Asalto al Capitolio

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  1. El 6 de enero de 2021 el mundo contempló estupefacto el asalto de una turba de manifestantes de extrema derecha al Capitolio de los Estados Unidos, sede del poder legislativo de dicha nación. La razón la conocemos todos: Donald Trump perdió las elecciones frente a una coalición de diversos sectores sociales abanderados en el partido Demócrata, pero no quiso reconocer la derrota e insiste en no reconocer al nuevo gobierno de Biden. Su irrespeto al resultado electoral trajo consigo el apoyo de grupos protofascistas que en su apoyo salieron a protestar violentamente. El saldo es varios muertos y heridos y una profunda herida a la ya vetusta y caduca  institución democrática de los Estados Unidos.
  2. No siempre lo primero que se presenta ante nuestros ojos es la verdad plena. Se nos presentan los hechos pero no los intereses detrás de los mismos. Lo que estamos viendo en Estados Unidos es un conflicto entre distintos sectores de la burguesía estadounidense. Esto, pone de relieve las profundas contradicciones que hay entre los intereses por un lado de la burguesía industrial junto al capital inmobiliario de los Estados Unidos, y por otro lado la burguesía financiera, el complejo industrial militar  y los capitales especulativos. Este último bloque mantiene una alianza con los medios de comunicación y los emporios de comunicación digital. Trump, como buen populista de derecha, y en defensa de los intereses de su clase social, les ha enfrentado pues estos controlan la banca y la bolsa de valores. Esta confrontación antes de ser entre partidos, es una confrontación interburguesa.
  3. La última vez que la burguesía industrial se enfrentó a la burguesía financiera en una región del mundo fue en Europa, antes de la Segunda Guerra Mundial. La razón del ascenso del fascismo al poder es simple: los sectores industriales necesitaban financiamiento de sus empresas y el sector financiero (que ayer y hoy están dominados principalmente por familias judías) se negaba a darle apoyo porque después de la crisis de 1929 (que era una crisis de sobreproducción), nadie quería invertir en producción industrial por la mega contracción del mercado internacional. Esto trajo como consecuencia que la burguesía alemana y europea en general se lanzará contra los judíos, pero el objetivo verdadero era enfrentar a quienes manejaban la banca, los fondos mutuales y las bolsas de valores. Usaron entonces el odio racial, y así sumaron a millones de trabajadores y trabajadoras a sus filas culpando a los judíos y a los bancos del cierre de las fábricas y la pérdida de millones de empleo por la falta de financiamiento. En realidad los nazis decían algunas verdades y las acompañaban de un gran número de mentiras para encubrir los intereses de quienes financiaron su ascenso al poder: la burguesía industrial. Por ello, gente como el empresario cuya vida fue reflejada en la famosa película «La lista de Schindler» eran prácticamente dueños y señores en la Alemania nazi. El empresario en cuestión no fue ningún héroe, fue un criminal colaborador del régimen y miembro del partido nazi. Y esos empresarios industriales fueron los que sostuvieron en pie el esfuerzo de guerra de Alemania a través de una poderosa industria no solo armamentística, sino de carácter integral ( alimentos, calzados, uniformes, textiles, autos, entre otros). El grave peligro de este momento es que dos sectores burgueses están nuevamente enfrentados a muerte en la arena nacional de Estados Unidos y en la arena internacional. Y estas confrontaciones pueden terminar muy mal para las clases trabajadoras que son las que terminan poniendo el pecho y la sangre en estas guerras. Después de la crisis de 2008 los enfrentamientos entre sectores diversos de la burguesía en Europa y Estados Unidos son cada vez más virulentos. Y la confrontación entre la burguesía europea, la estadounidense y la asiática por el control de los recursos financieros y los mercados puede terminar llevando al mundo al borde de una nueva guerra.
  4. Al igual como Hitler engañó a las clases trabajadoras de Alemania para que apoyaran a sus amos (la burguesía industrial) Trump hizo creer a la clase trabajadora industrial de Estados Unidos que estaba con sus intereses. En realidad el ahora expresidente representa los intereses de cierta industria norteamericana y del sector inmobiliario. Esa es la razón por la que se opuso a los tratados de libre comercio con países como China y boicotea acuerdos comerciales que son nocivos para los intereses de la burguesía industrial. Esta última, de manera natural y por razones históricas es aliada del capital inmobiliario en los Estados Unidos. Trump es el mayor capitalista inmobiliario de la costa Este. Su verdadero interés siempre ha sido garantizar las grandes inversiones para los mega proyectos inmobiliarios e industriales de sus amigos e iguales. Es cierto que se crearon nuevos empleos como resultado de sus políticas proteccionistas, pero no las aplicó por las y los trabajadores, sino por sus propios intereses de clase.
  5. Para entrar en contexto hay que entender que la industria de Estados Unidos, tras el gobierno de Ronald Regan, en los 80 no lograba levantar cabeza, sino que fue en picada durante tres décadas. La razón es que no recibe financiamiento suficiente del sector financiero puesto que esos capitales, en el marco de la globalización neoliberal, ya no tienen patria, no tienen nación, sino que se mueven de un país a otro de acuerdo a los pragmáticos intereses del momento. Entonces, bancos que tienen los ahorros de los ciudadanos norteamericanos ya no invierten en Estados Unidos, no en las áreas industriales y productivas que son las que generan empleos de calidad, sino que invierten en la Eurasia. Los niveles de desinversión en los sectores industriales fueron además aumentando debido a los capitales golondrina que saltan de un lugar a otro en muy poco tiempo, invirtiendo en papeles especulativos en todo el planeta. Esto afecta de manera directa los intereses de los industriales norteamericanos y de una parte de la clase obrera del norte de América. Paradójicamente, el mismo sector financiero que se ha negado a financiar el crecimiento de la industria norteamericana es el que financia a un solo sector de la industria: el complejo industrial militar de Estados Unidos. Y es este sector el mayor aliado de los capitales financieros. Por ello, conspiran permanentemente para la guerra, porque lo único que mantiene a la industria militar produciendo nuevos armamentos es la constante intervención militar de Estados Unidos en el mundo. En este constante juego perverso están las ganancias de los capitales financieros que invierten en la poderosa industria militar estadounidense.
  6. Trump fue un acto de resistencia de esos sectores industriales no relacionados a la guerra frente a la burguesía financiera. Esta burguesía de papeles, bolsas y billetes no tiene intereses nacionales. Por su parte, Trump no es un político de profesión, es un empresario mafioso, que al tener una imagen pública global por haber usado los medios de comunicación para proyectar sus negocios, fue usado por su clase social como punta de lanza para un proyecto de reindustrialización y reurbanización de las grandes ciudades del país a través de la confrontación más o menos directa con el sector financiero para extraerle capital. La idea era hacer retroceder la rueda de la historia, echando para atrás la internacionalización del capital para invertirlo en su país bajo los intereses de los amigos multimillonarios de Donald Trump. La lógica de esta burguesía «nacional» es que si los bancos tienen dineros de ahorristas que son ciudadanos norteamericanos, pues la inversión de esos capitales debe ser en Estados Unidos. ¿En qué? En empresas de producción de artículos que hoy día se importan de China a pesar de la capacidad instalada en Estados Unidos para producirlos, y además, por supuesto, en activos inmobiliarios para seguir construyendo sus rascacielos, sus suburbios y sus centros comerciales.
  7. Está muy claro que es un conflicto entre bloques burgueses por la hegemonía y control sobre los recursos financieros del país.
  8. Biden no representa a ningún sector progresista, eso es una estúpida ilusión. Biden representa a los sectores poderosísimos del mundo financiero de Estados Unidos, que hecha una vez más mano del apoyo de los sectores democráticos para defenderse de los sectores conservadores que hoy acompañan a Trump y su ideología reaccionaria, pero no porque los dueños del capital financiero amen la democracia, sino porque sus intereses económicos están en juego. Ahora bien, sin duda la candidatura de Biden si es parte de una alianza entre sectores de la burguesía financiera y  sectores liberales, cristianos progresistas y una cierta izquierda socialdemócrata que se opone al populismo de derecha de Trump (sin duda protofascista). Pero la hegemonía de dicho bloque lo tiene la burguesía hoy y lo tendrá mañana también. En cuanto a Trump, hoy más que nunca está vigente aquel dicho de Brech: «Un fascista es un capitalista asustado». Trump representa a un grupo de capitalistas estadounidenses que ante el avance de la globalización liberal han visto morir poco a poco la perspectiva de futuro de la industria norteamericana y por lo tanto de sus empresas. Pero no porque le preocupan los y las trabajadoras de Detroit que se quedaron sin empleo, sin casas y con una ciudad en ruinas. Sino porque sus proyectos megalómanos de súper fábricas y súper edificios  con sus miles de millones invertidos se fueron al caño con la entrada de China al juego. En fin, el pueblo no está representado en la pugna. Si hay guerra civil (deseamos sinceramente que haya paz) pues el pueblo será la carne de cañón de los poderosos.

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Arlen Mata Sociólgo

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