La descolonización y el papel del movimiento indígena

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En octubre de 2019 se realizó en el Parque Nacional La Llovizna de ciudad Guayana el Primer Congreso Internacional de los Pueblos Indígenas, un foro de gran importancia en el contexto de los profundos procesos de transformación que han comenzado a gestarse en cada continente, y al calor de los acuerdos alcanzados durante el XXV Encuentro del Foro de São Paulo, realizado en Caracas.

A esta cita acudieron voceras y voceros de 67 pueblos originarios de distintos países, quienes debatieron y elaboraron propuestas orientadas a la articulación de sus luchas comunes contra el neoliberalismo y la dominación imperial. Entre los temas discutidos en las plenarias (el asunto organizativo y el problema creciente del calentamiento global), se abordó la necesidad imperante de avanzar en la descolonización de nuestros pueblos y la construcción de un nuevo mundo, caracterizado por relaciones de justicia, igualdad y equidad, en contraposición a la opresiva y destructiva civilización impuesta durante siglos.

El comandante Chávez fue, sin duda, un incansable impulsor de esta idea. Pero más allá de lo teórico, y comprendiendo la importancia concreta de nuestra cultura ancestral, promovió toda una política aglutinadora de los elementos de carácter organizativo, jurídico y formativo para la forja del movimiento indígena. Si bien la lucha por la descolonización involucra a todos los sectores, organizaciones y movimientos sociales llamados, por razones históricas, culturales y de autodeterminación, a acabar con la hegemonía de la expansión occidental; el papel de los pueblos originarios es determinante en este proceso de levantar un nuevo constructo epistemológico.

Revisando la historia de nuestra América latino caribeña, podemos afirmar que la opresión europea no terminó con las guerras de independencia y las victorias patriotas. Grandes pensadores de esos tiempos como Rodríguez, Bolívar y Martí ya habían vislumbrado que la dominación no era solo militar y económica, comprendiendo a cabalidad la necesidad de la liberación de la conciencia, la destrucción de las cadenas que, parafraseando al Padre Libertador, dominaban más por nuestra ignorancia que por la fuerza. La imposición de una civilización construida sobre los cimientos de leyes y teorías que en nada beneficiaron a los grupos sociales sojuzgados, terminó convirtiéndose en un proceso destructivo de la especie humana y, posteriormente, con el desarrollo del capitalismo salvaje y el neoliberalismo, de toda especie sobre el planeta.

Hoy, cuando la humanidad enfrenta graves dificultades que son el producto de la crisis global capitalista, vemos cómo las grandes potencias occidentales han tratado el problema de la pandemia, dejando ver, a todas luces y con perfecta claridad, las nuevas formas de colonialismo que aún persisten en el mundo. Todo lo cual nos indica que, más allá de las batallas que día a día libran miles y miles de movimientos populares en cada rincón de la tierra, debe haber una batalla de mayor unidad, tanto organizativa como de ideas, para enfrentar definitivamente las pretensiones imperiales de imponer su proyecto neocolonizador.

La refundación, la edificación de un nuevo proyecto, de una civilización que convoque, sin acciones coercitivas ni usando la violencia, todo el conocimiento universal, patrimonial, ancestral, todos los paradigmas epistemológicos, todo el acervo cultural e histórico de la humanidad (la multiculturalidad y la multipolaridad), que supere a la unipolaridad forzosa de la actual supremacía imperialista, será la única forma posible de salvar nuestra permanencia en el planeta.

Y los pueblos indígenas del mundo entero, que durante siglos han sido despojados de sus recursos materiales y de sus culturas, juegan un rol preponderante en esta lucha, que es realmente una lucha por la vida. Necesario es, en definitiva, continuar abrazando las causas indigenistas, fortalecer cada vez más su participación y protagonismo en el proceso de descolonización, acompañar su diario batallar contra las injusticias, y trabajar permanentemente en conjugar todas las fuerzas que nos lleven a construir un mundo mejor, más equitativo y en donde el Sumak kawsay o Buen Vivir sea una premisa y una realidad para todas y todos.

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Adán Chávez Frías Embajador de Venezuela en Cuba

Juan José Peralta Ibáñez
Fotógrafo documentalista, fotoperiodismo, naturaleza, video, música

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