En medio de una profunda crisis sanitaria y con una deficiente gestión de la pandemia que arroja 12.7 millones de contagiados y 318 mil decesos, el presidente Jair Bolsonaro anunció el lunes 29 de marzo una reestructuración de su gobierno con la sustitución de seis ministros. Tras la dimisión del ministro de Defensa, Fernando Azevedo e Silva, y del ministro de Asuntos Exteriores, Ernesto Araújo, el jefe de Estado decidió sustituir también a los titulares de Justicia, Secretaria de Gobierno, Jefatura de Gabinete de la Presidencia (Casa Civil) y la Procuraduría de la República. Los cambios afectan así a una cuarta parte de los ministerios, que actualmente son 23.
La renuncia del general Azevedo e Silva generó este martes 30 de marzo la dimisión también de los jefes del Ejército (Edson Pujol), la Aviación (Antonio Carlos Bermudez) y la Marina (Ilques Barbosa Junior), en un gesto de “solidaridad” con su colega; se desconoce si la salida de Azevedo es producto de su decisión personal o fue impuesta por Bolsonaro. En una breve nota de dos párrafos, el Ministerio de Defensa anunció que los tres jefes de las Fuerzas Armadas serían “sustituidos” y aclaró que esto fue comunicado en una reunión con el general Walter Braga Netto, nuevo jefe de la cartera, quien viene de ocupar el Ministerio de la Presidencia.
El relevo de los jefes militares es algo inédito en Brasil y, en su mayor parte, tiene lugar en un gobierno presidido por un capitán de la reserva del Ejército, en cuyo gabinete casi la mitad de los ministros proceden del estamento militar. Esta inédita renuncia de la cúpula militar se presume que sea debida a las presiones de Bolsonaro para que las fuerzas castrenses se pongan de su lado en las medidas autoritarias que desea imponer por la pandemia. Estos cambios y renuncias suceden en la víspera del 31 de marzo, un día importante para la extrema derecha brasileña, porque en esa fecha, en 1964, se produjo el golpe de Estado que dio lugar al gobierno militar conocido como el “régimen de los gorilas”, que duró 21 años y que sigue siendo alabado como modelo por Jair Bolsonaro.
Equilibrio de fuerzas
Con la reestructuración de su gabinete, el Presidente estaría buscando un equilibrio entre las fuerzas más extremas, que conforman su base, y los conservadores más moderados, que le apoyan con cierta resistencia. Un cambio significativo en este sentido se ha producido en la cúpula del Ministerio de Asuntos Exteriores, ocupada hasta ahora por Ernesto Araújo, considerado por muchos como un agitador de extrema derecha. Este último fue sustituido por el exembajador Carlos Alberto Franco França, un diplomático con poca experiencia pero considerado moderado. Otro movimiento clave es el relativo a la Secretaría de Gobierno, que pasa a manos de la diputada Flavia Arruda, esposa de un exgobernador de Brasilia, dimitido y encarcelado por corrupción, que se encargará de las relaciones entre el Ejecutivo y el Parlamento.
La reestructuración llega en un momento difícil para el gobierno de Bolsonaro, que enfrenta una crisis sanitaria provocada por la nueva ola de Covid-19 y agravada por la presencia de dos variantes que están afectando a los países vecinos. El Presidente, por el momento, es fuertemente criticado por muchos gobernadores y alcaldes de ciudades importantes, por la gestión, juzgada inadecuada, de la pandemia.
Hace unos días, Bolsonaro también sustituyó al ministro de Salud, el general Eduardo Pazuello, que fue reemplazado por el cardiólogo Marcelo Queiroga, con el objetivo de dar un nuevo impulso a la campaña de vacunación. Para ello, el primer mandatario anunció la creación de un comité formado por gobernadores, parlamentarios y el Gobierno Federal para intentar frenar la epidemia. Surge la duda si verdaderamente logrará Bolsonaro finalizar su periodo de gobierno, por ahora las presiones surgen de todos los frentes, desde el interior de su gobierno y al externo con los movimientos, organizaciones sociales y partidos políticos que le adversan.