Chávez y Arauz: convertir una derrota en victoria

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“Lo felicito por su triunfo electoral de hoy y le mostraré nuestras convicciones democráticas (…). Hoy no es el final, es el comienzo de una nueva etapa de reconstrucción del poder popular, arduamente necesaria para nuestro país”. Con estas palabras felicitaba Andrés Arauz a Guillermo Lasso, ganador en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Ecuador.

En las frases pronunciadas hubo una cierta remembranza del célebre discurso del comandante Hugo Chávez: “Compañeros, lamentablemente, por ahora, los objetivos que nos planteamos no fueron logrados en la ciudad capital. (…) Oigan mi palabra, oigan al comandante Chávez, que les lanza este mensaje para que, por favor, reflexionen y depongan las armas. (…) Yo, ante el país y ante ustedes, asumo la responsabilidad de este movimiento militar bolivariano”. 

Los puntos de coincidencia no son pocos, aunque sean dos escenarios totalmente distintos: Ecuador elecciones presidenciales (11 de abril de 2021) y Venezuela golpe militar (4 febrero de 1992).  Por una parte, en Venezuela, un país donde nadie asumía responsabilidades de absolutamente nada, con una clase política corrupta entregada a los intereses norteamericanos y un pueblo sumido en una situación crítica en todos los ámbitos, un joven comandante, Hugo Rafael Chávez Frías aceptaba valientemente  ante millones de personas su derrota militar. Por otra parte, Arauz, un joven político, también hay una asunción de una responsabilidad ante los ecuatorianos y ecuatorianas, no habló de fraude masivo, de suspensión del conteo de votos o de robo electoral.

En unas elecciones donde el movimiento Unión por la Esperanza (UNES) tuvo tantas dificultades desde la inscripción de sus candidatos hasta las acusaciones y difamaciones como parte de una campaña sucia cuyo blanco eran quienes representaban al correísmo, cualquier declaración de Arauz en contra de los resultados hubiese podido generar una crisis, una desestabilización del país de grandes dimensiones, por ello de los perdedores depende la dinámica política. El reconocimiento de una derrota es fundamental para el funcionamiento de las instituciones, pero aún más importante para la preservación de la paz de una nación. En el caso específico de los procesos electorales, estos conllevan inevitablemente a la aceptación del juego político, esto es que se tienen todas las posibilidades de obtener la derrota como la victoria.

Veamos por un momento la diferencia con lo que sucedió en los Estados Unidos, con un Donald Trump que se negaba a entregar el poder y que, en medio de su rabia desatada, no reconocía la victoria de Joe Biden y además se  divirtió encendiendo los ánimos hablando de un fraude que no pudo demostrar y repitiendo obsesivamente que las elecciones estuvieron viciadas, siempre sin ninguna prueba, sin importarle ni un momento las cifras que llevaron a Biden a ser proclamado presidente. Aunque este último no sea una dechado de virtudes y, por el contrario, hasta ahora continúe mostrando lo peor y más criminal de la política mundial, amenazando con guerras y asignando sanciones a países y personas que no siguen su línea en la continuidad del accionar imperialista norteamericano.  

No hay ganadores ni perdedores  eternos

“Ya es tiempo de reflexionar y vendrán nuevas situaciones y el país tiene que enrumbarse definitivamente hacia un destino mejor. Así que oigan mi palabra”. Con ello afirmaba el comandante Hugo Chavéz ese 4 de febrero que se generaría un cambio en Venezuela, despertando la esperanza para un pueblo que aún más allá de su muerte física sigue fiel a sus enseñanzas y a sus ideales.

La historia le daría la razón, se generaría el huracán bolivariano que sigue vivo, surcando palmo a palmo Venezuela, aún a pesar de los ataques de los Estados Unidos, los gobiernos lacayos y los traidores a la patria.

“Hoy no es el final, es el comienzo de una nueva etapa de reconstrucción del poder popular, arduamente necesaria para nuestro país. En los próximos años estaremos organizados, construyendo y reconstruyendo a nuestra organización política. Va a ser un trabajo incansable, pero también tenemos el objetivo de poder construir esa nueva mayoría, el bloqueo histórico al que me he referido, representado por el progresismo”. Con este discurso, Andrés Arauz, al igual que Chávez, está abriendo un camino a la esperanza, la cual se construye día a día. Así como la construcción de un líder político no es algo que surja por arte de magia, tampoco la consolidación del poder popular surge de la noche a la mañana. Es el trabajo incansable, como lo señala Arauz, un proceso de movilización continúa; pero no nos referimos tan solo a  la movilización física, material, el día de las elecciones. Hacemos referencia a la movilización política, intelectual día a día, que se hace persona a persona, politizando, hablando con quien no creyó o no entendió el proyecto político. Pero para ello, como bien lo refiere Arauz, hace falta organización, construcción y reconstrucción, y eso va por edificar desde las bases populares del partido. Esta es  la aplicación de otra enseñanza política que nos deja Chávez: revisión, rectificación y reimpulso. No hay ganadores eternos, sino victorias o derrotas temporales; y es justamente en la derrota donde se mide la grandeza de un político. 

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Yoselina Guevara López Corresponsal en Italia

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