Hoy en medio de la pandemia, el cambio climático, las guerras multiformes y otros obstáculos los ciudadanos de Venezuela y de otros lugares del mundo nos hacemos distintas preguntas: ¿qué mundo queremos para el futuro?, ¿qué mundo queremos para las nuevas generaciones? Al hacer esas preguntas no podemos olvidar que, a lo largo de la historia, los seres humanos y en especial los latinoamericanos siempre hemos tenido esa fortaleza individual, pero también colectiva de recuperarnos frente a la adversidad para seguir proyectando en el futuro esa capacidad llamada resiliencia.
La escritora Isabel Allende hizo preguntas semejantes en el acto del natalicio del Libertador Simón Bolívar, en México e indicó que son las preguntas más importantes de nuestro tiempo; la pregunta que cada hombre y mujer consciente debe plantearse y, sobre todo, la pregunta que las naciones deben responder. Esas incógnitas, en el caso venezolano y latinoamericano, parecen tener alguna respuesta en diversos espacios. Es así como en ciudad de México el 13 de agosto del presente año, se concretó el diálogo entre las delegaciones del Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela y un sector de la oposición, donde pactaron un acuerdo de entendimiento para iniciar conversaciones directas y una negociación sin intromisión del exterior.
Igualmente, el 18 de septiembre, también en tierras de Emiliano Zapata, después de varios años, se realizó la VI Cumbre de la Celac con el ánimo de fortalecer la unidad regional bajo los principios del respeto a la soberanía y la autodeterminación de los pueblos. La lucha por un nuevo mundo con soberanía y autodeterminación de los pueblos de hoy es la batalla histórica entre de las ideas de Simón Bolívar y de James Monroe, es la lucha entre el mundo que nace y queremos y el otro que no termina de desaparecer.
Indistintamente de los intentos de algunos gobiernos por sabotear a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), en la VI Cumbre se logró la “Declaración de la Ciudad de México”, donde los países miembros acordaron 44 puntos sobre una amplia diversidad de temas que incluyen un Plan Integral de Autosuficiencia Sanitaria contra el covid19, un orden internacional más justo, el fortalecimiento de la educación y de la igualdad de género, el respeto a los Derechos Humanos y el rechazo a la aplicación de medidas coercitivas unilaterales contrarias al Derecho Internacional.
En ambos casos, quienes intentan sabotear estos encuentros de unidad son seguidores de la teoría de Monroe; ejemplo de ello el gobierno de Colombia. Así como coinciden en los enemigos ambas iniciativas tanto el encuentro entre las y los venezolanos o la integración latinoamericana también coinciden en el factor de unidad como herramientas para enfrentar los nuevos retos, entendiendo la unidad en la diversidad y el respeto de las diferencias.
Muestra de ello es que, en el diálogo venezolano, el primer acuerdo entre todos los factores, tanto los sentados en México como los factores representados en la Asamblea Nacional, respaldaron la Defensa de la soberanía de Venezuela sobre la Guayana Esequiba. Acuerdo sobre territorio venezolano con total apego a lo previsto en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, al Derecho Internacional y en base a lo establecido en el Acuerdo de Ginebra de 1966.
En este el último año se puede observar en Venezuela avances en distintas áreas como el retorno familiar al país, mejoras en la seguridad ciudadana, programas de vacunación contra el Covid19, la renovación institucional como en el caso del Poder Electoral y Poder Legislativo, la profundización de los Derechos Humanos en las reformas de normas y, aun cuando falta mucho por hacer, también existen avances en la situación económica. En la dimensión espiritual y valorización venezolana no podemos dejar de señalar los logros de los representantes de todos los venezolanos en el área deportiva, tanto en los juegos olímpicos como paralímpicos. La aceptación y el respeto mutuo en una sociedad diversa como la venezolana ocurren con reconocer la existencia del otro como sujeto de derechos y deberes que puede tener diferencia y coincidencias en realidades y muchos otros aspectos. Todos los seres humanos somos iguales en dignidad y derechos, y debemos comportarnos fraternalmente como base de los Derechos Humanos. Venezuela dentro de su diversidad étnica, pluricultural y pluralismo político apuesta y se levanta, de la mano de América Latina y el Caribe, por ese mundo nuevo que puja. Como dijera el cantante Silvio Rodríguez, “la era está pariendo un corazón”.
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Yonder Canchica Abogado venezolano experto en Derecho Internacional
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