas políticas, significaba toda una proeza, porque la política estaba vedada a los menores de 18 años.   Una élite controlaba el poder. Eran los amos de los partidos políticos, por aquello de ser los jefes eternos de esas organizaciones.

Eran tiempos cuando se construía el bipartidismo. Los dueños del valle político venezolano habían jurado, bajo la sombra del Pacto de Punto Fijo, la alternancia del poder entre Acción Democrática, Copei y Unión Republicana Democrática (URD). Al final, fueron solo dos los partidos que se repartieron el poder durante cuarenta años. La represión sistemática contra un pueblo fue la orden del día, con constantes detenciones de los que estaban en contra de las políticas de Estado que se practicaban en el día a día.

Pero, no solo fue 1963 el año que nos puso en el camino para arengar a la gente para confrontar las luchas sociales. El 7 de septiembre de 1959, luego de la caída de Marcos Pérez Jiménez, a los cinco años de edad, junto con mis padres y hermanos, vivimos la furia adeca, dirigida `por un siniestro personaje conocido como Cigarrón, quien, aliado con una horda de cabilleros, buscaba a mi padre para quemarlo junto con su familia. Una semana estuvimos escondidos en un tanque de agua de la casa de don Jacinto Sosa en Pozuelos, municipio Sotillo del estado Anzoátegui.

En 1963 el tema electoral estaba dirigido a las minas de Naricual del estado Anzoátegui y la recuperación del coque como elemento fundamental para su funcionamiento. Allí la dirigencia de Unión Republicana Democrática (URD) jugó un papel importante. Sin embargo, esa dirigencia se perdió en el tiempo. Muchos de ellos se fueron con Acción Democrática y otros con Copei, para ocupar curules, ser jefes de organizaciones judiciales, obreras y estudiantiles.

La divergencia política fue sepultando la condición ideológica de esa dirigencia. Fueron piezas importantes para convertirse en organizaciones clientelares. Es lo que ocurre actualmente. Ahora las organizaciones son franquicias. Prestadores de tarjetas para competir en los procesos electorales. Aquello de convertir el debate en discusión colectiva dejó de ser, hace mucho tiempo, el breviario para construir una mejor sociedad. Hoy la propuesta de quién suelta más dólares para lograr el objetivo, es la meta. Ser candidatos presidenciales, candidatos a gobernador, alcaldes, legisladores o concejales es un fin que justifica los medios.

El bipartidismo se convirtió en un factor que se mide con encuestas falsas, con debates que se enmarcan en quién es más corrupto, en quién levanta más banderines para la toma fotográfica para colocarla en las redes sociales. Instagram, Facebook, WhatsApp, Twitter deshumanizaron la lucha política. La nueva dirigencia, ahora, es como la canción de los Cadillacs:  Ponte pa’ la foto. Modélame que cuando tu posas yo me alboroto.

La guerrilla, la lucha obrera, la protesta estudiantil, entre otros elementos, es la historia que algunos pretenden olvidar.

La batalla electoral, en cualquier parte del mundo, es convertir un «mitin» en un gran escenario televisivo, donde prevalezcan los «selfies».

En el siglo XXI el bipartidismo dejó de ser un efecto electorero, para convertirse en un factor de maquillaje para lograr la mejor foto y el vídeo más «cool».

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William Gómez García Periodista venezolano

Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor/a

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