Invasión europea y la resistencia afroindígena ante el sistema colonial

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Dia de la resistencia afroindígena a 529 años de la invasión. Como dice un proverbio africano “No olvidemos nunca nuestro pasado porque el futuro está lleno de muchos imprevistos”.

La historiografía a través de sus historiadores y cronistas desde sus diferentes posiciones sociales, políticas e ideológicas, han venido reconstruyendo la historia de la humanidad desde sus diferentes subjetividades, intereses y valores.

Las hipócritas denominaciones con que fue nombrado este hecho histórico tales como: “descubrimiento de América”, “día de la raza”, “encuentro de dos mundos”, “encuentro de civilizaciones”, “hispanidad”, “encuentro de dos culturas”.  En fin, una perfecta manipulación simbólica e ideológica que guardaba este rosario de nombres.

Esa cantidad de nombres no ha sido más que un hábil intento de falsificar la historia, dado que ese hecho no tuvo nada de protocolar o pacífico, como cínicamente pretendieron sus ideólogos y difusores hacernos entender. Por el contrario, fue con una carga muy violenta. Cuyo propósito era matizar el saqueo, rapiña, robo, vasallaje, imposición, el genocidio de 60 millones de indígenas, incluyendo el secuestro de más de 40 millones de seres humanos en nuestra madre África. 

Las aventuras de conquista en la historia de la humanidad se disfrazan siempre de obras de caridad, “civilizar a los pueblos que viven en el atraso”, se han hecho con la  sana intención de dar a conocer el  dios verdadero a los pueblo paganos que viven en la idolatría, o de civilizar a los pueblos que viven en  la ignorancia y en el atraso o la  de otorgar  libertad a los oprimidos.  Hoy hablan de “salvar la civilización” y la democracia. No sabemos de  cuál civilización hablan  ni de  cuál  democracia.

Estas aventuras se han  inspirado  en el buen corazón de sus protagonistas, siempre que hubo aventuras de posesión  de un país por otro, las empresas de humillación, invasiones, conquistas, tuvieron un interés material concreto, un interés inconfesable, pero nunca se dice, como que no hay guerras tan honestas, en las guerras matan para robar, matar para quedarse con lo ajeno. La naturaleza de los fabricantes de guerras e invasiones siempre es la misma en el devenir de nuestra historia.

La aventura colonial en las Américas de norte a sur, hay que entenderla en el marco de la imposición de un dios único, de una única cultura, única religión, único modo de vida posible.

Colón, y lo que representó, es un paradigma del fracaso. América fue una equivocación, convencido que había estado en la espalda de Asia, China, India, murió en la angustia, pensando que no fue comprendido, que no le habían recompensado su tarea descubridora. Colón, se puso al frente de las empresas coloniales con  las peores intenciones, vivió equivocado, murió equivocado, tan empecinado en su error  que   en su tercer viaje trajo un escribano para certificar que había estado en  Asia. A quien osara dudar se le aplicaba pena de azote o de horca.  Colón, no previó que América se le atravesaría  en su búsqueda de la ruta comercial que la había ofrecido a los reyes católicos “ruta  más corta entre España y Asia”.

Había llegado al paraíso terrenal, que los colonizadores convierten en el infierno; despojo, saqueo, rapiña, robo, violencia, imposición. Furibundo, ambicioso, los reyes le otorgan a Colón un mandato omnipotente, para construir la  nobleza hispana en estas tierras, con un carácter perpetuo y hereditario.  Eso se traduce en que todo lo existente era propiedad de Colón y sus descendientes.

La supremacía blanca, perfecta heredera de la colonia, hoy se reserva el derecho de interpretar también que son los dueños eternos  del mundo.

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Gustavo Silva Analista político venezolano

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