El correísmo se impuso en Ecuador, la derecha resultó un fiasco

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Ecuador votó y el electorado le dió una amplia ventaja y respaldo al candidato de la Revolución Ciudadana y seguidor de las ideas de Rafael Correa, Andrés Arauz. Esto marca el comienzo del fin del tiempo de Lenín Moreno, un individuo gris que se apartó de los postulados ideológicos del correísmo para contraer matrimonio con la derecha interna y con los centros de poder capitalista internacionales.

Nefasta fue la gestión de Moreno y eso lo evidencia la alta votación de Arauz. Moreno hundió a su país en un tremedal de endeudamiento con el Fondo Monetario Internacional (FMI); el desempleo aumentó en un 6.6% y el subempleo llegó a un 23.4%. El Producto Interno Bruto (PIB) cayó en un 9.5% en el año 2020 y la pobreza se incrementó en 10%. La brecha entre ricos y pobres se amplió y con ello el margen de las desigualdades, afectando a los más vulnerables. Con esos tristes números, muy poco o nada era lo que podía incidir en los resultados una gestión presidencial que termina con apenas un 10% de popularidad.

Aunque el correísmo ganó ampliamente con 32% de los votos escrutados, aproximadamente, no obtuvo la mayoría absoluta y deberá medirse con el candidato derechista, el banquero Guillermo Lasso, o con el dirigente indígena y ambientalista, la sorpresa en la contienda, Yaku Pérez, en una segunda vuelta el venidero 11 de abril. Sin embargo, todo indica que el fuerte apoyo popular a Andrés Arauz se va a consolidar y los factores progresistas y de izquierda irán unidos en pos de la victoria definitiva. Esto evidencia un retorno, con las particularidades propias de un nuevo estilo presidencial, a las políticas sociales de bienestar que caracterizaron al gobierno del líder Correa.

Esta victoria significa un reconocimiento a la política que desde la presidencia impulsó Correa, quien, sin lugar a dudas, tuvo un gran peso en los resultados. Los intentos de judicializarlo tuvieron una reacción contraria en el electorado. El juicio amañado que se intentó en su contra, seguramente terminará en el basurero judicial que para complacer a Moreno se montó. La forma ruín y antipatriótica de cómo Moreno trató el caso de Julian Assange, hoy se ve rectificada en la voluntad soberana de millones de ecuatorianos que nunca estuvieron de acuerdo en la entrega de su soberanía a Inglaterra. Moreno desconoció la condición de un Assange que se había nacionalizado y era por tanto un ecuatoriano, sujeto a la protección de sus garantías políticas y ciudad de las leyes del Estado ecuatoriano. Eso lo irrespetó Moreno y autorizó que la Embajada del Ecuador en Londres fuese invadida por las fuerzas policiales británicas.

Otro de los factores que influyó en los resultados electorales del Ecuador fue la alta y descarada corrupción imperante desde la presidencia de Moreno. Esto fue muy mal visto, como también los retrocesos democráticos; la eliminación de subsidios sociales; el aumento en los precios de los bienes y servicios y la entrega de la economía a sectores poderosos de la banca y del comercio.

Esta victoria electoral consolida la tendencia en América Latina del regreso de gobiernos liderizados por la izquierda y por sectores progresistas que aspiran quebrar las políticas entreguistas de la derecha y la ultraderecha al gran capital internacional. Seguramente la Administración Biden ya está haciendo sus cálculos y tal vez se verá obligada a reformular sus políticas supremacistas en la Región. Deberá realizar cambios notables en sus políticas injerencistas contra Venezuela, el bloqueo a Cuba y enterrar de una buena vez la Doctrina Monroe y dejar de ver a los países latinoamericanos y caribeños como su «patio trasero».

Ecuador votó y se expresó democráticamente por lo que consideró más conveniente y legítimo. La elección de un nuevo liderazgo marca la ruta de la reivindicación de los más humildes. El pueblo ecuatoriano aspira a no ser defraudado. El gobierno de izquierda que muy pronto se darán, se unirá a otros gobiernos progresistas animados por aires independentistas y soberanos. Se refuerza con ello la verdadera integración latinoamericana y caribeña. La derecha fue derrotada en Ecuador y, al parecer, es el signo de cambios en Latinoamérica y el Caribe. Seguramente los retratos de Manuela Sáenz y de Eloy Alfaro volverán a adornar el despacho presidencial del Palacio de Carondelet, llamado así por el Libertador Simón Bolívar en homenaje al buen gusto del arquitecto que lo diseñó.

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Félix Roque Rivero Abogado

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