Erradicar la desesperanza

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Las acciones puestas en marcha por el gobierno bolivariano para la desmovilización y desmantelamiento de las organizaciones paramilitares dejan al descubierto un paramilitarismo vivo que se ha venido fortaleciendo inclusive desde el año 2009, cuando el comandante Chávez hizo referencia a estas organizaciones como; «ese flanco izquierdo de Venezuela es un flanco de alto riesgo».

Estas células, actores políticos vinculados con la extrema derecha de este país, se han reinventado en el crimen político organizado en zonas populares de Caracas, teniendo por objetivo, en términos generales, conquistar por la fuerza territorios que cerquen las estructuras del poder en Venezuela, ya que por medios legales (democráticos) no pueden conseguirlo debido a la incapacidad política que ha tenido la derecha venezolana desde hace más de 15 años.

Haciendo referencia a lo ya mencionado, el ministro Padrino López aseguraba que ellos buscan; «el control de la población, el cambio total de las estructuras del poder y la pulverización del Estado-nación, desmembrándolo junto con su sociedad para quedar a merced de la cúpula gubernamental norteamericana y sus intereses, particularmente centrados en el control de los recursos naturales que constituyen la riqueza estratégica de la nación».

Desmembrar la sociedad es una de las consecuencias de estas prácticas, es por ello que la erradicación de la violencia debe ir de la mano con la erradicación de la pobreza y de la subcultura «del más fuerte». Dentro de la visión paramilitar, implantar un orden está relacionado con la introducción de nuevos valores, como el miedo y la sumisión hasta llegar a la aceptación de dicho comportamiento. Como lo mencionaba, un elemento que también hace parte importante en el contexto de la violencia paramilitar, es la pobreza y el aprovechamiento de ésta por parte de los grupos armados, es decir se puede hablar de una relación de la pobreza y la violencia con respecto a la presencia del Estado en estos sectores de altos niveles de vulnerabilidad.

Estos nuevos espacios están formados desde los fundamentos paramilitares en un aspecto social, evidenciados en la forma de vestir y de actuar de la población. Las personas que hacen vida en estos territorios se deben comportar bajo nuevos manuales en un espacio determinado. Estos comportamientos dejan de sectorizarse, para ser parte de las relaciones interpersonales dentro de la sociedad como en una relación permanente con los paramilitares, lo que directamente implica un absoluto respeto y obediencia, garantizando de esta forma la convivencia «pacífica» de la comunidad y su relación con estos actores.

Esta «convivencia pacífica» que está ligada a las nuevas leyes impuestas, donde se empieza a crear una identidad que gira en torno a estos personajes. Aunque es una idea contradictoria de buscar la «paz» por medio de la violencia y la coerción fueron ellos quienes comenzaron a ejercer ciertas funciones que el Estado debería estar desempeñando, como por ejemplo brindar seguridad social y una oportuna ejecución de políticas públicas.

Uno de los objetivos principales del paramilitarismo dentro de las estrategias de contrainsurgencia es; la desmovilización total, la difusión del terror, el inmovilismo político y la desarticulación de la sociedad. Y con ello vemos como impera la necesidad de eliminar aquellos que desempeñan un papel preponderante en las luchas sociales. Ejemplo de esto fue el asesinato de Maritza Sánchez y Orlando Rico en el año 2015 dirigentes sociales de la Cota 905. El empoderamiento de colegios y bases de misiones, que constituyen una estrategia para materializar los derechos y garantías del Estado Social de Derecho y de justicia, traducida en una plataforma de organización, articulación y gestión de la política social del Estado venezolano. Este procedimiento de «limpieza paramilitar» que ha venido ejecutando el Estado venezolano en los últimos días, debe ir acompañado de un abordaje político y social. En la agenda pública nacional debe figurar en lugar prioritario, terminar con este fenómeno criminal que hace parte del conflicto por la toma del poder. La neutralización de estas bandas criminales se torna urgente en un momento definitorio para la existencia de la República y la irreversibilidad de la Revolución. Debemos suprimir agendas asistencialistas y convertirnos en verdaderos veedores de las necesidades y demandas de nuestro pueblo, erradicar la desesperanza de las víctimas de un conflicto de intereses y jamás subestimar los tentáculos del imperialismo.

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Erikmar Balza Guerrero Politóloga

Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor/a

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