Sacco y Vanzetti, dos anarquistas, un recuerdo en la Arena de Verona

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“Nos llamaron bastardos italianos, como pueden ver la historia se repite, nos llaman bastardos y portadores de enfermedades. Nicola y Bartolomeo, un zapatero y un pescadero, dos anarquistas para los que la anarquía es un espejismo de un mundo justo. Son víctimas de una injusticia tan grande como la historia, ya son culpables cuando los detienen, son culpables cuando los acusan y cuando los mandan a la silla eléctrica sin una sola prueba. Dos pobres cristos y dos gigantes, que mueren inocentes pero no se callan: pueden quemar nuestros cuerpos hoy, pero no podrán destruir nuestras ideas quedarán para la juventud del futuro. El último instante final nos pertenece, esa agonía es nuestro triunfo.”

Marco Giallini, reconocido actor italiano, pronunciaba visiblemente emocionado estas palabras como recuerdo perdurable e inmarcesible de Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti, pero lo significativo es que lo hizo en la Arena de Verona, en medio de un concierto monumental del trío juvenil italiano “Il Volo”, de fama internacional, que homenajeaba a Ennio Morricone, ante millones de telespectadores en un horario estelar. Un desafío y una crítica al sistema norteamericano que ha demostrado ser, desde siempre, imperialista, autoritario, racista, absolutista, despótico y dictatorial.

La historia real de Sacco y Vanzetti, inmortalizada en el film de Giuliano Montaldo, con música de Ennio Morricone, reabre heridas que nunca se han cerrado del todo, el dolor de la emigración, el drama de los prejuicios y el racismo. Es la historia en la que son los más vejados quienes demuestran el coraje y la dignidad de desafiar a los poderosos para perseguir valores irreprimibles y universales como la libertad y el derecho al trabajo, la igualdad de oportunidades, en la búsqueda de un futuro sea diferente, aunque sea ajeno y lejano. 

Los hechos y el juicio

En abril de 1920, Nicola Sacco (sur, Puglia) y Bartolomeo Vanzetti (norte, Piamonte), amigos e hijos de una Italia unida por el destino de la migración, fueron detenidos e “interrogados”, sin que sus respuestas tuvieran importancia, por el asesinato de un contable y un vigilante de la fábrica de zapatos Slater and Morrill, a raíz de un robo en South Braintree, Massachusetts. Sacco y Vanzetti eran trabajadores y militantes de un grupo anárquico de italoamericanos, firmes defensores de sus ideas, eran conocidos como radicales implicados en huelgas, agitación política y propaganda contra la guerra. Aunque vivían en Estados Unidos más de 10 años, el Estado se negó a otorgarles la ciudadanía. Ambos fueron sometidos a un juicio a todos los efectos político, llevado a cabo por el juez Thayer, cuyo desarrollo reveló muchas dudas sobre su culpabilidad, y un veredicto condicionado por su orientación anarquista y los prejuicios imperantes contra las minorías migrantes: fueron condenados a muerte y ejecutados el 23 de agosto de 1927 en la silla eléctrica de Dedham, Massachusetts.

La traición de la justicia

«Nunca, viviendo toda nuestra existencia, podríamos haber esperado hacer tanto por la tolerancia, la justicia, la comprensión mutua entre los hombres», dijo Bartolomeo Vanzetti, poco antes de ser condenado a muerte.

El juicio a Sacco y Vanzetti develó la xenofobia omnipresente en la Justicia norteamericana, la discriminación de las minorías y la censura de las ideas políticas. Una Justicia que, en este caso, se traicionó a sí misma para servir a los poderosos y asegurar la continuidad a ese sistema de poder y sofocar cualquier intento de cambio. Fue uno de los claros ejemplos de la injusticia y el abuso de los más débiles, ya probados por el desarraigo de sus lugares de origen, por el exilio en tierras hostiles, por la explotación en las fábricas, por las penurias y la humillación constante, por esos márgenes cada vez más estrechos en los que vivían, sin posibilidad de redención ni de mejora de las condiciones. Esto es lo que fue y lo que aún es  Estados Unidos, que en el siglo pasado atrajo solo para defraudar y engañar a los buscadores de un sueño no dado sino para ser conquistado con el esfuerzo del trabajo y la dignidad. Una historia de abuso de poder y opresión que Estados Unidos  nunca ha asumido; una amarga reflexión que, a la luz de la violencia y los vientos de racismo que vemos soplar con fuerza aún hoy contra la comunidad afroamericana y los latinos, por ello la historia de Sacco y Vanzetti resulta todo menos anacrónica y fuera de lugar, sino más bien urgente y necesaria.

Un mensaje que trasciende el tiempo

Habíamos pensado que la soledad y la fragmentación eran los signos de esta generación, en una sociedad que está en perpetuo movimiento pero que creíamos que había dejado de producir sentido; un mundo de superhéroes que no se revelan, de pueblos que se veían dispersos. Pero la pandemia ha mostrado que después del miedo, del cual hemos sido casi todos víctimas, contrario a lo proyectado, los jóvenes no se han dejado aturdir por las posibilidades que ofrece el mundo contemporáneo y en lugar de ello hay un despertar de la conciencia , de la apertura a un nuevo enfoque de vida. Una renovación que la vemos en diversos puntos del planeta, en una Colombia donde son los jóvenes quienes sin miedo encabezan las protestas, en Chile con un generación que se creía que al haber nacido en bajo la dictadura Pinochetista y bajo la efervescencia del neoliberalismo seguiría dócilmente el patrón adoctrinante y castrador; pero cuyos resultados en las últimas elecciones del país austral nos han dicho todo lo contrario, rompiendo cualquier esquema preconcebido.

El monólogo de Marco Giallini sobre Sacco y Vanzetti en el concierto de “Il volo”, cuyo mensaje llegó hasta millones de jóvenes, estamos seguros que ha sido un dardo justo y certero que ha movido los simientes de los ideales, de las inquietudes de una generación a la que constantemente tratan de adormentar y que se niega a la aceptación de un destino único sin esperanzas. Queda de parte de la izquierda leer la clave de los tiempos, tomar en las manos la oportunidad de revertir el camino de una política habitada hoy por demasiadas mentes limitadas que no son capaces de leer los cambios que están revirtiendo un todo que parecía inerte; definitivamente algo se está moviendo también aquí en Europa.

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Yoselina Guevara López Corresponsal en Italia

Juan José Peralta Ibáñez
Fotógrafo documentalista, fotoperiodismo, naturaleza, video, música

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