Cajita mágica

82

Me despierto y me levanto, me siento frente a la computadora, trabajo, me alimento, me entretengo, me relaciono, vuelvo a trabajar, me levanto por necesidad, vuelvo a trabajar, alimentarme y entretenerme. Me levanto, me acuesto y me duermo. Ese debería ser mi testimonio de la pandemia, de la realidad en mis días de confinamiento. Mi mundo se volvió este computador frente al cual estoy sentado escribiendo estas palabras.

El testimonio de un artista no debiera diferir demasiado del testimonio de cualquier persona que haya pasado esos tiempos (estos tiempos). Creo que, como cualquiera, como alguien más, he vivido diversas fases y procesos. Fase de negación, fase de relativización, la fase de enamoramiento con la vacación, estuvo también la fase de la seriedad y el trabajo, de la reflexión sobre sí mismo y la proyección, tratando de aprovechar este momento para convertirme en mejor persona. La fase del hay que tener paciencia, o la fase inevitable del aprendí a cocinar.

En todo caso, como a cualquiera, como a alguien más, la pandemia no fue el peor de mis males. La situación política de nuestro país había creado un paisaje de pocas proyecciones para mí. Ya tuvimos un par de meses cerrados, sin poder ejercer nuestro oficio, sin poder relacionarnos con nuestro público. Y es que como artista, y como artista de teatro sobre todo, encontrarme con la gente que está sentada frente a nosotros, en cada obra, en cada pieza, es vital, es esencial. Y no hubo manera. Poco tiempo después de haber vivido golpes de Estado, matufias, idas y venidas, escapes de presidentes y militares en las calles (paramilitares también) iniciamos un nuevo momento en el que intentamos darle un chance a la esperanza. En ese preciso momento de vulnerabilidad absoluta, de total incertidumbre sobre el futuro, llegó este virus, para convertirse en pandemia y después en endemia y mostrar todas las posibilidades de mutación que puede tener y sus diferentes cepas ocultas por aparecer.

Cerrados de nuevo, con la imposibilidad de ejercer nuestro oficio, las preguntas son infinitas e inconmensurables. Nos hemos cuestionado todo ya. Nuestra propia existencia está en tela de juicio. Y las únicas respuestas en nuestro tiempo de reclusos hogareños las intentamos encontrar en esta pantalla, en esta cajita misteriosa que parece hacer el mínimo esfuerzo para tener siempre algo que responder ante tanto cuestionamiento. Llegué a pensar que a través de esta especie de lámpara mágica digital, todos mis deseos podrían ser cumplidos. Que esta ventana al mundo era realmente una ventana y eso que veía realmente era el mundo. Recuento de daños: un cuerpo atrofiado, emociones revueltas y agotadas, psicología distorsionada y enturbiada, familia suspendida, relaciones virtuales, economía de números rojos, aburrimiento político, creación hedonística y memoria de Google. Por detrás de todo eso lo único que encuentro es miedo. Una completa y constante inseguridad del porvenir. Envuelto en el devenir de las cosas en una invariable duda, me siento frente a esta cajita mágica, y me doy cuenta de la oportunidad que tengo. Hoy intento dejar mis falsas seguridades del pasado y alimento este no saber qué pasará para caminar más tranquilo… perdón… para solo caminar.

________________________________________________________

Antonio Peredo Gonzales Actor

Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor/a

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí