Observando la larga presentación y rueda de prensa del señor presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela (AN), Jorge Rodríguez, (23-1-2021), donde expuso con lujo de detalles los delitos cometidos por Juan Guaidó y varios de sus colaboradores, en componenda con algunos gobiernos afectos a su causa y siniestros personajes del sector privado, acciones que han concluido en el más descarado robo a la República Bolivariana de Venezuela, recordé al padre Bolívar cuando en proclama dirigida a los ciudadanos de Nueva Granada el 15 de diciembre de 1812, señaló: «Es preciso que el gobierno se identifique, por así decirlo, al carácter de las circunstancias, de los tiempos y de los hombres que lo rodean. Si estos son prósperos y serenos, él tiene que ser dulce y protector; pero si son calamitosos y turbulentos, él debe mostrarse temible y armarse de una fuerza igual a los peligroso sin atender a leyes ni constituciones, ínterin no se restablecen la felicidad y la paz».
Se exhiben pruebas documentales, videos, conversaciones telefónicas. Se da cuenta pormenorizada de las conductas delictuales del autoproclamado y sus compinches y, sin embargo, este continúa en su libre albedrío, campante y con sus bolsillos repletos ilegalmente, contante y sonantes. La pregunta de las mil lochas es simple: ¿Qué se espera para actuar contundente y de manera ejemplar? Dijo Bolívar en el Convento de los Franciscanos de Caracas el 2 de enero de 1814: «Así como la justicia justifica la audacia de haberla emprendido, la imposibilidad de su adquisición califica la insuficiencia de los medios». En el Manifiesto de Carúpano, el 7 de septiembre de 1814, agregó sabiamente: «No es lo asequible lo que se debe hacer, sino aquello a que el Derecho nos autoriza». Escuchando y viendo al señor presidente de la AN, no pareciera haber duda alguna de que el Derecho nos autoriza y, a la vez, nos ordena actuar. Así lo piensa el pueblo.
En septiembre de 1828, cuando los santanderistas atentaron contra la vida de El Libertador, salvado por la gran y sublime Manuelita, para juzgar a los conjurados se formó un tribunal especial presidido por Urdaneta. Ese tribunal, luego de un proceso sumario, condenó a los magnicidas en grado de frustración y asesinos de varios escoltas y soldados, muchos a la pena capital. Entre los condenados a muerte estaba Santander, quien convicto y confeso, merecía ese destino. Sin embargo, ya lo sabemos, el espíritu generoso de Bolívar le conmutó la pena y lo envió al exilio.
Fue un proceso que ocupó bastante centimetraje de prensa a nivel internacional. Prueba de ello es una carta de fecha 30 de julio de 1829 enviada por Bolívar desde Guayaquil al general en Jefe Rafael Urdaneta. Con la carta, Bolívar remite a Urdaneta un «papel» producido en México donde se habla del tribunal, del juez, del Consejo de Guerra y del mismo Libertador y de la sentencia a Santander. Lo que decía aquel «papel» es poco más o menos lo que se repetía en Estados Unidos y en Europa: que Bolívar era un usurpador y que mantenía su autoridad a fuerza de ejecuciones y asesinatos. Bolívar sostiene que a Santander se le juzgó según las leyes vigentes, que eran las mismas con que se había juzgado a otros facciosos y que el tribunal no había hecho más que continuar con su aplicación a casos análogos. Por eso, de manera serena pero enérgica y valiente, instruye a Urdaneta para que emprenda una campaña diplomática e informativa para desmentir los improperios contra él y contra el Gobierno de la Gran Colombia.
De nuevo la historia se repite, con sus particularidades, con su dialéctica, con sus enseñanzas. Otra vez presente la condición humana de los acontecimientos. Se han cometido delitos graves contra la República, contra el pueblo. No creo nadie esté pidiendo venganza, cuando sí justicia, esa justicia que Bolívar llamó la reina de las virtudes republicanas, y con ella se sostienen la igualdad y la libertad.
En un discurso pronunciado en Angostura el 1° de noviembre de 1817, Bolívar afirmó: «La primera de todas las fuerzas es la opinión pública». En estos tiempos de la postverdad, de las fake news, donde el dominio de los poderes fácticos imperiales y mediáticos son casi que absolutos, juzgar a los autores materiales e intelectuales de ese chorizo de delitos que bien enumeró el presidente de la AN no cabe duda, nadie en su sano juicio osaría en ocultarlo, negarlo, va a causar una andanada de condenas que ocuparán la primera página de un buen número de diarios, informativos de tv, portales diversos, redes sociales, entre otros. Hasta denuncias en organismos internacionales, que complacientes en casos y causas criminales, se volcarían en condenar al Gobierno venezolano, que estaría actuando en defensa de su patrimonio y de su soberanía. Eso lo sabemos, va a ocurrir. Ya le sucedió a Bolívar y lo enfrentó porque, como dijo el comandante Chávez, en este pueblo nuestro, bravío, sobran brazos, corazones y cojones para enfrentar las adversidades. El torrente probatorio, como escribió un sabio jurista venezolano, existe, está debidamente sustanciado. Falta emprender las acciones judiciales. El Derecho nos autoriza.
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Félix Roque Rivero Abogado