El mito del dólar

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El mito del dólar como moneda de los Estados Unidos, aparece acuñada en 1884 con una inscripción contradictoria “in god we trust” (creemos en Dios).  Muchas preguntas pudiéramos  hacernos, dejemos que el río corra al mar. Entiendo que la política y la economía van juntas. Y dependiendo del modelo político hacia allá se inclinará  la sociedad en su conjunto. Si la religión y la economía se unieron en la Edad Media como fuente de poder divino; en el capitalismo de Europa continuará con lo  que ahora se  ha dado en llamar triangulación de dimensiones: protestantismo, política y economía. A futuro, los  Estados Unidos heredaron esos “falsos universalismos” y borraron de sus territorios la herencia indígena con una práctica genocida, justificada luego por  Hollywood y extendida al resto de los países del mundo.

En 1944, finalizando la II guerra mundial, la conferencia monetaria de la  Organización de Naciones Unidas (ONU) en Bretton Woods, acordaron sustituir el oro por el dólar como moneda de transacciones del mundo. La “american life” (modo de vida americano) se convertía de un plumazo en intereses particulares y en un “modelo de felicidad” a partir de la hegemonía de su moneda. Se acepta que un país llega a los niveles de crecimiento económico por sus desarrollos tecnológicos y por el trabajo meticuloso de su gente; pero no invadiendo y anexando territorios e imponiendo su moneda para apropiarse de la materia prima y las riquezas fósiles de otros países, estamos en presencia de una “economía trasplantada”.

Todo mito, como lo definían los griegos y luego Cassirer, es una narración del mundo simbólico. Todavía las significaciones compartidas de una sociedad de consumo unidimensional parecen mantenerse, a pesar del paulatino derrumbe de su imagen de “Imperio más poderoso del mundo”.

Este país “bendito”, que luego se posesionara de las arcas y materia primas de los países a través de una interpretación de lo superior que se remonta a la clasificación de culturas superiores e inferiores que bastante daño han ocasionado al desarrollo humano. 77 años después la moneda del dólar sigue “viva y coleando” respaldada por un capitalismo que genera mutaciones en lo económico y financiero en una sola dirección: sus intereses imperiales; cuando ya no está sola, sino que debe aceptar la convivencia de sociedades emergentes milenarias como China, la India y Rusia que en nada se parecen a los Estados Unidos, el único parecido sería lo territorial.

¿Y cómo desmitificar a este país bárbaro que tiene una bandera repleta de invasiones y utiliza su moneda como una dictadura planetaria? Una duda metafísica queda en el aire. ¿Cómo creer en ese Dios que respalda el lanzamiento de dos bombas atómicas, invasiones y bombardeos a países sin considerar el alerta humano de la ONU? El dólar mismo lleva en sus extrañas las contradicciones de su autodestrucción. Una cantidad de billones de billetes ya no tienen respaldo ni en el oro y mucho menos en su petróleo. Tal vez otra moneda en este caso virtual vendrá a reemplazar en poco tiempo está moneda y no es ningún mesianismo: es que la deuda interna y externa y sus reservas en oro ya están agotadas en el tiempo económico. En tanto el daño irreversible ocasionado al mundo seguramente será condonado por las mismas siglas que ellos crearon ONU, OEA, OTAN, BID, BM.

Cambiemos de perspectiva, ¿es justo y civilizatorio  que un país, usando el poder omnímodo de una moneda,  imponga la ley del  Talión a la isla de Cuba que exige justicia social e igualdad de oportunidades?.

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