De manera intempestiva y sorprendente el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, se presentó en la VI Cumbre de la Confederación de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac). Tal vez, por razones de seguridad su visita no fue precedida de anuncio alguno. Tal vez, a sabiendas de la posición de algunos gobiernos, Maduro prefirió llegarles calladito, sin aspavientos.
Con voz clara y firme, pleno como la Luna llena, el presidente venezolano, en ejercicio de sus facultades, con la firmeza que aprendió de Chávez, ratificó la voluntad unitaria, digna y soberana que Venezuela ha mantenido, no obstante, la diversidad reinante en la Celac. Recordó los primeros esfuerzos unitarios emprendidos por el Comandante Hugo Chávez Frías desde diciembre de 2008 hasta la fundación del Organismo en Caracas los días 11 y 12 de diciembre de 2011.
Cuatro años sin Cumbre alguna, afirmó Maduro. Durante todo ese tiempo, el espíritu unitario ha menguado. Lo mismo ocurrió con Bolívar y su convocatoria al Congreso Anfictiónico de Panamá. Los enemigos de la unidad y de la verdadera integración, gobiernos serviles al gran capital y a las posiciones hegemónicas imperiales, se han encargado de burlarse de sus pueblos, de ser hostiles a los gobiernos legítimos, autónomos y soberanos.
Señaló Maduro que el gobierno de Venezuela cree en el diálogo entre los diversos. Rechazó de manera enérgica y digna, las insensatas acusaciones del presidente Lacalle de Uruguay y lo invitó a un debate sobre la Democracia, sin exclusiones, sin «clubes ideológicos» pasar la página de los divisionismos. Que se respete y no se continúe agrediendo a Cuba, Nicaragua, Bolivia, Venezuela.
La Celac demanda una nueva institucionalidad y así lo propuso. Rescatar el espíritu unitario que en sus orígenes tuvo el Organismo. Poner en funcionamiento los Consejos de ministros en lo social, económico, político.
Tiempo es de enfrentar y poner término al monroísmo que continúa considerándonos y viéndonos como su patio trasero. Volvamos al bolivarianismo, al pensamiento del hombre que libertó naciones. Así, Maduro propuso la creación de una Secretaría General Permanente de la Celac, que anime su funcionamiento.
El presidente Maduro condenó las expresiones desconsideradas e hirientes que algunos en la Cumbre emitieron contra la patria de Bolívar. Llamó a la integración entre hermanos. Agradeció a México, en la persona de su presidente Andrés Manuel López Obrador, la realización en ese país de los diálogos de paz. Fue la VI Cumbre de la Celac un reencuentro de países con causas comunes, con diversidad de miras, pero con un destino similar. Una vez más quedó evidenciado que la integración, como afirmó Chávez, tiene que partir desde el alma de los pueblos. Que no es la competencia, sino la cooperación entre los pueblos la que la hará posible. Que cada país le dé al otro lo mejor que de sí mismo tenga. Que juntos, busquemos y encontremos las razones de la coexistencia en este planeta llamado Tierra que es de todas y de todos.
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Félix Roque Rivero Abogado venezolano
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