Este 7 de agosto, se conmemoran 202 años de la batalla de Boyacá, acción épica que sirvió de soporte para la libertad de Colombia, donde jugó un papel estelar nuestro héroe epónimo José Antonio Anzoátegui, a quien la historia le construyó un espacio para ser reconocido como el artífice de la independencia neogranadina.
Para el caso resulta necesario aclarar algunos hechos, en primer lugar, mencionar la forma como la oligarquía colombiana, con un rastacuerismo sin precedentes, ordenó borrar el nombre de Anzoátegui de la historia de Colombia, y otorgarle esos honores a Francisco de Paula de Santander por su condición proyanqui.
Santander es un personaje que conspiró contra Bolívar, desde mucho antes de la batalla de Boyacá, vio su ideal político en las instituciones estatales de Estados Unidos, acercándose en sus concepciones a la ideología monroista. Esta situación no fue casual. Ya en 1825, el propio Santander preconizaba que Colombia tendría el orgullo de ser el primer Estado de la antigua América española unida con “la nación más favorecida del genio de la libertad”.
Ciertamente, los Estados Unidos ha convertido a la antigua Nueva Granada en la Israel de América Latina, con la instalación de siete bases militares, para el cultivo y control del mayor sembradío de cocaína a nivel mundial, según recertificación de la Organización de Naciones Unidas (ONU), dada a conocer el pasado 29 de julio. Además, cuna de la violencia criminal latinoamericana, con el asesinato de más de 600 líderes sociales a manos del paramilitarismo y la exportación de mercenarios, como ocurrió con el magnicidio contra el presidente de Haití Jovenel Moises. Y ahora con la mayor proporción en casos de coronavirus, el cual es utilizado para inundar las trochas fronterizas con Venezuela para aumentar e infectar a la población bolivariana.
Otro dato que nos suministra la historia contemporánea es el proyanquismo del presidente colombiano Iván Duque, cuando el año pasado, agradeció a los padres fundadores del país norteamericano por su “apoyo crucial” a la independencia de Colombia. Esto no es casual.
Después de la muerte de nuestro Libertador Simón Bolívar, el propio Santander, durante su residencia en los Estados Unidos, calificó a los colombianos como los hermanos menores de Estados Unidos. Incluso manifestó la esperanza de que, alguna vez, se convirtieran en sus dignos discípulos. No estuvo equivocado. Colombia, hoy, es un espacio territorial del Imperio gringo. Solo le falta que sea denominado como Estado Asociado de los Estados Unidos.
En el actual esquema geopolítico de Colombia no hay diferencia en lo que era el Virreinato de Santafé de Bogotá de la Nueva Granada, creado en 1717 por el rey Felipe V, para el control territorial de esta parte de América, con la actual Colombia, donde Iván Duque es un reyezuelo al servicio de la doctrina Monroe.
La batalla de Boyacá, de la cual conmemoramos 202 años es el resultado del triunfo patriota, bajo la dirección estratégica de nuestro Padre de la Patria, Simón Bolívar, y la dirección táctica de nuestro héroe epónimo José Antonio Anzoátegui, quien comandó el ejército Libertador que le dio la independencia definitiva del poder español en 1819 a la Nueva Granada.
En los registros que corren en la historia de Colombia, se nota el ninguneo contra Anzoátegui, al calificar a Santander, como el Héroe de Boyacá. Incluso, posterior a la muerte del Libertador Francisco de Paula mandó a modificar la historia, convirtiéndose en el Padre de los Falsos Positivos del siglo 19.
Lo que sí está claro es que las tropas patriotas estaban compuestas en su mayoría por venezolanos mestizos, mulatos, zambos, negros e indígenas, pobres, escasos de alimentación y mal vestidos, quienes tuvieron la valentía de ascender el Páramo de Pisba, para lograr la independencia de Colombia, donde también tuvo una importante participación el coronel Juan José Rondón con sus lanceros de Llano Arriba, quien atacó por el centro al ejército realista, comandado por el Brigadier José María Barreiro.
Hoy nos corresponde construir un nuevo patrimonio histórico con una batalla de Boyacá del siglo XXI para liberarla de los Duque, los Uribe Vélez, de los Daniel Molano y una oligarquía enclaustrada en el Grupo de Lima que siempre despreció al Libertador y ha tratado de borrar a José Antonio Anzoátegui como el conductor táctico del triunfo de Tunja.
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William Gómez García Periodista venezolano
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