Siete días, ocho horas y 42 minutos habrían utilizado Francisco Policarpo Ortíz y Pedro Hernández Gorotizo para llegar a Barcelona, y anunciar las noticias de Caracas. Cabalgando en dos caballos, uno moro y otro cebruno, traían una carta para el teniente coronel don Gaspar de Cagigal, donde le informaban sobre la renuncia del capitán general Vicente Emparan, quien había aceptado ese nombramiento de manos de los invasores napoleónicos.
Era Vicente Emparan y Orbe un traidor que no vio ni tiempo y ni espacio para aceptar de Pepe Botella, nombre dado a José Bonaparte, hermano de Napoleón; ese nombramiento que ya en 1792 había aceptado en nombre de Carlos IV como Capitán General de Cumaná.
Criollos y peninsulares celebran
«Yo sé quién es ese vasallo» diría don Gaspar de Cagigal, cuando Francisco Policarpo Ortíz y Pedro Hernández le entregaron el informe de los hechos del 19 de abril. En Barcelona, peninsulares y criollos salieron a la calle a celebrar el acontecimiento. Para los Freites y Anzoátegui en algún momento podría ocurrir tal hecho.
Francisco Tomás Morales, residente del sector Palotal, donde convivía con Josefa Bermúdez, con quien había contraído matrimonio en la catedral de Barcelona, no salía del asombro de haber escuchado de don Gaspar de Cagigal, de quien había sido su ayudante, el grito: «Muera España, abajo el tirano Fernando VII».
Esa tarde del viernes 27 de abril de 1810, Barcelona despertó del letargo de haberse mantenido bajo el yugo español. Don Pedro Hernández, dueño de la vivienda más grande de la Barcelona americana, se dio cuenta que la casa parroquial era insuficiente para albergar a tanta gente reunida en la plaza.
«Señores, presto mi casa para que allí se reúnan y decidan lo que tengáis que decidir sobre nuestra libertad». No hubo más que decir, todos abandonaron el palacio obispal y se dirigieron a la Casa Amarilla para tomar la decisión más importante de la apacible Sultana del Neverí.
Dicen no a Cumaná
«Señores, hoy Barcelona ha decidido declararse en rebeldía contra Cumaná. A partir de este viernes 27 de abril, somos libres», dijo don Gaspar de Cagigal.
En ese momento Juan Buscat no escatimó esfuerzo. Luego de conocer los sucesos de Caracas, tomó el retrato del Rey Fernando VII, procediendo a quemarlo junto con los bustos de los reyes en la Plaza Mayor de la Barcelona Americana. «Viva la independencia muera el Rey», dijo Buscat pateando la bandera española, instando a la creación de una junta patriótica al estilo del club de Francia.
Ese viernes 27 de abril de 1810, Francisco Espejo con el resto de los integrantes de la junta patriótica pasearon la bandera republicana por las calles de Barcelona, junto con coronas de flores. Mientras Juan Buscat sacó del ayuntamiento el árbol de la libertad, llamando a los lugareños a integrarse al festejo, luego que Francisco Policarpo Ortíz y Pedro Hernández Gorotizo anunciaran los sucesos del jueves 19 de abril de ese año.
En esas circunstancias, Barcelona fue la primera que estableció una junta provincial, presidida por el teniente coronel don Gaspar de Cagigal, compuesta por los miembros del cabildo, siete diputados del pueblo y cuatro secretarios con votos. Tan es así que en el acta de reconocimiento de la junta suprema de Caracas, se expresó que solo recibirían noticias de la capital de la provincia de Venezuela. Para ello designaron a Francisco Policarpo Ortíz como representante de Barcelona ante dicha corporación. Igual decisión tomó la provincia de Cumaná, pero el lunes 30 de abril.
De allí los territorios orientales tuvieron su propia independencia. Por ello, en el caso del 19 de abril de 1810, cuando se conmemoraron mañana 211 años del nacimiento de la República, Barcelona tiene su historia que contar.
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William Gómez García Periodista del estado Anzoátegui
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